El general Ali Mameluk, jefe de la Seguridad siria, llegó el 16 de octubre de 2016 al Cairo en visita oficial. Allí se reunió con su homólogo egipcio con quien abordó la lucha contra los yihadistas, cuya matriz, la Hermandad Musulmana, fue creada precisamente en Egipto, en 1951, por los servicios secretos anglosajones.

La Hermandad Musulmana que hoy conocemos retomó el nombre de la cofradía secreta creada en 1928 por Hassan al-Banna, que había sido disuelta en 1949, después de haber desatado una ola de asesinatos que costó la vida, entre otros, a un primer ministro egipcio.

El pasado 8 octubre, Egipto votó a favor de los dos proyectos de resolución sobre Siria presentados respectivamente por Francia y Rusia en el Consejo de Seguridad de la ONU. Al ser sometidos a votación, ambos proyectos fueron rechazados en un cruce de vetos [1].

La historia reciente de Egipto puede calificarse de caótica.
 En 2011, ese país fue objeto de una «revolución de color» organizada por la NED (la “ONG” estadounidense National Endowment for Democracy) que llevó a la dimisión del presidente Mubarak [2].
 Egipto sufrió después un golpe de Estado de la Hermandad Musulmana, que chantajeó a la Comisión Electoral durante la elección presidencial obligándola a proclamar presidente a Mohamed Morsi, cuando en realidad este miembro de la Hermandad Musulmana había perdido la elección [3].
 Finalmente, un nuevo golpe tuvo lugar en Egipto cuando el ejército destituyó al presidente Morsi, a pedido de todos los partidos políticos del país, con la única excepción de la Hermandad Musulmana.

El actual presidente de Egipto, el mariscal Abdel Fattah al-Sissi, comenzó prohibiendo la Hermandad Musulmana y luchando contra ella. Presentó a Arabia Saudita pruebas de que una facción de la cofradía estaba conspirando para derrocar la monarquía wahabita. A cambio de esas pruebas, al-Sissi recibió del reino saudiota un importantísimo respaldo financiero para su país. Más recientemente, en abril de 2016, el presidente al-Sissi regaló al rey saudita Salman las islas de Tiran y Sanafir, desatando con ello una importante ola de rechazo en Egipto [4]. Un tribunal egipcio invalidó la decisión del presidente al-Sissi, y esta se halla actualmente en suspenso.

A pesar de sus compromisos en ese sentido, el actual presidente egipcio no ha logrado luchar eficazmente contra la Hermandad Musulmana ni proteger a los cristianos frente a los actos de violencia de esa cofradía, aunque ha instaurado una represión dirigida tanto a luchar contra la cofradía como a defender una concepción tradicionalista de la sociedad egipcia.

El pasado 8 de octubre, Arabia Saudita reaccionó violentamente ante el respaldo de Egipto al proyecto de resolución que Rusia presentó en el Consejo de Seguridad de la ONU.

[1«Debate del Consejo de Seguridad sobre Siria (veto)», Red Voltaire, 8 de octubre de 2016.

[2Los dirigentes locales de la NED, entre ellos el estadounidense Robert Becker, fueron posteriormente juzgados y condenados en Egipto por conspirar contra ese país, antes de ser liberados y expulsados hacia Estados Unidos.