Mientras se desarrollaban las negociaciones de Ginebra, el zar de la lucha contra el Emirato Islámico recientemente nombrado por la Casa Blanca, Brett McGurk (a la izquierda en la foto), estuvo en Kobane, localidad de mayoría kurda situada en el norte de Siria, justamente al borde de la frontera turca, donde un responsable militar del YPG (Milicia o Unidades de Protección del Pueblo) le entregó una condecoración.
Turquía había logrado anteriormente que los kurdos sirios quedaran excluidos de las negociaciones de Ginebra.
La mayoría de los kurdos de Siria son en realidad kurdos turcos que, obligados a huir de su país durante los años de represión, hallaron refugio en Siria, donde se les otorgó la nacionalidad siria al inicio de la guerra. Sin embargo, el 31 de octubre de 2014, durante un encuentro secreto organizado en París entre el jefe de los kurdos de Siria Salih Muslim, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el presidente francés Francois Hollande, estos tres dirigentes se pusieron de acuerdo sobre la aplicación de un proyecto de creación de un Estado títere para expulsar a los kurdos de Turquía y obligarlos a instalarse en el norte de Siria.
Desde noviembre de 2015, ciertas facciones de los kurdos de Siria están tratando de conquistar un amplio territorio en el norte de ese país y de instaurar allí un Estado kurdo en detrimento de las poblaciones árabes y asirias de esa zona.
En todo caso, el presidente turco Erdogan ha considerado que, al apoyarse en los kurdos de Siria para luchar contra el Emirato Islámico, Estados Unidos respalda de hecho a los autonomistas kurdos de Turquía, o sea al PKK. En un acceso de cólera ante esa situación, el presidente Erdogan acaba de exigir a Washington que se decida a escoger entre Turquía y los kurdos.
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