Podríamos pensar que los padres no están familiarizados con la tecnología y por eso no se protegen con protocolos básicos de seguridad para evitar el acceso de personas ajenas. Además, existe la idea generalizada de que los jóvenes (denominados nativos digitales) son superiores a la media de la población en la utilización de dispositivos tecnológicos, una aparente facilidad que provoca que los mayores los consideren mejor preparados para la vida del futuro próximo y que todos serán unos ganadores y llevarán al mundo a una mejor situación. El contacto con ellos, con sus ideas (y viendo más de cerca qué es lo que hacen con sus dispositivos), puede hacernos cambiar de opinión. Danah Boyd presidenta de Data & Society abordaba ya esta idea hace un par de años en su libro It’s Complicated.

Lo que podemos ver es que tienen facilidad comprobada para destruir el lenguaje o, por lo menos, reducirlo a su mínima expresión comprensible. Tienen destreza con los teléfonos inteligentes, pero en su mayoría se limitan a utilizar las mismas aplicaciones todo el tiempo. A pesar de la gran cantidad de información existente en internet, desconocen la historia universal básica; no saben más que otras generaciones que debían consultar libros en las bibliotecas. La mayoría de ellos se considera superior a los demás, sólo por utilizar muchas ventanas al mismo tiempo, escuchar música con alguna aplicación gratuita, ver un video y consultar sus redes sociales. Todo, simultáneamente. Lamentablemente eso no representa desarrollo. Tampoco, la adicción a estar conectados a internet y a sus “amigos” todo el tiempo.

Otra características de las nuevas generaciones es la de no pagar por la información. Antes, comprar una enciclopedia representaba un gran gasto familiar y no todas las familias podían darse ese lujo o inversión. Después llegaron las enciclopedias en disco compacto. En 2001 comenzó a funcionar Wikipedia, la enciclopedia online de acceso gratuito y que contiene más información que cualquier enciclopedia en papel. A pesar de eso, cuando los jóvenes buscan información ahí, suelen copiar y pegar exactamente la parte que les pidieron. A pesar del gran salto tecnológico que representa el hiperenlace que les permite ver más información relacionada con los personajes o situaciones de la historia no los exploran. Hay muchísima información y no logra atrapar su interés. Y claro, están acostumbrados a consumir información sin pagar nada, lo que acelera la crisis económica de los medios de información de todo el mundo. Nadie ha logrado una fórmula para que los medios online sean viables económicamente. Pero los medios no son los únicos que no comprenden claramente los cambios que el internet ha generado en la sociedad. El efecto Streisand representa la paradoja de querer ocultar algo y, con ello, provocar su difusión masiva. Surgió en 2003 a raíz de la actitud de la cantante y actriz Barbra Streisand, quien demandó al fotógrafo Kenneth Adelman porque éste documentaba fotográficamente la erosión de la costa californiana y ahí se encontraba la casa. La justificación de la demanda fue violación a la privacidad.

La fotografía, que a muy pocos importaba entonces, se hizo famosa y fue descargada y compartida por miles de personas. Son muchos los casos, y muy difundidos, pero aparentemente algunos abogados no están enterados. Veamos. En un concierto celebrado en 2010 el cantante de Gun’s and Roses, Axl Rose, fue fotografiado por Boris Minkevich. El músico se veía con sobrepeso. Pero es ahora, en 2016, cuando sus representantes están solicitando a Google eliminar la fotografía de una cuenta de blogspot, lo que obviamente es querer apagar las cenizas de la fogata de anoche con una cubeta de gasolina. Google aún no ha dado respuesta, aunque no importa mucho: la imagen ya saltó a Facebook, Twitter y otras muchas redes sociales como memes y la han visto miles de personas que no se habían enterado en 2010 y otros muchos miles que no sabían ni quién era Axl Rose.

Fuente
Contralínea (México)