Los partidos Likud e Israel Beytenu presentaron al Parlamento israelí un proyecto de ley mediante el cual el Estado de Israel se compromete a promover la creación de un Estado kurdo, que pudiera estar situado en territorio turco, sirio o iraquí.
Durante la guerra fría, Israel estableció una alianza con los kurdos iraquíes, cuyo líder –Mustafá Barzani, padre de Masud Barzani, el ex presidente del gobierno regional del Kurdistán iraquí– fue oficial del Mossad (el servicio de espionaje israelí).
Sin embargo, Israel y los kurdos iraquíes combatieron a los kurdos de Turquía, incluyendo a los que se refugiaron en Siria, y participaron el secuestro de Abdullah Ocalan, líder histórico del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PPK), fundado en Turquía en 1978.
En 2017, Israel fue el único Estado del mundo que reconoció el referéndum de independencia organizado en el Kurdistán iraquí. En aquel momento, el primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu, se había comprometido con Massud Barzani a enviar –en cuanto se proclamara la independencia– 200 000 israelíes y instalar allí misiles israelíes que apuntarían a Irán y Siria.
Los kurdos son un pueblo nómada que se sedentarizó recientemente y la creación de un Kurdistán sería legítima únicamente en un territorio habitado por una población de mayoría kurda. La expulsión de poblaciones no kurdas para crear un Kurdistán independiente provocaría una nueva situación de conflicto, comparable al que surgió de la creación del Estado de Israel mediante la expulsión de las poblaciones árabes de Palestina.
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