Con el aval del INAH, la Gerencia del Centro Histórico y Patrimonio Cultural de Puebla destruyó y envió a la basura un sinnúmero de objetos con valor histórico y antropológico. Tras el daño, las autoridades se comprometen a crear un proyecto de salvamento
Diariamente, la Gerencia del Centro Histórico y Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Puebla destruye y envía a la basura un sinnúmero de objetos de los siglos XVII, XVIII y XIX. Se trata herraduras, bayonetas, balas, monedas, mayólica, talavera poblana, juguetes, envases, utensilios de cocina, llaves, joyería, botones… que formaron parte de la vida cotidiana de Puebla durante la Colonia española.
Sin proyecto de salvamento arqueológico ni supervisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), los objetos son sacados con pico y pala del lugar donde permanecieron por siglos para dar paso a uno de los proyectos turísticos más ambiciosos: desenterrar los secretos de Puebla.
El proyecto –para descubrir una ciudad de al menos 500 años de antigüedad– inició en 2014 por parte de la administración de José Antonio Gali Fayad, entonces presidente municipal de Puebla. Y es que bajo esa ciudad hay túneles, puentes, canales, presas, los restos de un convento, cloacas, trincheras, estructuras hidráulicas de la Colonia.
Se espera que el corredor turístico que se desenterrará abra sus puertas al público de manera integral en abril de 2031, para la conmemoración de la fundación de la ciudad.
“Es un proyecto a largo plazo. Queremos en los 500 años presentar la historia de la ciudad primogénita hasta la modernidad”, refiere en entrevista Sergio de la Luz Vergara Berdejo, gerente del Centro Histórico y Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Puebla.
“Por la importancia del proyecto hay presupuesto federal. En 2016 se aprobaron 25 millones de pesos. La aportación final no la tenemos; preferimos hacerlo poco a poco, como vamos encontrando”, señala vía telefónica.
Con permisos vencidos
Los permisos para la “intervención y adecuación” de las primeras dos estructuras –el Puente de Bubas y el Pasaje Histórico 5 de Mayo– fueron otorgados por el INAH en diciembre de 2014.
José Francisco Ortiz Pedraza, delegado del Centro INAH Puebla, firmó las autorizaciones con número de folio 401-A-311-(724-7)-14-01370 y 401-A-311-(724-7)-14-01372.
Vigentes por 1 año a partir de su expedición, las licencias están dirigidas a Sergio de la Luz Vergara Berdejo. Ambas están fechadas el 16 de diciembre de 2014 y, por tanto, caducas desde diciembre de 2015, indican los documentos en poder de Contralínea.
“En contestación a su atenta solicitud relativa al proyecto intervención y adecuación del antiguo Puente de Bubas, proyecto turístico en la ciudad de Puebla, Puebla… la autoridad a mi cargo comunica a usted [que] se autoriza consolidación y adecuación según planos sellados por el Instituto”, refiere el titular del Centro INAH en uno de los oficios.
En el otro documento de autorización se establece: “en contestación a su atenta solicitud relativa al proyecto intervención y adecuación del Túnel bóveda antiguo proyecto turístico en la ciudad de Puebla, Puebla… la autoridad a mi cargo comunica a usted [que] se autoriza la intervención y adecuación de túnel y bóveda así como consolidación general según planos sellados por este Instituto”.
Destrucción de objetos con valor histórico y arqueológico
Sin proyecto de salvamento arqueológico, la Gerencia del Centro Histórico inició los trabajos de adecuación y consolidación de las estructuras en 2015. Paralelamente a ello, arrancó también los trabajos de desazolve de las estructuras. “No es arqueología, es desazolve”, refiere al respecto Vergara Berdejo.
En el Pasaje Histórico 5 de Mayo, parcialmente abierto al público, los trabajadores aún hacen labores en el interior; probablemente las mismas que realizaron en el Puente de Bubas, inaugurado en diciembre de 2015.
El objetivo es llegar al final del túnel, una estructura de 3 metros de ancho por 6 o 7 de alto que se cree podría llegar a los 10 kilómetros desde el acceso en el centro histórico de la ciudad de Puebla, hasta la parte alta donde se encuentran los Fuertes de Loreto y Guadalupe. Por ello, deben sacar la tierra que los rellena.
Como lo pudo comprobar Contralínea en un recorrido por los 350 metros rehabilitados que permanecen abiertos al público, una cuadrilla de trabajadores con pico y pala en mano despejan el conducto.
Las toneladas de tierra y lodo que ciegan el túnel contienen objetos de valor histórico y arqueológico: herraduras, bayonetas, monedas, mayólica, talavera poblana, juguetes, vidrio, porcelana, envases, cucharas, utensilios de cocina, platos, llaves, tapones, balas, botones, joyería, restos de animales, ampolletas, frascos y botellas.
Un arqueólogo que solicitó el anonimato explica que probablemente el Pasaje 5 de Mayo formaba parte de la red de cloacas de la ciudad. “Al representar un foco de infección, los objetos que ahí se caían no podían ser recuperados por la gente. Se tenía un departamento de limpia poco eficiente, así que todo terminaba en el drenaje”.
A decir de Vergara Berdejo, lo más importante que se ha encontrado en los túneles “son las herraduras, las balas, la gran variedad de elementos de balas. Las empuñaduras de los rifles o bayonetas, aparte de canicas, trompos, la parte cotidiana de la vida de la ciudad”. Pero, aclara, “lo más importante para nosotros son los elementos de batalla, y bueno, un escudo de la ciudad labrado en piedra que representa el escudo de la reina del siglo XVI”.
—¿Qué es lo que se ha hecho hasta ahora con los objetos que se han encontrado? –se le cuestiona al titular de la Gerencia.
—Están resguardados, algunos están en unas como vitrinas. Estamos haciendo una revisión para ver qué es lo importante, porque hay cosas que pueden ser importantes para el análisis histórico y otras para que sean exhibidas.
Provenientes del interior de los túneles, los objetos, sin embargo, son sacados sin supervisión del Instituto Nacional de Antropología e Historia y sin la técnica apropiada.
Las herramientas destruyen la mayor parte de los objetos que se encuentran a su paso. Los que logran ser “rescatados” por los propios trabajadores, son entregados a la Gerencia del Centro Histórico y Patrimonio Cultural de Puebla, quien los acumula en botes, bolsas de plástico o costales, denuncian personas cercanas al proyecto.
Sin registro ni inventarios, algunos son exhibidos en pequeñas vitrinas a lo largo de los tramos que ya se encuentran abiertos al público. El resto, ignorado o roto, se agolpa entre el lodo que los trabajadores sacan a la banqueta para ser llevado por el carro de la basura.
“El contenido de esos túneles: los objetos y los estratos conformados por la tierra, esos dos elementos en conjunto, son un archivo histórico. Páginas de la historia de la basura de Puebla que se están ignorando”, refiere el investigador y arqueólogo que por seguridad laboral pidió que se omitiera su nombre.
—¿Todo lo que encuentran se van rescatando o algunas cosas se van con la tierra? –se le pregunta a Vergara Berdejo.
—Todo, todo. No es mucho. No crea que está lleno de cosas; pero todas las cositas que se van encontrando se van resguardando.
—¿No hubo entonces algún tipo de destrucción con el desazolve?
—No, no, no. Hay supervisión –asegura.
Supervisor omiso
En las autorizaciones entregadas a la Gerencia del Centro Histórico, Francisco Ortiz Pedraza – al titular del Centro INAH Puebla– notifica la designación del arquitecto Miguel Ángel García Fernández “como responsable para la supervisión de obra y trabajos autorizados a realizar”.
—¿García Fernández les ha reportado alguna novedad? –se le pregunta al titular del Centro INAH Puebla.
—En algún momento comentó que era conveniente enviar un oficio a la Gerencia –responde Ortiz Pedraza.
—¿Cuándo?
—Hace 1 mes.
Desde la firma del convenio en diciembre de 2014, el arquitecto García Fernández tenía a su cargo la responsabilidad de vigilar de cerca las obras y reportar al INAH cualquier anomalía.
“Su trabajo era notificar inmediatamente al Instituto lo que sucedía en la obra. Comunicarle al Centro INAH que había que parar la obra en tanto no existiera un proyecto de salvamento arqueológico”, subraya el experto que pidió el anonimato.
Tanto Ortiz Pedraza como Sergio Vergara aseguraron a Contralínea que las obras se detuvieron en tanto no se firme un convenio que incluya el salvamento arqueológico.
—¿Considera que ya es necesario el proyecto de salvamento arqueológico?
–Claro, es importantísimo. Es nada más una limpieza de desazolve, pero al final de cuentas es importantísimo que estén ellos –responde Vergara Berdejo
No obstante, el daño estaría hecho al menos en la zona donde ya se trabajó. Y es que por más de 1 año, la Gerencia del Centro Histórico de Puebla, con el aval del INAH Puebla, desazolvó un sitio con características históricas y arqueológicas.
La ciudad de Puebla fue declarada en 1987 Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Alberga 2 mil 600 edificios catalogados como históricos.
“En máximo 3 meses vamos a firmar un convenio para hacer los trabajos lo mejor posible. Los estratos exactos en que fueron encontradas las cosas se perdieron, pero podemos rectificar. No hay de qué preocuparse. Se está cuidando que las cosas se hagan conforme a la norma”, concluye el titular del INAH Puebla.
Para la realización de este trabajo se solicitó entrevista con la Dirección de Salvamento Arqueológico y la Dirección Nacional de Arqueología del INAH; ambos titulares, Salvador Pulido Méndez y Pedro Francisco Sánchez Nava, negaron conocer el tema y expresaron su preocupación sobre el caso.
El Puente de Bubas
Tras 1 año de trabajos, en diciembre de 2015, fue inaugurado el Puente de Bubas. Las obras involucraron el rescate del escudo original de acceso a la ciudad y la tienda o estanco de caballos, sitio donde los viajeros cambiaban herraduras, limpiaban a los caballos y lavaban las carretas para entrar a la ciudad, evitado así contaminar con la enfermedad de bubas (sífilis).
Es uno de los nueve puentes sobre el Río San Francisco, fue levantado en 1682. Sirvió para unir a la Puebla de los españoles y familias distinguidas que vivían a un lado del río con los poblanos indígenas que estaban asentados en el otro extremo del río, del lado de Analco, y quienes sostenían las labores primordiales.
Este puente, ahora subterráneo, al cual se ingresa por la calle 2 Oriente y Bulevar 5 de Mayo, está conformado por un túnel de alrededor de 70 metros de largo, donde se puede apreciar la arquitectura que corresponde a los siglos XVI y XVII.
Según refirió Gali Fayad, su rehabilitación tuvo una inversión de 5 millones 872 mil pesos. El proyecto incluye una cafetería, una tienda de recuerdos, un museo de sitio con placas explicativas y un par de vitrinas con herraduras.
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