I. No hay como volver sobre las páginas de un libro ya leído pues, con la secunda lectura (y repaso de lo subrayado), el lector comprende mayormente al autor. Por eso los estudiantes repasan en sus libros y apuntes lo que sus maestros les enseñan, sirviendo para la función intelectual de “educar es enseñar a crear y no a repetir” (La Pedagogía Social de Pablo Natorp, de la Escuela de Pensadores Kantiana de Marburgo, que coordinaba Hermann Cohen, Erneste Cassirer, etcétera, y desde Austria: Hans Kelsen). Así que he vuelto sobre las casi 600 páginas de La Sociedad Despolitizada, de Nicolás Tenzer, resultado de sus conferencias en el Instituto de Estudios Políticos de París, Francia, y quien fue presidente del Centro de Estudio y Reflexión para la Acción Política (tan actualizada por la presencia en las calles parisinas de los trabajadores contra la derechización de los fines laborales; y las luchas contra las contrarreformas educativas-laborales en Argentina, Chile y México). Texto sustentado en que “la necesidad de la política es porque con ella se acostumbra a la necesidad de pensar”. Y actuar. Y es que “si la política se derrumba –y con ella el ámbito público–, es porque ya no hay interés en los asuntos comunes y porque la propia sociedad se disgrega”.
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II. Los atolladeros de las doctrinas políticas y sociales; El fin o fines de las diferencias, y Las obligaciones del mundo universal, se titulan las tres partes del libro que desarrollan, entre otros temas: “Liberalismo político”; “Estado y sociedad civil”; “Los derechos del hombre”; “Totalitarismo e ideología”; “Mayo de 1968”; “¿Un final de la política? La crisis de la autoridad”; “¿Hacia la era de la comunicación universal?”; “El trabajo a costa de la humanidad”. El autor se apoya bastante en la obra política de Hannah Arendt, la exploradora de lo que hoy sería la bipolaridad de mujeres y hombres que ella calificó como: “la banalidad del mal”; porque somos poseedores de lo que los griegos llamaron la virtud política para ejercer el bien y para ejercer el mal, capaces de virtudes y miserias políticas que rematan en el totalitarismo. “El liberalismo político ocupa un lugar central en la historia de las grandes doctrinas políticas, pues sin doctrina de la libertad no habría existido pensamiento político ni, por tanto, política”.
III. “El derecho entre tradición y política”, es un capítulo sobresaliente, donde faltó la obra de Hans Kelsen; empero, logra sostener que “el hombre habita jurídicamente la tierra… el derecho está formado por instituciones y leyes coactivas de manera sistemática… producto del matrimonio entre la libertad y la razón, lo cual permite fundar un equilibrio de derechos y deberes… La primera misión de los políticos es construir un orden jurídico… pues la finalidad de la historia, según Kant, es el reino del derecho… La fuerza del derecho, sostenido por la política está en suscitar él mismo las evoluciones sociales”. Pero le faltó agregar: incluso las revoluciones. Así, por ejemplo, el Artículo 39 de nuestra Constitución dice: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”; que puede hacer pacífica o revolucionariamente, de manera jurídica. Y puesto que el hombre es un animal político, en cualquier régimen hemos de actuar con arreglo a medios jurídicos para normar la conducta de gobernados y gobernantes. Ésta es una crítica a despolitizar a la sociedad; contra aquellos que para descalificar o reprimir, alegan que un asunto público se “ha politizado”, y estúpidamente exigen su pureza por la vía de la despolitización.
Ficha bibliográfica:
Autor: Nicolás Tenzer
Título: La sociedad despolitizada (traducción del francés por Irene Agoff)
Editorial: Paidós
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