Desde el lejano 2000 repruebo los ilícitos de los Fujimori, no solo en el espacio virtual Facebook, sino también en la cruda realidad. No conozco a ninguno de ellos, jamás me crucé en su camino de filudos abrojos, ergo, no los odio, tampoco los quiero, ni los deseo conocer, únicamente muestro la reprobación de sus hechos vitandos, por convicción, sin que alguien esté tras mío, rompiéndome la mano o alquilando mi pluma.
Como abogado, aficionado al campo penal, hice oficialmente el trabajo, en el Congreso de la República, el año 2000, que terminó encarcelando al entonces congresista Alberto Kouri Bumachar, al haberse vendido por miles de dólares al fujimorismo, ante Montesinos, por decisión del hoy preso en DIROES. Hagan memoria del vídeo apocalíptico, que traduje al Derecho Penal en 43 páginas acusatorias y que la Comisión Permanente aprobó por 19 votos contra cero, a fines de octubre del citado año. ¡Hasta no me pagaron nada!, pero escribí mi libro el Caso Kouri, Montesinos, Fujimori y otras miserias humanas (existe edición virtual), que se vendió como pan caliente y logró resarcirme.
Fui autor de una denuncia constitucional, por delitos, contra su padre, que tramitó el fogoso parlamentario cusqueño Daniel Estrada Pérez, con quien traté el caso, en persona; contra Keiko Fujimori misma, formulé el 2001 denuncia penal por encubrimiento de narcotráfico y ahora último, el 29-5-2016, por el extendido delito de lavado de activos; también contra su consocio Vladimiro Montesinos Torres. Recuerdo que hablé con la desaparecida fiscal penal, Ana Cecilia Magallanes, mi destacada alumna en la Universidad Villarreal, a quien la envalentoné, al momento de presentar la denuncia respectiva, que ella formalizó ante el juez penal. Tales causas han tenido sus conocidos efectos penales y también políticos, al mostrar sus hechos punibles, sus imposturas y mantenerlos hasta hoy en claras pindingas. ¡Kouri ya cumplió su pena, Fujimori y Montesinos siguen sentenciados, a penas de 25 años, con el marchito eros encadenado, en prisión!
Cuando trabajé en el Congreso, el 2000, en la comisión investigadora que integró César Acuña Peralta, no lo hice porque “odiaba” a los denunciados, a quienes no los conocía, ni nunca les estreché la mano. Tampoco se me puede achacar de “fanático”, ya que no tengo militancia partidaria alguna. No habrían buscado mi asesoría legal porque conocían de mis odios y tozudos fanatismos. Me mueven simple y únicamente sólidos imperativos categóricos morales y éticos, moldeados desde mi niñez, a influjo de mi madre Esther Díaz Gavidia, mi padre había muerto cuando yo frisaba los 5 años, en mi distrito cajamarquino, Catache, donde nací, reforzados en mi provincia Santa Cruz, luego en la universidad de San Marcos y finalmente en mis estudios de post grado en Europa. Llegué a visitar 45 países, en los cuales siempre reprobé la injusticia y sobre todo la corrupción, muy expandida en la faz de la tierra.
Así que señora Keiko Sofía Fujimori Higuchi, no es usted producto nocivo de mi “odio” o de mi “fanatismo”, o el de millones que la reprueban. Simple y llanamente la mayoría del pueblo peruano la ha identificado a cabalidad, como lo que es: ¡corrupta y con gruesos dineros de oscurísima procedencia! Su solo partido político, Fuerza Popular, ocupa 2 inmuebles que costaron US$ 2´480,000.00 dólares, adquiridos como por ensalmo.
Por eso, el electorado la desaprueba y no vota para ungirla inmerecidamente como presidenta del país, tal como sucederá con su hermano Kenji, si acaso osa seguir sus pasos. Sea más propio que me considere ¡promotor de la anticorrupción!, sin sueldo, ni paga alguna.
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