La verdad sea dicha, la idea de almacenar ojivas nucleares en suelo rumano no parece ser del agrado de los habitantes de ese país. Con razón: durante su pertenencia al Pacto de Varsovia –agrupación estratégica de los países del Este liderada por Moscú– Rumania se negó a albergar las instalaciones del sistema balístico soviético. Bucarest había firmado y ratificado el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), que prohíbe el estacionamiento de armas atómicas en el suelo de las partes contratantes. ¿Se puede hablar de una violación flagrante del TNP en el caso de los aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)?

Conviene volver a la fuente: la información publicada por EurActiv, portal especializado en noticias y comentarios sobre la Unión Europea y la Alianza Atlántica. Sus redactores suelen utilizar fuentes fidedignas, tanto comunitarias como estadunidenses. En la mayoría de los casos, la veracidad de la información está avalada por la acción institucional de Bruselas o por las medidas adoptadas por los gobiernos de la Unión.

En el caso de los artefactos nucleares de Incirlik, los autores del informe aseguran haber consultado dos fuentes distintas que corroboran la versión: Estados Unidos está trasladando parte del arsenal atómico de la base turca, concretamente bombas de hidrógeno B61, a las recién inauguradas instalaciones de Deveselu, que albergan uno de los eslabones clave del escudo antimisiles.

Para los estrategas rumanos, el informe forma parte de una enorme manipulación, basada en un gigantesco embuste. Deveselu no tiene capacidad de almacenamiento suficiente. Habitualmente, las armas nucleares necesitan silos especiales, con muros de un grosor determinado e instalaciones de aire acondicionado. Pero la base rumana no cuenta con instalaciones idóneas.

Otra opción sería el aeropuerto militar de Constanza que, hoy por hoy, carece de estructuras adecuadas. Huelga decir que, en ambos casos, los habitantes no han notado movimientos inhabituales.

Tanto el ministro de Defensa rumano como el portavoz de la Cancillería desmienten rotundamente las informaciones de EurActiv. Meras especulaciones, afirman; campaña de desestabilización a escala internacional, destinada a fomentar el deterioro de la imagen del país. Sin embargo, los rumanos recuerdan que en el caso de las cárceles secretas de la CIA [Agencia Central de Inteligencia], el gobierno de Bucarest fue incapaz de ofrecer una versión creíble y coherente. La opinión pública sigue esperando una explicación.

Estados Unidos es consciente de haber perdido el control de Turquía; el país se ha cambiado de bando, está en el campo de Rusia, afirma el periodista Georgui Gotev, uno de los autores del informe, quien asegura que el affaire de las armas nucleares podría considerarse irrelevante comparado con los espectaculares cambios geoestratégicos que se están avecinando en el Sureste europeo y el Cáucaso.

De todos modos conviene recordar el secretismo que rodea las actividades del ejército y los servicios de información estadunidenses en la región. Un ejemplo: el supuestamente inseguro personal civil o militar de la base aérea de la OTAN de Incirlik jamás tuvo acceso a las instalaciones ultrasecretas (¡nucleares!), custodiadas constantemente por vigilantes transatlánticos.

Las respuestas a la incógnita de Develesu habrá que buscarlas, pues, en… Washington.

Fuente
Contralínea (México)