31-5-2016
Hay dos sectores en pugna por la presidencia: los que adhieren al fujimorismo (con mayoría absoluta en el Congreso) y los que simpatizan por Pedro Pablo Kuczinsky. El próximo domingo 5 el pueblo decidirá con los votos.
Hoy, a no dudarlo, un significativo y militante conjunto de ciudadanos votará con los pies marchando por Lima y expresando su protesta contra la candidata Keiko Fujimori.
En un marco de libertades, cuando el pueblo vota en las urnas y vota con los pies, no hay mejor detalle que la comprobación que estas actividades se cumplen sin tropiezos, trampas, matonerías o actos delincuenciales de cualquier jaez.
Para muchos no hay mayor diferencia entre Keiko y PPK. Probablemente la sospecha más fuerte aficará en el autoritarismo que representa la candidata, cuyos resabios del régimen de su padre son muy visibles y se reputa al postulante como adláter democrático. Maniqueo análisis que no debe tomarse al pie de la letra, por razones elementales.
De ganar Keiko a muchos estremece la reminiscencia de los negros días del gobierno de Alberto Kenya y sus cómplices. Hasta los que aprendieron, hace muy poco, del régimen de entonces y que tornaron furiosos antifujimoristas, advierten cotidianamente sobre el nubarrón ad portas.
Pero en un ejercicio de análisis y de no remontar Kuczinsky y alzarse con la primera magistratura, también cabe la posibilidad de anticipar que Keiko hiciera un gobierno pasable, divorciado de las taras totalitarias de Alberto Kenya y que ¡ojo con esto! pavimente a otro de su apellido para el período del 2021 al 2026. ¿Apostasía? No lo creo, que no se atrevan a exponerlo sí es de una pusilanimidad cuasi constitucional como atávica en un país en que cientos de tuertos reinan en multitud de ciegos.
Otra consideración a mi juicio muy poco estudiada y sobre la que hay muy peligrosos indicios, es que la vieja guardia fujimorista NO guarde, sino en la forma, adhesión a Keiko y reporten más bien al reo en Diroes. Chlimper no sólo habría incurrido en una repugnante maniobra inaceptable sino que parece muy feliz de la supuesta comisión del delito. Quien amenazó con dar de balazos a los trabajadores, exhibe una falta de escrúpulos vergonzosa. Por tanto, el o los enemigos están en casa, ni siquiera agazapados, con la cara dura que el tiempo no logró marchitar ni arrepentir.
¡Precisamente eso es lo que teme la gente! Que los viejos, sucios, abominables trucos y trapisondas retornen, con o sin el aval de Keiko de quien no se conoce sino ejercicio parlamentario anémico y poco creativo, pero que de llegar a la presidencia, tardaría mucho o no haría nada contra los desmanes de quienes no saben hacer otra cosa porque esa es la naturaleza perversa de sus seres y por eso ¡fueron repudiados al caer el gobierno de Kenya!
Un camino pavimentado para el menor de los Fujimori, merced a un gobierno equilibrado que no puede descartarse, también se equipara a una acción vandálica de la vieja guardia que lejos de arrepentirse de sus crímenes hoy se solaza públicamente de su “fuerza”.
En este océano confuso que es por casi siempre Perú, los partidos o clubes electorales, brillan por su ausencia. El aprismo que debió expulsar al señor Alan -6% y a toda la taifa de cómplices mañosos, pretende organizar un congreso para lavarse el rostro y para que los ilustres mariscales de la tragedia del 10 de abril, se condecoren entre sí. En 1980, luego de la debacle de Armando Villanueva frente a Fernando Belaunde ocurrió otro tanto en Trujillo en congreso que terminó a balazo limpio.
El PPC es un hato de ruinas y divisiones. Los socialistas y comunistas deben aprender a construir una opción sólida y creativa en el Congreso y no parecer tan solo equipo electoral ganacurules y para vanidades singulares.
En el Congreso Constituyente de 1931 el sanchecerrismo, lumpen potente, tuvo mayoría. Las barras bravas llegaban los lunes a escuchar los debates entre martes y miércoles, los jueves y viernes se afiliaban al aprismo luego de escuchar a Seoane, Cox, Heysen, Arévalo, Sabroso y tantos otros que peleaban, a hasta a puño limpio, contra los fascistas seguidores del comandante. El ilustre y desaparecido Nicanor Mujica me refirió esta apreciación.
Un país necesita alas políticas, izquierda y derecha, y un centro para poder surcar los cielos de una forja y proyecto nacional de sociedad. De otro modo, capota y fracasa.
Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz expresó el gran maestro Manuel González Prada. Nunca más vigente su invocación obligatoria que en nuestros días.
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