Érase una vez la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPCW, por su sigla en inglés) que en septiembre del año pasado declaraba haber constatado la destrucción completa de todo el programa ruso sobre las armas químicas, incluida la producción de agentes nerviosos, haciendo hincapié sobre la base de Kizner, hoy en día mencionada por la primera ministra del Reino Unido, Theresa May.

Esta declaración fue, en ese momento, también firmada por los ingleses. Ahora dicen aceptarla. Obviamente, se han ganado fuertes críticas del director general de la OPCW.

Lo que los ingleses no quieren que se sepa es que el Reino Unido, ya desde la época de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), ha producido gas nervioso en sus laboratorios del Porton Down’s Defense Science and Technology Laboratory.

Quien lo recuerda es nada menos que el exdiplomático Craig Murray: toda una vida en el Foreign Office, agente del MI6, y muy conocido por sus posiciones antirrusas, si pensamos en la cuestión de Crimea; pero que, con mucha probabilidad, no quiere hacer perder una supuesta imagen de credibilidad y decencia de su nación.

Murray ha llevado estos puntos de vista muy razonables:

Rusia ya no tiene la posibilidad de producir aquellos agentes. Además, la estructura del agente nervioso, que se dice que fue utilizado, es muy dudosa. Al parecer, se trata del “Novichok”, nombre desconocido en Rusia, ya que su único lugar y centro de producción, en Uzbekistan, fue desmantelado por una propia corporación estadunidense.
Rusia no tiene ningún interés político al querer crear este caso internacional y no tiene ningún interés particular para asesinar, luego de 8 años de que saliera del país, al exagente secreto que estaba con un perfil muy bajo y tranquilo en Londres. El exespía ya fue detenido y procesado en Rusia, condenado –ni siquiera a cadena perpetua– a 13 años de prisión. El sujeto era considerado por los rusos relativamente peligroso. Y fue objeto de un canje entre la inteligencia rusa y la británica. Porque hay que aclarar algo importante: Sergey Skripal fue una espía británico y no ruso.
Se sabe que hay, por lo menos, dos países occidentales que producen aquel gas y que tienen, por cierto, todo el interés de desacreditar a la Rusia de Vladimir Putin. Son Estados Unidos y el Estado sionista de Israel. En este sentido, el mencionado exdiplomático recuerda la larga lista de asesinatos en el exterior perpetrados por el Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales (Mossad).
¿Es posible que ningún periodista pueda explicar del porqué los servicios secretos rusos son –al parecer– tan burdos e inexpertos al intentar eliminar un exespía que desde años no le interesaba en absoluto, y en una forma así tan inusual, insegura y que deja huellas en todas partes?

Si esto es todo lo que saben hacer los servicios secretos rusos, déjenme decir algo a todos los historiadores que estudian los servicios de espionaje ruso desde los tiempos de los zares hasta hoy, pasando por los de la URSS: que se retiren de estos estudios, ya no hay nada que estudiar, ya que con esto es demostrable que los rusos son unos “incapaces” en las artes del espionaje.

Obviamente, no es así. Es evidente la contradicción, o más bien la mentira, el cinismo y la calumnia. Sin duda alguna, estamos ante una típica operación bajo falsa bandera (False Flag Operations): los rusos cumplen ataques químicas en el Reino Unido así como Assad realiza ataques químicos en Siria.

Este es el cuadro por el cual quieren manipular a la opinión pública internacional, pensando que nos pueden ocultar que Estados Unidos y el Reino Unido habían certificado que en Rusia y en Siria todas las armas químicas fueron eliminadas desde hace mucho tiempo.

Así que la representación imperialista y las palabras del embajador británico nos llevan directamente en Siria, donde podemos verificar este último punto del razonamiento de Craig Murray. Finalmente, la liberación de la Guta Oriental es vista como una tragedia por parte de Estados Unidos e Israel, de acuerdo con un artículo muy reciente del Jerusalem Post que titulaba: “The fall of Ghouta theatens Israel, US intereses and the West”.

Más claro no se puede, ¿no es cierto? Ahora bien, nadie puede decir con certeza quién está detrás de esta operación: si los del israelí Mossad, la estadunidense Agencia Central de la Inteligencia (CIA) o el británico MI6, ya que ni siquiera May sabe decir si fue Rusia.

Pero como ya sabemos, con el adverbio: “probablemente”, ya se han asesinado en un pasado no muy lejano a centenares de miles de civiles en Irak. Ustedes, por cierto, recordarán cuando Estados Unidos decía: “Probablemente Saddam tiene armas de destrucción masiva”, para luego escuchar: “Ah… lo sentimos mucho, es que nos equivocamos, lo sentimos”. Hoy May, con su “probablemente”, abre una gravísima crisis internacional con uno de aquellos actos cínicos y típicamente occidentales de grave indecencia política y diplomática que han puesto a estos gobiernos para nada creíbles frente a los ojos de todo el mundo y que ocultan algo más oscuro y grave. Oscuro y urgente, ya que las leyes y los acuerdos internacionales subscritos por parte de los miembros de la Convención sobre las Armas Químicas –y Rusia y Reino Unidos hacen parte de estos acuerdos– señalan que la nación que levanta una acusación debe tener las pruebas sobre la nación que se acusa, y esta tiene 10 días para poderse defender: y no las 24 horas de ultimátum de May, destacándose, así, por lo que ella representa: una criminal de las leyes internacionales.

Es más, May hace entender que es una ignorante e inculta, al olvidarse de las dos advertencias a la Cámara de los Lores hechas por el Mariscal Montgomery, el ganador inglés de la Segunda Guerra Mundial, cuando dijo: nunca y jamás hay que marchar sobre Moscú, nunca y jamás hay que marchar sobre Pekín.

Entonces, ¿por qué esta política suicida?

Estamos nuevamente en Siria. En Siria se está jugando algo más importante que un frente al mal llamado “eje chiíta” o la “seguridad de Israel”, según afirma el Jerusalem Post. De hecho, no se trata tampoco de las “nuevas vías de las setas” chinas. Hay algo más importante.

Si no, nadie podría entender el porqué de arriesgarse allá en Siria en una guerra abierta.

Están actuando nuevamente los especialistas de las operaciones de falsa bandera; de las provocaciones más cínicas y de la guerra mediática. Están trabando a su máximo nivel organizaciones como Amnesty International, Médicos Sin Fronteras, la CNN, Fox News, Televisa, El País… Todos trabajando para asesinar la verdad, creando fake news y fake words: creaciones monstruosas de mundos falsos para manipular a la opinión pública internacional y prepararla para la guerra contra Rusia y China. Y Siria se encuentra en la encrucijada de esta geopolítica imperial estadounidense.

En el momento en que se abrieron en Guta Oriental los denominados “corredores humanitarios”, éstos se han vuelto “corredores para huir”, a través de los cuales unas 3 mil personas cada hora pudieron abandonar el territorio controlado por los mercenarios del Estado Islámico hacia el territorio controlado por el gobierno constitucional de Damasco. En total fueron 50 mil personas.

Los testigos de estas huidas fueron ocultados por los principales medios de comunicación. Si alguien se pregunta quiénes son de verdad los mal llamados “rebeldes moderados” que tienen presos en un campo de concentración en cielo abierto en las poblaciones árabes en el Guta, es necesario citar al exdirector de la revista oficial del Vaticano Famiglia Cristiana, Fulvio Scaglione. Él nos cuenta el testimonio de Yola, monja nacida en Damasco en una familia originaria de Ghassanieh, en la provincia de Idlib, una pequeña aldea cristiana del Norte donde en 2013 fue asesinado el padre franciscano Francois Mourad y donde hasta hoy está ocupada por los terroristas de Al Nusra. Estamos en los barrios de Tabbaleh, Bab Touma y Dawaleh, aquí se concentran los cristianos. Y como muchos más cristianos y religiosos en Siria, que se recuerdan como antes de la guerra, en la Siria laica y socialista de Asad, las tres principales religiones monoteista –y las demás– coexistían pacificamente, también está indignada por la forma en la cual la guerra es contada a nivel mundial.

“Hoy, en el barrio de Jaramana, se dan los funerales para 12 civiles que fueron asesinados por los cohetes lanzados por los rebeldes en Guta. Hace dos semanas hubo unas detonaciones dentro de nuestra casa. Hace sólo pocos días otro cohete fue lanzado y ha derrocado un edificio en el otro lado de la calle y las ventanas de nuestra casa han explotado. Desde muchas semanas, cuando salimos de la casa no sabemos si regresaremos.

“Además, en este periodo, los terroristas han comenzado a atacar en cuanto las escuelas concluyen clases y salen los niños, para crear así aún más pánico. Sólo dentro de nuestro asilo, el año pasado hemos perdido cuatros niños, asesinados por bombas junto con sus padres y en el 2012 una niña, asesinada por un cohete cuando caminaba en la calle con su mamá, que era una de nuestras catequistas. Sin contar los niños heridos y traumatizados. Sin embargo, ninguno habla al respecto, ninguno dice nada. ¿Quién se ocupará de nuestros muertos?”

El artículo de Scaglione no es aislado, ya que en seguida se encuentra otro artículo impresionante, publicado en el periódico italiano Il Giornale.

“De acuerdo con los reportes occidentales las únicas víctimas son los civiles del Guta, olvidando que explotan los cohetes y las bombas directas contra los barrios cristianos de Damasco” –dice el padre Amer Kassar, cura de la iglesia de Nuestra Señora de Fátima de Damasco– “Solo en Bab Touma y en el Saghour, los dos barrios cristianos más importantes de Damasco, hemos contado 13 muertos y unos 70 heridos. En la última semana por lo menos tres iglesias, entre estas, el patriarcado griego latino, fueron atacadas por medio de bombas de los rebeldes.

“Nuestras casas quedan sólo a unos pocos kilómetros de Guta y los rebeldes aprovechan de esto para atacarnos sin piedad. Hace 10 días Rita, una muchacha de mi parroquia fue asesinada por una bomba frente a mi iglesia. Christine, su amiga, estaba con ella en ese momento, y perdió una pierna. Pero a ustedes, occidentales, no les importa nada. Para ustedes los rebeldes son todos unos ángeles.”

Desde la guerra en Irak, cuando se acusaba Sadam Hussein de tener armas químicas de destrucción masiva, hasta hoy no han pasado sólo 15 años, sino una época geológica. Y tras una época geológica y la otra –parafraseando a Antonio Gramsci cuando decía que “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en este claroscuro surgen los monstruos”–, ¿cuántos de estos han surgido?

En Guta se está jugando un partido de extrema peligrosidad y el caso Skripial coloca a Damasco en la encrucijada entre Europa y Asia. Porque en la representación histérica concordada entre los rusos y los sirios que “atacan” con armas químicas en Asia y en Europa, encontramos los ataques de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido la mañana del sábado 14 de abril de 2018. Pero esta representación tiene el peligro de no ser un drama sino una verdadera y propia tragedia para toda la humanidad. Y aquí –justamente– pueden surgir aquellos “monstruos” de gramsciana memoria.

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Los dueños del imperio, preocupados al ver en no pocas dificultades a sus mercenarios y asesinos del Estado Islámico que ellos apoyan y financian, y siempre más incapaces de encontrar una estrategia adecuada para salvar su propio dominio, tienen sólo una opción, o sea, lanzarse en su propia guerra sin límites contra Siria. Pero esta vez, no con sus propios ejércitos secretos, sino directamente, en una guerra contra Siria.

Por nuestro inmediato futuro, es importante no olvidarse estos siguientes puntos:

Los consejeros militares de Estados Unidos, de Francia, de Reino Unido, de Israel y de las petromonarquías árabes (Arabia Saudi, Emiratos Arabes y Catar) están instruyendo los del Estado Islámico en Guta para preparar nuevos ataques químicos de falsa bandera, como en 2013.
La única diferencia entre 2013 y hoy es que en ese momento Obama –el cual no era un neoliberal-conservador efectivo– prefería utilizar el método del asesinato selectivo con drones, fue muy débil a desafiar abiertamente a Rusia, China e Irán con un ataque sobre Damasco. Es más, el Massachussetts Institute of Technology (MIT, por su sigla en inglés) de Boston ha demostrado técnicamente que el ataque químico fue originado en el territorio controlado por los “rebeldes” y estos mismos resultados fueron comunicados a Obama por medio de sus consejeros de la intelligence. El ataque en el 2013 no se dio.

Hoy veamos una aceleración en la propaganda antiguas con discursos abiertos a responder como “después Pearl Harbor y el 9/11”, o sea, militarmente, mientras paralelamente a esta propaganda antigua y a los intentos de provocación química, Estados Unidos ha posicionado anteriormente equipos para el lanzamiento de misiles tomahawks en el Mediterráneo, en el Golfo Pérsico y en el Mar Rojo y el 14 de abril han finalmente atacado posiciones sirias intentando una provocación contra Rusia e Irán y haciendo creer a la opinión pública internacional de haber eliminado sitios donde se construyen armas de destrucción masiva.
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La situación, por ende, es más preocupante que en 2013. La confrontación diplomática parece llevarse hasta una confrontación bélica.

Trump había amenazado abiertamente a Rusia que se preparara “para nuevos e inteligentes misiles” en Siria, frente a la posibilidad de que Rusia derribara misiles estadunidenses. Y Trump lo hizo de manera infame y cínica.

Si nos atenemos al derecho internacional, no hay justificación alguna para el ataque armado contra Siria llevado a cabo en la mañana de sábado 14 de abril de 2018 por parte de Estados Unidos, Francia y el Reino Unido. Se trata de una agresión, o más bien, un caso como aquel que el fiscal estadunidense en el proceso de Núremberg contra los criminales nazis definió como el peor crimen –ya que también es la causa de muchos más crímenes– de guerra y contra la humanidad.

Las cínicas y aberrantes teorías de las cancillerías de Occidente han intentado, en el devenir de estas últimas décadas –desde la agresión militar contra Yugoslavia cuando desataron la guerra sin límites hoy vigente y en pleno desarrollo–, buscan dar una legitimidad a sus propias intervenciones de clara matriz imperialista y neocolonial. Se habla de una mal llamada responsibility to protect o de otra monstruosidad de este género, pero lo que se está proponiendo una vez más es el del “gendarme internacional”, que desde el fin del segundo conflicto mundial constituye el contenido y la esencia del imperialismo estadunidense, de su “destino manifiesto” que al parecer, ya no tiene límites y fronteras. Y la Unión Europea se une sin vergüenza, comenzando con sus Estados principales. Todos en un plan de sumisión política y militar, al ser partes integrales de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

En el plan de la geopolítica, el objetivo de este ataque es evidente. La guerra en Siria –provocada por las potencias de Occidente para fortalecer sus propias presencias en Oriente Medio luego del desastre iraquí– estaba llegando a su conclusión con la tremenda derrota de los “rebeldes” (en realidad, bandas terroristas y fundamentalistas financiadas y apoyadas por Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, Catar, Emiratos Árabes, Arabia Saudita, Israel y Turquía). De hecho, luego de la liberación del Guta, se estaban dando las condiciones para la reconstrucción del Estado Sirio, con la posibilidad de hacer respetar –en un nuevo contexto de paz relativa– las aspiraciones de todos los pueblos de esta región hacia una democracia participativa y a la coexistencia pacífica, dentro una nación árabe, laica y socialista, y donde el movimiento panarabista hubiera representado esta fuerza. Frente a esta derrota –vivida justamente por Estados Unidos, Francia y el Reino Unido– se ha intentado jugar la carta de la provocación, creando operaciones de falsa bandera, como el supuesto ataque químico contra la población civil de Guta y el supuesto envenenamiento del exespía Sergey Skripal y de su hija Yulia en el Reino Unido por parte de Rusia.

La situación es muy grave. El conflicto, desencadenado por unos líderes de baja estatura internacional y con bastantes problemas internos en sus respectivos Estados –léase Donald Trump, Emmanuel Macron y Theresa May– podría degenerar en una guerra contra Irán, Rusia y, a la vez, China.

Nos estamos acercando a una Tercera Guerra Mundial. ¿Y Peña Nieto qué hace? El gobierno priísta ya se encuentra en su debacle total y prefiere una vez más someterse y arrodillarse a Trump, al declarar que México condena el empleo de armas químicas en Siria. Con ello se convierte en cómplice de la agresión imperial contra un Estado soberano (Siria) que prefiere la muerte que vender sus propios recursos y su fuerza de trabajo a Europa y Estados Unidos; que no renuncia ser la vanguardia de una lucha armada en aquella región, el centro neurálgico del eje de la resistencia, junto a Irán, las milicias de Hezbollah y de la resistencia palestina contra la ocupación del Estado sionista de Israel.

¿Dónde está aquella política internacional tan valiosa y digna de México, cuando con su presidente Lázaro Cárdenas rompía sus relaciones políticas, económicas y financieras con el fascismo de Franco y Mussolini? ¿Dónde está aquel México lindo y querido que abría sus brazos a los refugiados antifascistas de aquellos países?

¿Existe la posibilidad de que México, y su próximo gobierno, pueda romper las injerencias de Estados Unidos en su política externa? Y es más, ¿es posible romper con proyectos como el de la anexión de México a la OTAN?

Trump se encuentra encadenado por los neoconservadores y neoliberales. El cambio dentro del Departamento de Estado no fue un simple cambio de un ministro a otro, si no el cambio de rumbo de la política internacional. Rex Tillerson era un atendista que tenía como objetivo una guerra de larga duración y de desgaste en el teatro de Oriente Medio. Con Mike Pompeo, hay que esperar una nueva escalada bélica. Y esto ya está pasando.

¿Pero que se está jugando en Siria? De acuerdo con el periódico The American Conservative:

“Así como es hoy en día la política exterior estadunidense, la amenaza a Estados Unidos en Siria es proporcional a lo que hemos decidido exponernos. Las cinco misiones que Tillerson dejó de lado, además de los esfuerzos militares estadunidenses en Siria –derrocar al Estado Islámico y al-Qaeda, inaugurar un Estado post-Asad, contener la influencia iraní, facilitar el regreso de los refugiados y liberar Siria de las armas de destrucción masiva– son considerados vitales para proteger el bienestar y la seguridad física de los Estados Unidos”.

Finalmente, el bienestar y la seguridad de Estados Unidos no se comprometen estrictamente con su hegemonía mundial. La seguridad física de la Unión Americana nunca ha estado puesta en discusión por parte de nadie, y ninguno tiene un interés particular en dirigirse hacia este objetivo. Ni Rusia, ni China, ni Irán y tampoco Siria.

Entonces, ¿a qué se refiere Estados Unidos al hablar de “bienestar”? Estamos hablando de los enormes e inmensos intereses de las elites que se encuentran en Washington y Wall Street. Aquí sí la pérdida de su propia hegemonía mundial representa un golpe mortal. El hecho de que ya China quiere utilizar en las relaciones comerciales el yuan y no la moneda estadunidense representa un precedente que puede abrir el camino hacia la caída y el derrumbe del imperio que desde Breton Woods ha impuesto el dólar como moneda de intercambio comercial a nivel internacional.

