Por el contrario, la ofensiva desatada contra los maestros sólo provocó que las diferencias naturales al interior de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) quedaran en segundo plano y que los maestros recibieran un apoyo decidido de pueblos enteros, escuelas normales, estudiantes universitarios, defensores de derechos humanos, otros sindicatos y una amplia gama de organizaciones políticas y sociales que van desde colectivos anarquistas y comunidades indígenas hasta partidos político-electorales como el Movimiento Regeneración Nacional (Morena). El golpe de mano, lejos de debilitar a la organización magisterial, le generó solidaridad y apoyo. Siguen mal los cálculos de los brujos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), porque –aún acéfalo y todo– ha de seguir generando “información estratégica” para que el gobierno de Peña Nieto tome las decisiones que lo llevan a provocar y reprimir a las organizaciones sociales que se oponen a sus reformas.

Al momento, el gran perdedor es el gobierno federal y su secretario de Educación, Aurelio Nuño. Primero, porque ha quedado en evidencia la inviabilidad e inaplicabilidad de su reforma. Han dicho que el número de maestros movilizados en todo el país es de alrededor de 20 mil. Y que la Secretaría de Educación Pública (SEP) tiene listos ya a 26 mil profesores que suplantarán a los de la CNTE, a los cuales supuestamente tendrían que dar de baja al acumular cuatro faltas en 1 mes. Suponiendo que lo anterior sea verdad (claro que los profesores movilizados a estas alturas suman varias decenas de miles más), ¿esos supuestos 26 mil reclutados en las ciudades, capacitados al vapor y sin vocación magisterial, estarán dispuestos a ir a la Montaña de Guerrero, la Sierra Mixteca, la Sierra de Zongolica, la Selva de Chiapas, el Desierto de Sonora o la Sierra Tarahumara? Claro que no. Si despiden a los maestros movilizados, ¿dejarán a las escuelas de todas estas regiones sin clases? Es inviable que los despidan. Por ello a cuentagotas salen las “notificaciones” de separación de trabajo aplicadas a los maestros que resisten.

En segundo lugar, el gobierno de Peña Nieto arruina aún más su imagen internacional. No sólo aparece como violador de derechos humanos en la mayoría de los informes al respecto que realizan las organizaciones internacionales serias, gubernamentales o no gubernamentales. Habrá que recordar el título del más reciente, elaborado por la Open Society Justice Initiative: Atrocidades innegables: confrontando crímenes de lesa humanidad en México. También se convierte en un régimen con presos políticos, es decir, que está dispuesto a usar el aparato de procuración de justicia para encarcelar a quienes se oponen a sus decisiones y a quienes no puede someter. ¿Habrá alguien que crea que la detención de dirigentes de la CNTE no es a causa de su posición ante la reforma (laboral) educativa? ¿Y aquí no estarán los “líderes de opinión” preocupados, como dicen que lo están, por Venezuela? Ante los ojos del mundo, en México se castiga la disidencia y los aparatos represivos sirven para la seguridad del régimen, no del Estado.

Otros grandes perdedores son los partidos del Pacto por México. Fue en ese marco de acuerdos relámpago, a espaldas de la sociedad, en que se generó el desastre político y social que hoy se vive. Más allá de las escaramuzas electorales que de vez en vez protagonizan, los partidos que controlan las “instituciones” (Revolucionario Institucional, PRI; Acción Nacional, PAN; de la Revolución Democrática, PRD, y sus satélites) tienen cada vez menor legitimidad. Siguen “ganando” elecciones pero con menor cantidad de votos. Quien triunfa en cada proceso electoral es el abstencionismo. La separación entre la llamada “clase política” y el pueblo que gobierna (¿o debemos decir sojuzga?) es abismal. Pareciera que los funcionarios viven en un país y el pueblo en otro. Nada inmuta, en su soliloquio, a la clase política.

Los otros perdedores son los grandes consorcios mediáticos. Sus principales estrellas han hecho pasar como información vil propaganda e, incluso, abiertas mentiras para apuntalar el discurso oficial, criminalizar a los maestros que protestan y atemorizar a quienes dudan sobre si deben manifestarse o no. ¿Cuántos medios o líderes de opinión ofrecieron disculpas o al menos corrigieron con respecto de los maestros tuzados por “energúmenos” de la CNTE? Quedó claro que quienes perpetraron la agresión en Chiapas no fueron maestros de la CNTE sino integrantes de una organización cercana al Partido Verde Ecologista de México. Y también quedó claro que los maestros agredidos simpatizan con la CNTE y están en contra de la reforma (laboral) educativa. Y hasta la fecha, algunos “periodistas” siguen reproduciendo la versión inicial. Y con la detención del secretario general de la Sección 22, Rubén Núñez, y del secretario de Organización, Francisco Villalobos, otros “líderes de opinión” han celebrado que la CNTE haya quedado “acéfala”… Como si esta organización dependiera de un líder… Otro chasco se llevarán, porque la CNTE no puede estar acéfala, pueden detener a 100 maestros y 100 cubrirán las responsabilidades de los detenidos: el movimiento seguirá, posiblemente con más fuerza.

Es hora del diálogo serio. Así lo han dicho los miles de mixtecos que pararon e hicieron retroceder a los policías federales que intentaron llegar a la capital de Oaxaca. Es una muestra de que el conflicto apenas empieza y la CNTE está de pie.

Fuente
Contralínea (México)