Mientras negocian su reintegración en el seno de la República Árabe Siria, los kurdos del PYD siguen aplicando su política de “kurdización” forzosa en el norte de Siria, región que denominan como «Rojava».
El PYD es la rama siria del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán), partido independentista kurdo fundado en Turquía en 1978. Aprovechando la situación surgida durante la agresión externa contra la República Árabe Siria, el PYD –que reagrupa a una parte de los kurdos turcos que hallaron refugio en Siria cuando huían de la represión en Turquía– trató de crear en el norte de Siria un Estado independiente, con ayuda militar de Estados Unidos.
En definitiva, los kurdos del PYD, llegados al norte de Siria como refugiados políticos en 1980, emprendieron durante la agresión contra Siria una política de “kurdización” forzosa de las poblaciones árabes y cristianas de esa parte del país. Esa “kurdización” incluye expropiaciones sin compensación, la imposición de un servicio militar obligatorio para enrolar a los pobladores en las milicias proestadounidenses del PYD y la imposición en las escuelas de un programa de estudios acorde con la ideología del PKK e impartido en la lengua de los kurdos.
El incidente más reciente en ese sentido acaba de producirse, el 7 de agosto de 2018, cuando el PKK cerró la escuela cristiana asiria de Derbiseye –ciudad del norte de Siria– cuyo personal rechazó los llamados del obispo asirio de Hassake –monseñor Maurice Amsih– a plegarse al nuevo programa de estudios.
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