Sólo para hacer unas comparaciones históricas, hay que considerar que, también luego de la caída de otros imperios, el imperio romano de Occidente en el 476, Italia continuó con el PIB per cápita más alto hasta el siglo XVII, cuando fue superada por Holanda. Una comparación más actual y cercana a nuestros días es la caída de la hegemonía mundial por parte del Reino Unido, luego de la Primera y Segunda Guerras Mundiales, que –de toda forma– no le hizo perder completamente el liderazgo del PIB per cápita en Europa occidental (excluyendo a Suiza), por lo menos hasta el final de la década de 1950, para luego posicionarse sin embargo entre los primeros a nivel mundial.

¿Cuál es la diferencia con Estados Unidos? La escala de intereses y también la situación interna es social, política y económicamente distinta, ya que su clase media es muy vulnerable a las pequeñas variaciones del bienestar de las
clases altas de la población. Los niveles de desigualdad en Estados Unidos son los más altos en los países de capitalismo avanzado. Con su 5 por ciento de la población mundial tiene el 25 por ciento de la población carcelaria mundial, la más amplia en el mundo. Y la sanidad pública es la peor entre los países occidentales, de acuerdo a un informe del 2015 de la revista Lancet.

Así que hay que observar con atención que uno de los principales problemas de Trump es que su base de apoyo está en esta vulnerable clase media que se contrapone en términos culturales y hasta geográficos a aquellas y grandes ciudades que están bajo la influencia cultural y económico-financiera neoliberal y neoconservadora. Pero Trump nunca podrá mantener ninguna de sus promesas si no pacta con las elites financieras, políticas, y no enfrentarse.

Las situaciones internas de Rusia y Estados Unidos son espejo. Por parte de Rusia hay como factor positivo la posibilidad de un crecimiento económico más amplio y una capacidad política superior. Con mucha probabilidad, estamos hablando también de una solidez “ideológica” mayor. Aquí se entiende que con este término se destaca el sistema de valores y creencias que tienen unidas una comunidad. Cabe destacar que la Rusia de hoy, aún bajo ataque imperial, es la antítesis al pensamiento marxista y leninista que –con sus muchas contradicciones– eran el pilar del Estado multiétnico soviético.

Contra Trump juega el hecho de que Estados Unidos es el gran imperio del pasado y que, hasta ahora, ningún imperio ha sobrevivido a sí mismo y, ni siquiera luego de guerra sangrientas. Y Trump se ha puesto en una difícil situación histórica con sus misiles “inteligentes” –en realidad, obsoletos cohetes tierra-aire Tomahawk–, entre el Rusiagate y sus promesas demagogas y populistas a su electorado.

No es el primero ni el único a ponerse en una situación de este tipo. Y, al parecer, no está solo. Peña Nieto lo hizo antes de él, en nuestro México lindo y querido, heredando la guerra sucia que su Partido Revolucionario Institucional (PRI) han desatado en la nación azteca y lo hace apoyando la guerra sin límites de Estados Unidos.

Terminarán triturados bajo la rebelión de los pueblos antes que el mundo se acabe por una guerra mundial y un conflicto bélico termonuclear. Pero los revolucionarios saben que el capital no quiere acabar con la humanidad, sino explotarla, utilizar su fuerza trabajo, explotar tierras aún semivírgenes, para así salvar el sistema tardo capitalista de su crisis estructural. De lo contrario, nuestro deber es salvar nuestro planeta y la humanidad acabando con la civilización de la barbarie y sus guerras de rapiña.

*Historiador y escritor; maestro en historia contemporánea; diplomado en historia de México por la Universidad Nacional Autónoma de México y en geopolítica y defensa latinoamericana por la Universidad de Buenos Aires