En el resumen de su más reciente documento estratégico –2018 National Defense Strategy of the ‎United States of America–, cuyo texto íntegro está clasificado como secreto, el Pentágono afirma ‎que «después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y sus aliados instauraron un orden ‎internacional libre y abierto para salvaguardar la libertad de los pueblos de la agresión y la ‎coerción». Pero también dice que «ese orden se ve actualmente socavado desde adentro por ‎Rusia y China, que violan los principios y reglas de las relaciones internacionales». ‎

El Pentágono presenta así una imagen totalmente invertida de la realidad histórica. ‎

El profesor Michel Chossudovsky, director del Center for Research on Globalization, nos recuerda ‎que, siendo aliados de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, esos dos países, o sea la URSS ‎‎(antecesora de la actual Rusia) y China, pagaron el más alto precio en vidas humanas por la ‎victoria sobre el Eje nazifascista: 26 millones de soviéticos y 20 millones de chinos murieron en la ‎Segunda Guerra Mundial mientras que Estados Unidos perdía algo más de 400 000 vidas. ‎

Con esa información preliminar Chossudovsky hace la presentación, en Global Research, de un ‎estudio muy bien documentado de James A. Lucas sobre la cantidad de personas que han muerto ‎en la ininterrumpida serie de guerras, golpes de Estado y otras operaciones subversivas que ‎Estados Unidos ha realizado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial –en 1945– hasta hoy. ‎Se estima que esa cifra se sitúa entre 20 y 30 millones de muertos [1]. Eso es cerca del doble de muertos en la Primera Guerra ‎Mundial, cuyo final, hace 100 años, acaba de conmemorarse en París con un Foro de la Paz. ‎

Pero además de los muertos hay que contabilizar los heridos, que a menudo quedaron mutilados ‎y físicamente impedidos por el resto de sus vidas. Algunos expertos calculan que por ‎cada persona muerta en guerra, hay otras 10 personas heridas. Eso significa que el número de personas ‎heridas en las guerras estadounidenses se cuenta por cientos de millones. ‎

El estudio agrega a esos estimados una cantidad indeterminada de muertes, probablemente ‎cientos de miles, provocadas desde 1945 hasta nuestros días por los efectos indirectos de ‎las guerras –hambrunas, epidemias, migraciones forzosas, esclavismo y explotación, daños al ‎medioambiente, sustracción de recursos a las necesidades vitales de las poblaciones para ‎dedicarlos a cubrir los gastos militares. ‎

El estudio documenta las guerras y golpes de Estado que Estados Unidos ha realizado en más de ‎‎30 países de Asia, África, Europa y Latinoamérica y revela que las fuerzas armadas de ‎Estados Unidos son directamente responsables de la muerte de 10 a 15 millones de personas, ‎muertes provocadas por las guerras más grandes –las de Corea y Vietnam y las dos guerras ‎contra Irak. Entre otros 10 y 14 millones de personas han muerto en las guerras que ‎Estados Unidos ha estimulado y librado a través de fuerzas aliadas, entrenadas y dirigidas por los ‎estadounidenses, en Afganistán, Angola, el Congo, Sudán, Guatemala y tantos otros países. ‎

La agresión de Estados Unidos contra Vietnam, guerra que se extendió a Cambodia y Laos, dejó una ‎cantidad de muertes que se estima en 7,8 millones, además de una enorme cantidad de heridos y ‎daños genéticos a varias generaciones debido a la dioxina que Estados Unidos regaba con aviones ‎en esos países. ‎

En los años 1980, la CIA organizó la guerra por intermediarios en Afganistán, donde esa agencia de inteligencia estadounidense entrenó y ‎armó, con la cooperación de Osama ben Laden y de Pakistán, más de 100 000 muyahidines para ‎luchar contra las tropas soviéticas atrapadas en la «trampa afgana» (como dijera posteriormente ‎Zbigniew Brzezinski). Es importante precisar que el entrenamiento de los muyahidines comenzó en ‎julio de 1979, o sea 5 meses antes de la intervención soviética en Afganistán. ‎

El más sangriento de los golpes de Estado fue el que la CIA organizó, en 1956, en Indonesia. ‎La CIA entregó a los escuadrones de la muerte indonesios los nombres de los primeros ‎‎5 000 comunistas que debían eliminar físicamente. Se estima que el número de personas ‎asesinadas está entre medio millón y 3 millones de personas. ‎

Ese es el «orden internacional libre y abierto» que –independientemente de quién esté en la ‎Casa Blanca– Estados Unidos impone para «salvaguardar a los pueblos de la agresión y la ‎coerción». ‎

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio