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«Las bombas más pequeñas de Estados Unidos alimentan el miedo nuclear.» Ese era ayer el titular de primera plana del New York Times, en referencia a las B61-12, las nuevas bombas nucleares que Estados Unidos está a punto de desplegar también en Italia, en lugar de las B-61 almacenadas en Aviano y Ghedi Torre.

Las características de esta nueva arma nuclear han sido durante los 2 últimos años en diferentes artículos del [diario italiano] Il Manifesto. No se trata de una simple versión actualizada de la B-61 sino de una nueva arma nuclear polivalente, que reemplaza las bombas B61-3, B61-4, B61-7 y B61-10 en el actual arsenal nuclear estadounidense.

Con una potencia promedio de 50 kilotones (alrededor de 4 veces la potencia de la bomba utilizada contra Hiroshima), la B61-12 puede realizar la función de varias bombas, incluyendo las bombas penetrantes concebidas para «decapitar» el país enemigo, destruyendo los búnkeres de los centros de mando y otras instalaciones subterráneas con un primer golpe nuclear. Las nuevas bombas atómicas estadounidenses no son como las B61, que se lanzan verticalmente sobre el objetivo. Las bombas B61-12 se disparan a gran distancia del blanco (unos 100 kilómetros) y un sistema satelital las dirige hacia su objetivo. Así se elimina en gran parte la diferencia entre las armas nucleares estratégicas –de largo alcance– y las armas tácticas –de corto alcance.

El artículo del New York Times menciona además un detalle de gran importancia: la bomba nuclear estadounidense B61-12 dispone de «una cabeza con 4 opciones seleccionables de potencia». En el momento del lanzamiento, se selecciona la potencia de la explosión nuclear en función del objetivo. Por ejemplo, el máximo grado de potencia si se pretende destruir una ciudad entera, extendiendo así los efectos de la radioactividad a un área muy amplia o el grado mínimo para destruir una zona en particular, lo cual atenúa el índice de radioactividad de la zona afectada.

Son muy graves las implicaciones de esta «modernización». Además del despliegue de sus nuevas bombas, Estados Unidos también tiene programada la instalación de ojivas nucleares de potencia variable, incluso en misiles crucero. Lo que resulta más peligroso aún es que esos misiles pueden ser portadores tanto de ojivas convencionales (no nucleares) como de ojivas nucleares. Ello implica que quien es atacado con esos misiles no puede saber si se trata de un ataque nuclear o no y, para garantizar su propia represalia, puede lógicamente decidir responder con un ataque nuclear antes de recibir el primer impacto.

Pero todavía existe otro peligro aún más grave, resaltado por el general Cartwright, ex jefe del Mando Estratégico de Estados Unidos, a cargo del armamento nuclear estadounidense: «La modernización podría modificar la forma en que los jefes militares evalúan los riesgos que se derivan del uso de las armas nucleares». En otras palabras, el general Cartwright y otros críticos advierten que «armas nucleares de menor potencia y más precisas acrecientan la tentación de recurrir a ellos, e incluso de utilizarlas como primer recurso en vez de servirse de ellas como represalia».

Lo anterior está confirmado por la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS, según sus siglas en inglés):

«La alta precisión y la posibilidad de utilizar ojivas menos destructivas pueden llevar a los jefes militares a hacer presión para que se utilice la bomba atómica en un ataque, sabiendo que la lluvia radioactiva y los daños colaterales serían limitados.»

Ese es el significado de las nuevas bombas atómicas estadounidenses que, ya sometidas a ensayos en el polígono de Tonopah –en Nevada–, llegarán a Italia próximamente. La Federación de Científicos Estadounidenses lo confirma desde Washington, con pruebas debidamente documentadas. Una foto satelital muestra que, con vista a la recepción de las nuevas bombas atómicas estadounidenses, ya se efectuó la adaptación de la base de la fuerza aérea de Estados Unidos en Aviano y la de Ghedi Torre [en Italia]. Trabajos similares se han realizado en la base aérea alemana de Buchel, en otras 2 bases situadas en Bélgica y holanda, así como en la base aérea de Incirlik (en Turquía), donde serán desplegadas las bombas nucleares B61-12.

Ni siquiera se sabe cuántas B61-12 serán almacenadas en Europa y Turquía. Según los últimos estimados de la Federación de Científicos Estadounidenses, Estados Unidos mantiene actualmente 70 bombas atómicas B61 en Italia (50 en Aviano y otras 20 en Ghedi), 50 en Turquía, 20 en Alemania, 20 en Bélgica y 20 más en Holanda, para un total de 180. Pero nadie sabe exactamente cuántas hay en realidad.

Lo que sí se sabe es lo siguiente: los artefactos nucleares que Estados Unidos instalará próximamente en Italia son armas que rebajan el umbral nuclear, o sea que aumentan la probabilidad de que se inicie un ataque nuclear desde nuestro país [Italia] y lo exponen así a eventuales represalias nucleares.

Y también están entrenándose pilotos italianos en el uso de esas armas, a pesar de que Italia ratificó el Tratado de No Proliferación nuclear que la compromete «a no recibir de nadie ningún traspaso de armas nucleares, ni el control sobre tales armas, sea directa o indirectamente».

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio