El Congreso del Diálogo Nacional Sirio no solucionó el conflicto, pero barrió a los grupúsculos que pretendían representar a los sirios cuando realmente están al servicio de Occidente. También arrojó un consenso, al que llegaron los representantes de casi todos los sirios, y decidió la creación de una Comisión Constituyente. Las bases para la paz están creadas, pero sin los occidentales.
Por primera vez desde el inicio del conflicto, en 2011, 1 500 delegados sirios de todos los orígenes y confesiones y de casi todas las opiniones políticas se reunieron en una conferencia, que se desarrolló en Sochi: el Congreso del Diálogo Nacional Sirio.
Esta iniciativa del presidente Vladimir Putin estuvo patrocinada por Irán, Rusia y Turquía [1]. Fue denigrada e incluso rechazada, sin motivo justificado, por las demás potencias implicadas en la guerra. De hecho, la idea misma de una conferencia intersiria las excluía del proceso de paz.
¿Fue un Congreso representativo de las minorías?
Los partidarios de la guerra ejercieron múltiples presiones para evitar que este Congreso fuese representativo del pueblo sirio. Los extranjeros, incluyendo a los rusos, creen que Siria alberga una serie de minorías que aspiran a la autonomía. Se hallarían en ese caso los kurdos y los drusos. Pero esa visión de las cosas no tiene en cuenta en qué consiste el proyecto sirio desde hace varios miles de años.
El territorio asiático que se extiende desde el oeste del Éufrates hasta el Sinaí está poblado por una multitud de minorías. Entre ellas están ciertamente los kurdos y los drusos, pero también se cuentan entre esas minorías los turcomanos, chechenos, georgianos, beduinos, armenios, etc., etc… Todas esas minorías étnicas se componen a su vez de minorías religiosas de confesiones muy antiguas, como la de los alauitas –cristianizados y posteriormente islamizados–, cristianos de todo tipo de iglesias y musulmanes sunnitas y chiitas. Situado entre los cinco mares, este territorio es un lugar de paso obligado, tanto para comerciantes como para conquistadores.
A lo largo de su historia, estos pueblos abrazaron un proyecto común y ese proyecto se llama Siria. Aprendieron que se necesitan entre sí para resistir frente a todo tipo de invasores. En todas partes se mezclaron, tanto que al principio del siglo XX ninguna minoría se identificaba con alguna región en particular. Fueron los colonizadores británicos y franceses quienes pretendieron convertir Palestina en «hogar judío», el Líbano en un Estado cristiano y Jordania en país musulmán. En todo ese vasto espacio, sólo Siria conservaba, hasta hace no más de 10 años, esta profunda mezcla de etnias y credos.
Al preparar el Congreso de Sochi, los diplomáticos rusos pensaron primeramente, de forma espontanea, que para restaurar la paz bastaría con federalizar el país, asignando una parte a cada una de sus minorías. La conferencia iba a llamarse inicialmente «Congreso de los Pueblos de Siria». Pero, al conversar con unos y otros, tomaron conciencia de que la Historia de Siria es diferente a la de Rusia y de que, geográficamente, no es posible federalizar este país, que se basa precisamente en su mezcla de etnias y religiones. Por el contrario, los israelíes siguieron adelante con la idea de separar a los kurdos de los árabes, los franceses siguen queriendo establecer diferencias entre cristianos y musulmanes, etc. Al proceder de esa manera, esos actores exteriores estaban situando sus acciones en la continuidad de los acuerdos coloniales Sykes-Picot-Sazonov.
Instigados por esas potencias, los kurdos del PYD –el partido kurdo al que pertenecen las Unidades de Defensa del Pueblo (YPG)– boicotearon el Congreso de Sochi. Pero, contrariamente a la imagen que se ha divulgado en Occidente, aunque el PYD es el único partido político exclusivamente kurdo existente en Siria, también resulta que esa organización es minoritaria entre los kurdos de Siria. En la cultura nacional, todo partido de carácter étnico es ilegítimo y el PYD es una excepción.
En todo caso, los participantes en este Congreso eran todos personas electas por sufragio universal, o líderes de asociaciones, o personalidades reconocidas. Las invitaciones se distribuyeron de la manera más amplia posible, para no olvidar a nadie.
¿Fue un Congreso representativo de las opiniones políticas?
Cada una de las potencias implicadas en el conflicto apadrina a sirios encargados de representar sus intereses. Al principio, Turquía y Arabia Saudita organizaron y financiaron el «Consejo Nacional Sirio» en Estambul. Más tarde, cuando entra en juego Qatar, esa entidad se convirtió en la «Coalición Nacional de las Fuerzas de la Oposición y de la Revolución». A medida que se desarrollaban los acontecimientos aparecieron otros grupos, cada uno directamente manejado por un actor extranjero.
Un grupo se negó de antemano a participar en el Congreso de Sochi, el Alto Comité para las Negociaciones, que, contradiciendo lo que su nombre parece estipular, rechaza toda negociación. Ese «Comité» tiene su sede en Riad y representa los intereses sauditas –que, en el seno de la población siria, son supuestamente los intereses de las tribus beduinas del desierto que abarca territorios pertenecientes a Siria, Irak y Arabia Saudita. Ese «Alto Comité de Negociaciones», que ante las cámaras de televisión despliega una retórica demócrata, en realidad promueve los valores del desierto: el tribalismo, la religión única y el rechazo a la Historia.
La ausencia del «Alto Comité de Negociaciones» en Sochi muestra que es imposible extender a toda Siria los valores de su minoría beduina. Sin embargo, la coexistencia no es imposible, de hecho ya existió en el pasado una alianza entre el reino saudita y la República Árabe Siria. Es precisamente por esa razón que Riad Hijab –baasista hasta que los servicios secretos franceses lograron captarlo– preside el «Alto Comité». En Siria, Riad Hijab fue gobernador, ministro y presidente del Consejo de Ministros (no primer ministro como afirman los medios occidentales, que no entienden el sistema presidencial sirio). Proveniente de la misma tribu beduina que el rey de Arabia Saudita, Riad Hijab ya había experimentado antes de la guerra la coexistencia como solución, y había obtenido total satisfacción.
Hubo otro grupo que también boicoteó físicamente el Congreso, pero no lo anunció hasta que llegó a Sochi, y autorizó a una tercera parte para que lo representara. Se compone principalmente de unos cuantos miembros de la Hermandad Musulmana y de turcomanos y cuenta con el respaldo de Turquía. Ankara, que vacilaba en sacarlo a la luz, lo estimuló a denunciar la parcialidad de los organizadores del Congreso –entre los que estaba… la propia Ankara. Así que ese grupo estuvo ausente del Congreso, pero extendió un poder de representación… a los diplomáticos turcos.
Sus miembros plantearon como pretexto que en el logo del Congreso aparecía la bandera de la República Árabe Siria y se excluía la de ellos –que en realidad es la bandera de la colonización francesa, utilizada aún por algún tiempo después de la independencia de Siria. Con esa actitud mostraban el callejón sin salida en el que ellos mismo se han metido. Al asimilar la bandera de Siria al partido Baas y promover la bandera de la colonización expresaban su desdén por los héroes de la independencia y su propio sometimiento a la potencia que les paga: Turquía. Estos individuos se negaron a salir del aeropuerto de Sochi y, luego de hacer su show, regresaron a Estambul.
¿Se adoptaron en este Congreso acuerdos intersirios?
La respuesta es “no”… pero, de hecho, sí. La Declaración Final de 12 puntos [2] no contiene nada nuevo. Pero la firmaron todas las facciones sirias, exceptuando sólo el PYD kurdo y el Alto Comité de Negociaciones, ausentes porque optaron por no partipar en el Congreso. Algunos delegados de la oposición externa abuchearon al ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, mientras pronunciaba su discurso introductorio. Sin embargo, después de ese comportamiento infantil, cuyo único objetivo era llamar la atención ante las cámaras de las agencias occidentales, adoptaron la Declaración.
Incluso imaginando que los dos grupos ausentes fuesen mucho más representativos de lo que en realidad son, los participantes en el Congreso representaban como mínimo al 90% de los sirios, lo cual invierte por completo la ecuación diplomática. Aunque trataron de ridiculizar esta iniciativa, Estados Unidos, el Reino Unido y Francia no pueden ignorar el consenso demostrado en Sochi.
Hace 6 años que las facciones sirias venían discutiendo sin resultados. Eso es consecuencia, única y exclusivamente, de la existencia de un plan secreto, respaldado sucesivamente por la administración Obama y por la alta jerarquía de la ONU. Ese plan secreto buscaba la capitulación total e incondicional de la República Árabe Siria y el ascenso de la Hermandad Musulmana al poder, bajo la protección de la OTAN [3].
Los principales puntos del Plan Feltman
– abolición de la soberanía del Pueblo sirio;
– abrogación de la Constitución de la República Árabe Siria;
– destitución del Presidente (sólo se mantendría un vicepresidente con funciones estrictamente protocolares);
– disolución de la Asamblea del Pueblo;
– al menos 120 dirigentes serían declarados culpables y quedarían excluidos del ejercicio de cualquier función política (probablemente serían los que aparecen en la lista de personas bajo sanciones de la Unión Europea);
– la Dirección de Inteligencia Militar, la Dirección de Seguridad Política y la Dirección de la Seguridad General serían decapitadas o disueltas;
– los «prisioneros políticos» serían liberados y los tribunales antiterroristas serían eliminados;
– el Hezbollah y los Guardianes de la Revolución tendrían que retirarse de Siria.
Sólo después de cumplidas todas esas condiciones la comunidad internacional lucharía contra el terrorismo.En un periodo de 2 a 3 semanas se constituiría un «Órgano de Transición Gubernamental» que dispondría de todos los poderes políticos, ejecutivos, legislativos y judiciales. La composición de ese Órgano sería la siguiente:
– 2/5 serían representantes de la República Árabe Siria, incluyendo miembros de la oposición leal a la República;
– 2/5 serían representantes de la oposición no leal a la República
– y 1/5 serían personalidades de la sociedad civil designadas por un representante del secretario general de la ONU.Fuente: Sous nos yeux. Du 11-Septembre à Donald Trump, éditions Demi-Lune, 2017.
El Congreso de Sochi no adoptó ninguno de los puntos que aparecen en ese plan.
Los participantes en el Congreso decidieron, además, crear una Comisión Constituyente que contará 150 delegados designados por Ankara, Moscú y Teherán.
¿Influirá el Congreso de Sochi en
las negociaciones de Ginebra?
Esperando sabotear el proceso de paz, Francia organizó en París, el 23 de enero, una conferencia contra el presidente Assad. Se trataba de apoyar los informes de la Misión de la ONU sobre las Armas Químicas para acusar a Bachar al-Assad e impedir que sea candidato a continuar dirigiendo a sus conciudadanos. El mensaje del encuentro de París puede resumirse de la siguiente manera: Democracia sí… pero sin Assad [4]. No está de más recordar que la Mision de la ONU se negó a verificar in situ los elementos que presentó y que el Consejo de Seguridad rechazó sus informes [5].
Observemos también que Turquía no se limitó a representar a la delegación siria que envió de regreso a Estambul. Adepta del doble discurso y de los cambios de postura de último minuto, Turquía, coorganizadora del Congreso de Sochi, participó también en el encuentro de París.
Para que el consenso de Sochi tenga impacto en el terreno, tiene que contar con el aval de la ONU. Eso explica las maniobras tendientes a separar a las Naciones Unidas de ese proceso.
Sin embargo, a despecho de lo que algunos esperaban, Stefan de Mistura, el representante especial del secretario general de la ONU, fue a Sochi, reconoció la legitimidad del Congreso allí realizado y dio la bendición de su organización a la Comisión Constituyente. Si no da marcha atrás, se trata de un paso decisivo para la aplicación del plan que Assad había presentado el 12 de diciembre de 2012, plan que la comunidad internacional adoptó como Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU. Se trata también, por consiguiente, de una gran derrota para el número 2 de la ONU –el estadounidense Jeffrey Feltman– que viene actuando por debajo de la mesa desde hace 6 años –o más bien 13 años, aunque desde otras funciones– para forzar la República Árabe Siria a una capitulación incondicional.
¿Qué consecuencias diplomáticas tiene el Congreso de Sochi?
Las potencias que trataron de minimizar la importancia del Congreso de Sochi, porque temían que demostrara el papel central de Rusia y sus aliados –Turquía e Irán–, han perdido la apuesta. Nadie había sido capaz, hasta ahora, de reunir en un lugar tantas personalidades representativas del pueblo sirio. Nadie había logrado tampoco que grupos del interior de Siria y del exterior adoptaran un documento común. Sí, Rusia y sus aliados ocupan la posición central en el tablero, mientras que Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Arabia Saudita se excluyeron por sí mismos.
Arabia Saudita y Francia son los grandes perdedores de esta operación. El Alto Comité de Negociaciones, único representante de la oposición siria en las conversaciones de Ginebra, se ve ahora obligado a competir con el consenso de la casi totalidad de los sirios. El PYD, que Francia había logrado presentar –manipulando la imagen de las YPG– como representante de los kurdos de Siria, ha resultado no ser más que una de las tantas formaciones existentes, sin más representatividad política que la que le procuran las armas que le regala el Pentágono.
[1] “Sergey Lavrov’s opening remarks at a plenary meeting of the Syrian National Dialogue Congress”, Voltaire Network, 30 de enero de 2018.
[2] “Final statement of the Congress of the Syrian national dialogue”, Voltaire Network, 30 de enero de 2018.
[3] «Alemania y la ONU contra Siria», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire, 28 de enero de 2016.
[4] «Partenariat international contre l’impunité d’utilisation d’armes chimiques», Réseau Voltaire, 23 de enero de 2018.
[5] «Estados Unidos sigue mostrando su incapacidad para admitir la realidad en la ONU», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 21 de noviembre de 2017.
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