Debo al estudioso y traductor de Hans Kelsen (de cuyos 38 ensayos no ha logrado la autorización) Ariel Peralta García, toda esa bibliografía y una copia, aún en alemán, sobre el estudio de 1905 que elaboró Kelsen para analizar, jurídicamente y a la luz ya desde entonces de las concepciones kelsenianas que revolucionaron al derecho, en el antes y después de Hans Kelsen (1881-1973), que como un libro lleva el título La teoría del Estado de Dante Alighieri, quien escribió su obra De Monarchia (1265-1321), o sea, De la monarquía, donde Dante expone sus reflexiones más político-religiosas que jurídicas y mucho menos democráticas, porque los monarcas todo se lo debían a la religión cristiana-católica antipapal. El ilustre austriaco Hans Kelsen se radicó en Viena y luego en Colonia al tratar de ponerse a salvo del nazismo; poder e ideología al que sirvió Carl Schmitt, y con quien Kelsen tuvo profundas desavenencias que aterrizaron en su obra ¿Quién debe ser el defensor de la Constitución (en español en Tecnos), donde Kelsen dio cátedra científica e histórica al nazi Schmitt, cuando éste publicó En Defensa de la Constitución, donde sostiene que el único defensor de la Constitución debería ser el führer Adolfo Hitler, para avalar la salvaje autocracia del nazismo.
II. Hans Kelsen, pues, escribe y publica su primer libro jurídico-político sobre La monarquía del Dante florentino que andaba en el exilio. Y mientras escribía su insuperable y admirable La comedia, que la posteridad agregó a ese título lo de “Divina” como se le conoce; y que en español está en las obras completas de la biblioteca de autores cristianos en traducción de Nicolás Ruiz. Y en la no menos magnífica edición de Carlos Lohlé, en dos tomos en su versificación, por Ángel J Battistessa. En la primera citada, La divina comedia aparece en prosa y verso. Y en ésta también, el texto completo de Monarquía. En ésta, Kelsen critica el pobre concepto que maneja Dante sobre el Estado y donde las relaciones del poder con la sociedad es de simples relaciones del monarca con disposiciones que no logran integrar un orden jurídico. Pero aparecen indicios de las dos necesarias condiciones para la convivencia social. Los ensayos que lúcidamente Kelsen realiza sobre ese trabajo de Dante, son ya para entonces sólidos conocimientos de lo que vendría a ser su fabulosa obra del derecho como una técnica, como un medio para hacer posible los fines de la política en todas sus manifestaciones: económicas, culturales, científicas, etcétera, que constituyen al Estado como ese ordenamiento jurídico con su factor común: una Constitución.
III. Es decir, una Constitución por lo general escrita, o como en algunos estados con sus resoluciones que se van compilando. Pero nunca es el jus metafísico del mal llamado “derecho natural” el fundamento del Estado como quiere Dante en De la Monarquía. Siendo ésta forzosamente una teoría jusnaturalista, y por lo mismo tan falsa como la metafísica donde también abrevaron para apoyarla: Aristóteles, Cicerón, San Agustín, Santo Tomás y de vez en cuando a Tito Livio. Pero indudablemente su fuente son las Sagradas Escrituras. Toda esa estructura es derribada por Kelsen, quien así muestra que no hay nada innovador en esa teoría dantesca y en cuyo libro debería, también, aparecer la frase: “Dejad toda esperanza, los que entráis”. Esto no impide que sea leída la obra de Dante Alighieri. Y sobre todo, por ningún motivo dejar de leer y estudiar La divina comedia, donde aparece el italiano históricamente inmortal. Y florentino como Nicolás Maquiavelo.
Ficha bibliográfica:
Autor: Dante Alighieri
Título: De monarquía
Editorial: Biblioteca de autores cristianos, seis ediciones, 2002
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