Para Carmen Gaitán y Federico Campbell Peña

I. Quiero dejar unas notas sobre el escritor, amante de las letras de los libros y periódicos que leyó, y de las que él escribió repletas de recuerdos, al ir descubriendo el devenir de la vida. Me ha conmovido el ensayo de Pedro Serrano en la revista Milenio (23 de mayo de 2015), y volví a leer: “De cuerpo entero”, la vivencia que con su familia tuvo entre Navojoa y Tijuana, recorriendo los verdes y terrosos grises de Sonora, paridora de agricultura y ganadería, sobre las que conversábamos. Varios años nos vimos intensamente, después menos y luego de vez en cuando, porque Campbell tenía horario de escritor, difícil de conciliar con el mío de empleado, incursionando en el periodismo. Me dedicó Territorios sentimentales. Compré Post scriptum triste, su diario, reflexiones, autores y las huellas que dejaron en su personalidad curiosa, espiando la vida y contándola a través de su fantasía, ensueños e intrigado siempre, serio, sonriente, aún en su pobreza para sobrevivir. Y su paso fugaz y permanente –porque el gusanito queda– por el periodismo que nunca abandonó. En la entrevista con Judith Moreno dijo que se hartó de hacer notas. Me entregó: Transpeninsular. Su novela inconclusa de saltamontes y travesía a Italia, el país del que estuvo enamorado y más cuando hablaba de Leonardo Sciascia, tras entrevistarlo y retratarlo sicológicamente.

II. Su Periodismo escrito: quehacer donde Campbell se formó como el escritor que no llevó dentro ni nació para él, sino que fue creando al obrero de la palabra con su voluntad nocturna. En 24 lecciones enseñó periodismo –cátedra donde colaboró Federico Campbell Peña– y las dedicó a Julio Scherer García. En el ensayo El libro contra la fugacidad, nos brinda su adiós al periodismo, tal vez en términos del: “adiós, y si es para siempre; adiós también para siempre”. Pero me parece que extrañaba el oficio… Y escribió su columna: Máscara negra, cuando transitaba a la novela policiaca (El Nacional, 1 de febrero de 1996). Luego, desde la oposición político-literaria –porque “nunca la oposición en México ha llegado al poder por vía de las elecciones”–, 25 ensayos con su crítica democrática del poder-gobierno de los hombres (no de las leyes) en La invención del poder (“Para mi querido Álvaro Cepeda, esta invención, a nuestras conversaciones y nuestra amistad”). En la hoja en blanco de Pretexta, me obsequió su autorretrato-caricatura con generosa dedicatoria: “Para mi amigo y paisano sonorense, colega periodista y compañero de viaje, México Tenochtitlán”.

III. En la portada de La clave Morse están: su padre (a cuya figura kafkiana-navojoense siempre recurría), sus dos hermanas y su madre. Me obsequió de Jan Kott Apuntes sobre Shakespeare, su autor para salir del laberinto “de lo humano, demasiado humano”. Evoco su mirada inquisitiva cuando, emocionado, puso en mis manos Tijuanenses, con otra dedicatoria. Su libro de entrevistas Infame turba, y su exposición en la entrevista de José Nava en El Financiero (18 de febrero de 2003), en la sección cultural de Víctor Roura, a quien Campbell quería tanto. Amó la literatura. Sus libros son una presa desbordando amor por la vida, su vida, la nuestra, la vida del país que nos ha dejado. Y sufría para plasmar en papel lo que buscaba salir de su pensamiento. La crítica a los poderosos: “Es que somos muy ricos” (en La invención del poder). Le angustiaba el presente mexicano. Y regresaba a su trabajo. Nunca presumió de eso; pasaba como uno más entre nosotros. Leía, releía y escribía. Le fascinaba conversar… pero más escribir. En su obra está lo que uno de sus autores dejó: “La vida, nuestra vida, la vida descubierta y aclarada al fin, la única vida realmente vivida”. En ese ir y venir “la vida tiene ondulaciones, baches, subidas y bajadas”, que nos cuenta Pedro Serrano le dejó Campbell en el ensayo La cuerda de la memoria.

Ficha bibliográfica
Autor: Federico Campbell
Títulos: Periodismo escrito; La invención del poder; La memoria de Sciascia; La clave Morse
Editoriales: Ariel, Aguilar, Fondo de Cultura Económica

Fuente
Contralínea (México)