Roma, Italia. El mundo se enfrenta a un enorme desafío: por un lado, la necesidad imperiosa de producir alimentos para la creciente población mundial; por otro, la presión de frenar y revertir la desaparición de los bosques, tan necesarios para la vida humana como para cubrir las necesidades de su dieta.
Baher Kamal/Inter Press Service
Los bosques desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de la agricultura sostenible por varios factores: los ciclos del agua, la conservación de suelos, el secuestro de carbono, el control natural de pestes, la incidencia en los climas locales y la preservación del hábitat de los polinizadores y otras especies.
Pero la agricultura es responsable de la mayor parte de la deforestación.
En las regiones tropicales o subtropicales, la agricultura comercial y la de subsistencia son responsables de 40 por ciento y 33 por ciento respectivamente de la conversión de bosques, y el restante 27 por ciento de la deforestación ocurre por el crecimiento urbano, la expansión de infraestructura y la minería.
Para lograr los dos objetivos, las agencias de la Organización de las Naciones Unidas encargadas de la alimentación y la agricultura ofrecen datos específicos que hablan por sí mismos.
“La agricultura sigue siendo la principal responsable de la deforestación y urge la necesidad de promover interacciones más positivas entre ella y la silvicultura para construir sistemas agrícolas sostenibles y mejorar la seguridad alimentaria”, subrayó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés).
Ése fue el mensaje principal del informe El estado de los bosques del mundo, presentado el 18 de este mes en la apertura de la sesión del Comité Forestal de la FAO (COFO, por su sigla en inglés), un foro semanal que terminó el pasado 22 de julio.
La agricultura ocupa un lugar importante en la retórica sobre los bosques, pero la FAO subraya que estos cumplen con muchas funciones ecológicas vitales que benefician a la propia agricultura a la vez que incentivan la producción de alimentos.
El hecho es que los bosques bien gestionados tienen un potencial enorme para promover la seguridad alimentaria.
Además de su vital aporte ecológico, señala el informe de la FAO, los bosques son un medio de subsistencia para las comunidades rurales y una forma de aliviar la pobreza al permitir generar ingresos mediante la elaboración de productos forestales y servicios ambientales.
Unas 2 mil 400 millones de personas emplean leña para cocinar y potabilizar agua. Además, los bosques ofrecen proteínas, vitaminas y minerales a las comunidades y son una alternativa en casos de escasez de alimentos.
Desde 1990, más de 20 países lograron mejorar la seguridad alimentaria a la vez que mantuvieron o mejoraron su cobertura vegetal, demostrando que no es necesario talar árboles para producir alimentos, según el informe.
Los 12 países que aumentaron su cobertura vegetal son: Argelia, Chile, China, República Dominicana, Gambia, Irán, Marruecos, Tailandia, Túnez, Turquía, Uruguay y Vietnam.
“Su éxito se basó en un conjunto de herramientas: marcos legales efectivos, garantías en la tenencia de la tierra, medidas para regular el cambio de uso de la tierra, incentivos para la silvicultura y la agricultura sostenible, fondos adecuados y definiciones claras sobre roles y responsabilidades de gobiernos y comunidades locales.”
El informe presenta siete estudios de casos, Chile, Costa Rica, Gambia, Georgia, Ghana, Túnez y Vietnam, que ilustran las oportunidades de mejoras en la seguridad alimentaria, así como el aumento o mantenimiento de la cobertura vegetal.
Seis de esos países lograron cambios positivos entre 1990 y 2015 en dos indicadores de seguridad alimentaria, la prevalencia de personas subalimentadas y el número de personas subalimentadas, así como en el aumento de la superficie forestada.
En el caso de Gambia, el único país de bajos ingresos de los siete mencionados, logró el primer objetivo de reducir a la mitad la proporción de personas con hambre en ese período.
Vietnam, por ejemplo, implementó una exitosa reforma agraria para garantizar la tenencia de la tierra, como forma de impulsar la inversión a largo plazo.
El proceso se acompañó de un cambio la gestión forestal, de la silvicultura estatal a una de múltiples actores con la participación de las comunidades locales, incluido un programa de asignación de áreas boscosas y contratos para su protección con los residentes locales.
La reforma agraria también se acompañó de instrumentos para aumentar la productividad agrícola, como exoneraciones impositivas, préstamos blandos, promoción de las exportaciones, garantías de precios, apoyo a la mecanización y reducción de las pérdidas de cultivos cosechados.
En Costa Rica, la deforestación alcanzó su máximo en la década de 1980, principalmente por la conversión de bosques en áreas de pastura.
El país logró revertir esa tendencia gracias a una ley forestal, que prohíbe cambios en el uso de los bosques naturales, y a un sistema de Pagos de Servicios Ambientales, que ofrece a los agricultores incentivos para plantar árboles y apoyo para la conservación forestal.
Gracias a esas medidas, la cobertura forestal aumentó a casi 54 por ciento de la superficie del país en 2015.
En Túnez, los planes de desarrollo nacional reconocen los beneficios de los bosques para proteger a la tierra de la erosión y de la desertificación.
La producción agrícola aumentó con la intensificación, que mejora el uso de las tierras cultivables existentes mediante la irrigación, los fertilizantes, la mecanización, las mejores semillas y prácticas agrícolas.
Los incentivos para fomentar la plantación de árboles incluyen distribución gratuita de semillas y compensaciones por la pérdida de ingresos derivados de la agricultura.
Los temas clave de la sesión de esta tercera semana de julio del Comité Forestal de la FAO buscan responder directamente a los acuerdos históricos de 2015 e investigar cómo los bosques y la gestión sostenible pueden contribuir al logro de los objetivos de desarrollo acordados por la comunidad internacional.
En la Semana Forestal Mundial, el comité evalúa cómo aprovechar mejor el potencial de los bosques, incluido su contribución al sustento, a la seguridad alimentaria, al empleo, a la igualdad de género y a muchos otros de los objetivos de desarrollo incluidos en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París. (Traducción de Verónica Firme)
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter