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II. Los atolladeros de las doctrinas políticas y sociales; El fin o fines de las diferencias, y Las obligaciones del mundo universal, se titulan las tres partes del libro que desarrollan, entre otros temas: “Liberalismo político”; “Estado y sociedad civil”; “Los derechos del hombre”; “Totalitarismo e ideología”; “Mayo de 1968”; “¿Un final de la política? La crisis de la autoridad”; “¿Hacia la era de la comunicación universal?”; “El trabajo a costa de la humanidad”. El autor se apoya bastante en la obra política de Hannah Arendt, la exploradora de lo que hoy sería la bipolaridad de mujeres y hombres que ella calificó como: “la banalidad del mal”; porque somos poseedores de lo que los griegos llamaron la virtud política para ejercer el bien y para ejercer el mal, capaces de virtudes y miserias políticas que rematan en el totalitarismo. “El liberalismo político ocupa un lugar central en la historia de las grandes doctrinas políticas, pues sin doctrina de la libertad no habría existido pensamiento político ni, por tanto, política”.

III. “El derecho entre tradición y política”, es un capítulo sobresaliente, donde faltó la obra de Hans Kelsen; empero, logra sostener que “el hombre habita jurídicamente la tierra… el derecho está formado por institucio­nes y leyes coactivas de manera sistemática… producto del matrimonio entre la libertad y la razón, lo cual permite fundar un equilibrio de derechos y deberes… La primera misión de los políticos es construir un orden jurídico… pues la finalidad de la historia, según Kant, es el reino del derecho… La fuerza del derecho, sostenido por la política está en suscitar él mismo las evoluciones sociales”. Pero le faltó agregar: incluso las revoluciones. Así, por ejemplo, el Artículo 39 de nuestra Constitución dice: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”; que puede hacer pacífica o revolucionariamente, de manera jurídica. Y puesto que el hombre es un animal político, en cualquier régimen hemos de actuar con arreglo a medios jurídicos para normar la conducta de gobernados y gobernantes. Ésta es una crítica a despolitizar a la sociedad; contra aquellos que para descalificar o reprimir, alegan que un asunto público se “ha politizado”, y estúpidamente exigen su pureza por la vía de la despolitización.

Ficha bibliográfica:

Autor: Nicolás Tenzer

Título: La sociedad despolitizada (traducción del francés por Irene Agoff)

Editorial: Paidós