La colonización del norte de Siria es un viejo proyecto israelí vinculado al desarrollo de los misiles balísticos. El objetivo es crear en el norte de Siria un Estado independiente para poder controlar el país desde la retaguardia, siguiendo el esquema aplicado en Sudán, donde los israelíes crearon Sudán del Sur en 2011 para controlar Egipto desde la retaguardia.
Adoptado por Francia, este proyecto israelí dio lugar, en 2011, a un tratado secreto firmado por el entonces ministro francés de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, y su homólogo turco y actual primer ministro, Ahmet Davutoglu.
Turquía había negociado que ese Estado fuese dirigido por su minoría kurda y que Ankara expulsaría hacia allí al PKK, para consolidar así el supremacismo turco en suelo turco.
En septiembre de 2013, el Pentágono hacía publicar, a través de Robin Wright, un nuevo mapa de rediseño del Medio Oriente, incluyendo la creación del Emirato Islámico promocionado por Daesh y un nuevo «Kurdistán» en los territorios árabes de Siria.
A mediados de octubre de 2015, en reacción a la campaña militar rusa contra los yihadistas, la CIA creó las «Fuerzas Democráticas Sirias» (FDS), presentadas como una alianza entre los kurdos sirios y los «rebeldes». En realidad, las FDS son una nueva etiqueta del YPG –las fuerzas kurdas que hasta ahora habían sido leales a Damasco–, al que se han incorporado algunos elementos árabes para justificar la nueva apelación.
Y de inmediato, los kurdos de Siria han emprendido una “kurdización” de los territorios del norte de Siria. Para ello comenzaron a ocupar las casas de los no kurdos y enviaron a las escuelas una comunicación [Ver PDF al final de esta información.] conminándolas a despedir a sus maestros árabes y a incorporar maestros kurdos para imponer una enseñanza únicamente en lengua kurda.
Los nuevos maestros, provenientes de Irak y Turquía, a menudo transcriben la lengua kurda al alfabeto latino, desconocido y por lo tanto ilegible tanto para los árabes como para los kurdos de Siria.
Los árabes, que desde hace milenios constituyen la población mayoritaria en esos territorios, protestaron enérgicamente contra esa imposición, al igual que las demás minorías. En sólo 2 semanas, el fenómeno ha ido extendiéndose, numerosas escuelas se han visto obligadas a obedecer, con excepción de las de la minoría cristiana asiria, que ha desplegado su propia milicia para defenderlas.
Históricamente, sólo un territorio muy pequeño del noreste de Siria es verdaderamente kurdo. Contrariamente a Turquía, la República Árabe Siria concede los mismos derechos a todos sus ciudadanos, independientemente de su origen étnico, de su religión o de su filiación política. No existe, por consiguiente, ninguna razón que justifique la existencia de un Kurdistán independiente en Siria. Si tal cosa llegase a ocurrir, bajo la presión de Estados Unidos e Israel, ello abriría paso al surgimiento de idénticas reivindicaciones de parte de las decenas de grupos étnicos y religiosos existentes en el conjunto de la región.
Si esto llegase a suceder, la creación de un Kurdistán en tierra árabe marcaría el inicio de un nuevo conflicto, comparable al de Palestina.
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