La Escandón tiene orígenes más humildes que los de las colonias Roma, Hipódromo, Condesa y Nápoles, que actualmente son habitadas en su mayoría por gente de estratos sociales más elevados. Colonias que por diversas razones están de “moda” para vivir y esparcirse. Hasta hace algunos años la Escandón se mantenía más emparentada con los barrios de Tacubaya, San Pedro de los Pinos e incluso San Miguel Chapultepec. La Escandón se encuentra en medio de todas estas colonias. Ante el florecimiento inmobiliario y el consecuente incremento del costo de las viviendas en la Roma, la Condesa y la Hipódromo, principalmente, la Escandón se ha transformado en los últimos 5 años; se han demolido viejas casonas y vecindades para dar paso a desarrollos departamentales de semilujo, en lo que intenta ser una reproducción de las viviendas que amparan el estilo de vida de las colonias colindantes más pujantes. Lo que ha incrementado el arribo al barrio de gente con mayores recursos económicos que los pobladores que por generaciones han habitado la colonia.

La llegada de personas con más dinero ha incentivado a los desarrolladores inmobiliarios a incrementar los precios de las residencias que erigen, con el consecuente aumento del costo de los predios para venta, así como de las rentas de viviendas y locales, lo que está generando un desplazamiento de los habitantes más antiguos y de menores recursos debido al encarecimiento de la vida. Es común en estos días ver desalojos de vecindades y gran cantidad de obras en edificación, varias de las cuales son constantemente suspendidas debido a la inconformidad de los colonos por las irregularidades en sus permisos de construcción, asunto en el que las autoridades deben tener mayor vigilancia y estricto apego a la ley.

A lo anterior se suma un incremento de la criminalidad en la zona, y no es sólo lo que se lee en los periódicos, como el caso reseñado al principio. Es lo que se comenta entre los vecinos, los asaltos de que se es testigo o los que se han sufrido –este escribiente y familiares fuimos objeto de una irrupción y robo en nuestra vivienda hace 2 meses–, y aunque se levantó la denuncia correspondiente no ha habido resultados. Y es que las autoridades no proceden con la misma celeridad en todos los casos, lo que seguramente se debe a las particularidades de cada evento y no a otras situaciones. Por ejemplo, en enero del presente año la hija de Xóchitl Gálvez, delegada de Miguel Hidalgo, sufrió un asalto; ella y otra persona fuero amagadas y despojadas de su auto a unas cuadras de mi vivienda (www.proceso.com.mx/469670/ssp-recupera-en-menos-una-hora-camioneta-robada-a-hija-xochitl-galvez), y en un tiempo muy breve su unidad fue rastreada, incluso aún antes de que los afectados interpusieran la denuncia y en menos de una hora fue recuperada por la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), en otra delegación; tanta eficiencia no ha sido posible en otros casos.

En marzo los colonos realizaron una protesta en avenida Patriotismo por la grave inseguridad que se vive en la colonia. Hasta ahí fue la delegada y se comprometió a mejorar la seguridad, aunque se excusó por no poder asumir la responsabilidad de la SSP, pero dijo que haría lo posible para que la colonia sea más vigilada por la policía. Recordó el incidente sufrido por su hija. Lo que olvidó mencionar a los vecinos fue la prontitud de la SSP para resolver ese crimen (www.eluniversal.com.mx/articulo/metropoli/cdmx/2017/03/5/protestan-por-aumento-de-asaltos-en-la-escandon). A partir de esa protesta, por órdenes de la delegada se han realizado reuniones con personal de la delegación, así como de Protección Civil y la SSP con los colonos de la demarcación.

Estas juntas denominadas “reuniones informativas” se llevan acabo en el auditorio delegacional. El formato es que los vecinos de determinadas colonias expongan a las autoridades las problemáticas que sufren en cuanto a inseguridad. Pero a pesar de la buena voluntad delegacional, la recepción de quejas se vuelve un asunto infértil, en el que las autoridades no tienen respuestas concretas, no plantean posibles soluciones y se limitan a decir que el índice de criminalidad ha bajado, y que esas reuniones son una propuesta nueva por lo que ellos –las autoridades– aún no saben como proceder. Los ciudadanos esperamos más que ser escuchados, requerimos soluciones concretas contra la inseguridad. Las autoridades se deben a su comunidad y su obligación es responder con hechos a los agravios sufridos por sus gobernados. Los funcionarios han mencionado insistentemente el programa Kit de Prevención Integral del Delito, que incluye alarmas vecinales y luminarias de fachada; la instalación de alarmas y alumbrado de las casas va por buen camino, pero la delegada debe saber que los criminales ya no actúan más en la oscuridad y delinquen de día o de noche aún con la mayor iluminación posible.

Claro que el incremento del crimen en la Escandón no es un fenómeno aislado, desde el inicio del año la incidencia delictiva en la Ciudad de México se ha incrementado considerablemente (www.cronica.com.mx/notas/2017/1015157.html), pero baste el ejemplo como muestra de la descomposición social que aqueja a la capital del país y que ha depreciado el estilo de vida tranquila que ofrecían algunos barrios de la gran urbe. Incluso ahora en la colonia los vecinos tienen ubicadas zonas que consideran de riesgo, principalmente las colindantes a Viaducto y Tacubaya, que ya son conocidas por los recurrentes asaltos con violencia a transeúntes, el robo de autos y casas habitación; lo que indica que la situación en la colonia se agrava. Esperemos que Xóchitl Gálvez privilegie el derecho ciudadano a la seguridad, actúe como la delegada comprometida que dice ser y revierta la situación de inseguridad en la colonia y la delegación.