En una intervención ante el United States Institute of Peace, el general James Mattis, secretario de Defensa de Estados Unidos, anunció –el 30 de octubre de 2018– su intención de poner fin a la guerra en Yemen en 30 días.

Washington espera apoyarse en el británico Martin Griffiths, representante especial del secretario general de la ONU y ex director del European Institute of Peace, organización hermana de su homónima estadounidense. Staffan de Mistura, actual enviado especial para Siria del secretario general de la ONU, también fue presidente del European Institute of Peace.

Martin Griffiths estuvo la semana pasada en Washington, donde concedió una larga entrevista a la televisión saudita Al-Arabiya (ver foto). Su misión parece consistir en ayudar a Arabia Saudita a salir del atolladero yemenita. Al igual que Afganistán, Yemen es un país que siempre ha resistido a todo tipo de invasores y nunca ha podido ser ocupado.

El secretario de Estado, Mike Pompeo, retomó de inmediato las declaraciones del secretario de Defensa Jim Matis.

Arabia Saudita inició la guerra contra Yemen por decisión del príncipe Mohamed ben Salman, heredero del trono saudita y ministro de Defensa del reino, cuyo objetivo era tener el gobierno yemenita bajo control saudita para que Riad pudiese explotar las reservas de petróleo existentes a ambos lados de la frontera entre los dos países. La monarquía saudita inició esa guerra con ayuda de Israel, que dispone de un estado mayor conjunto con los sauditas en la vecina Somalilandia.

Hasta ahora, la agresión saudita contra Yemen parecía ser parte de la estrategia general del Pentágono (la doctrina Cebrowski) tendiente a la destrucción de las estructuras mismas de los Estados y sociedades en los países del Gran Medio Oriente.