Una de ellas en el 2006 cuando candidato presidencial, Calderón pactó con Peña para que éste –entonces gobernador del Estado de México– le obsequiara más de 200 mil votos que necesitaba el panista para cuando menos emparejar a López Obrador, pues el tabasqueño iba adelante. Así fue como apretadamente, a Calderón le dan el triunfo en 2006. Previamente Peña-Calderón se habían reunido para la negociación que implicó el segundo episodio, y es que siendo Calderón presidente pagaría el favor con otro en 2012: descobijar a la candidata panista Josefina Vázquez Mota y ayudar-favorecer a Peña para que éste ganara las elecciones. Lo que sucedió. Pero la etapa tercera es que en la ya muy cercana competencia presidencial del 2018, Peña deberá aplastar al candidato del PRI para que gane Margarita Zavala Gómez del Campo.

A menos que Peña no cumpla esa parte del pacto. Y traicione a Calderón, lo cual es más que una posibilidad, perturbada por la victoria de Trump; y ante la cual Peña no sabe si cumplir su palabra o con un candidato idóneo apoyar el triunfo del PRI en las elecciones presidenciales del 2018. Videgaray ya no es gallo. Tampoco Osorio Chong. Ni la Ruiz-Massieu. ¿Meade Kuribreña? Y ya sin Carstens, se necesita un político capaz de afrontar los graves problemas que nos aquejan y no lo hay entre los peñistas, lo cual hace que Peña tenga que desempolvar su compromiso del 2012 con su amigo-adversario de entonces: Manlio Pablo Beltrones Rivera.

Pero ahora me ocupo de la hipótesis del periodismo de investigación de Álvaro Delgado en su libro El amasiato. El pacto secreto Peña-Calderón y otras traiciones panistas. El periodista logró, con los eslabones que fue encontrando como hechos, forjar una cadena que nos lleva a otra hipótesis; y es la que Peña pactó con Calderón que en el 2018 sea el PAN el triunfador en las elecciones presidenciales con Margarita Zavala como presidenta de la República. Solamente que los hechos, pues, sirven para “subvertir el orden político establecido”. Y que con la irrupción de Ricardo Anaya buscando la candidatura panista presidencial, el pacto Peña-Calderón-Margarita, se queda sin materia y Peña esté libre para postular candidato priísta. Y que Calderón-Zavala se hagan bolas, yéndose Margarita por la libre como independiente. En esta nueva configuración, entonces lo de “¡Primero el PAN!” podría estar ya sin efecto. Aunque faltan, todavía acontecimientos, como que Calderón y su parte del PAN anulen al hablantín de Anaya; con lo cual Peña, si se da lectura detenida sacando conclusiones de la investigación de Álvaro Delgado, entonces la traición del inconsciente del mexiquense tendría que cumplirse.

“Eran cerca de las 10 de la noche cuando los dos políticos llegaron casi simultáneamente a la suite del hotel Nikko, en Polanco, sede del cónclave secreto. –Hola, Felipe– saludó Enrique Peña Nieto.

“—Qué tal, Enrique– devolvió Felipe Calderón, tensos los dos. Faltaban pocas semanas para la elección presidencial de 2006 y una atmósfera envenenada se extendía en México. Al encuentro insólito llegaba cada uno con su equipo. Peña Nieto, gobernador del Estado de México, iba con Luis Videgaray y Jesús Murillo Káram. Acompañaban a Calderón Juan Camilo Mouriño, coordinador de su campaña, y Ulises Ramírez, alcalde con licencia de Tlalnepantla, artífice ce la reunión y del pacto que esa noche se cerró.

“El miedo a la victoria de Andrés Manuel López Obrador, el candidato de la izquierda, los convocaba, El priísta Roberto Madrazo iba en picada y Peña Nieto, con apenas 10 meses como gobernador, pero que ya diseñaba su futura candidatura presidencial, se unió a Calderón.

“Ahí se definió la Presidencia de la República, se ufana Ulises Ramírez cuando narra este episodio histórico, reservado desde entonces a ese pequeño grupo de políticos, a quienes Peña y Calderón ordenaron mantener en secreto para siempre.

“En la reunión que tuvieron a solas durante hora y media, Peña y Calderón hablaron también del futuro de Margarita Zavala, mujer de éste y prima política de Videgaray.”

Todo el texto del periodista-reportero Álvaro Delgado, completa los anteriores hechos y la hipótesis que se deduce de ellos, confirmada con el lapsus lingue de “¡Primero el PAN!”, que le salió del inconsciente a Peña Nieto.