La “guerra” que vive México sería imposible si los actores beligerantes no estuvieran lo suficientemente armados y pertrechados. Como toda guerra, sólo es posible si hay quien la financie. Todas las partes han contado con el dinero suficiente para sostener 12 años de confrontaciones por toda la geografía nacional.

Por años, periodistas, investigadores y defensores de derechos humanos han solicitado datos al gobierno federal sobre las armas que de manera ilegal ingresan al país. Siempre las autoridades han dicho que no es posible contar con esa información por el carácter clandestino de ese trasiego. Ni siquiera habían ofrecido una cifra aproximada.

Y ahora, a punto de partir, el comisionado Nacional de Seguridad, Renato Sales, confesó –sin que le preguntaran– que diariamente ingresan al país de manera ilegal 2 mil armas. Y reconoció, en un foro realizado en la Universidad Nacional Autónoma de México, que esas armas terminan en manos de la delincuencia organizada.

A este ritmo, los arsenales de los cárteles se incrementan en 730 mil armas nuevas cada año. En 2017 la organización internacional Small Arms Survey había estimado en alrededor de 17 millones las armas en manos de civiles mexicanos. Las declaraciones de Renato Sales podrían sugerir que la cifra considerada por la organización es modesta: sólo en los 2 últimos sexenios los narcotraficantes han enriquecido sus depósitos con 8 millones 760 mil armas. Recordemos que, por lo menos, el narcotráfico mexicano lleva 4 décadas comprando armamento.

México se arma cada vez más. El número de las armas de fuego que las autoridades aseguran o decomisan resulta insignificante para la cantidad de las que ingresan. Los datos más recientes de la estadunidense Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos señalan que militares y policías mexicanos recuperaron entre 2011 y 2016 un total de 106 mil armas. Es decir, en 5 años, los mexicanos aseguraron lo que los cárteles reponen en menos de 2 meses.

Más insignificantes resultan los “logros” del Programa de Desarme Voluntario. En el sexenio, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) captó 6 mil 895 armas de fuego, 1 mil 219 granadas y 336 mil 104 cartuchos. Generalmente de bajo calibre, las armas que se entregaron a las autoridades durante 6 años, se reponen en 3 días.

Es sabido que más del 80 por ciento de las armas que ingresan ilegalmente a México provienen de Estados Unidos. Y es que se cuentan por miles las tiendas de armas ubicadas en la Frontera entre los dos países (pero del lado estadunidense). La mayoría de estos negocios, en principio legales, se encuentra en Texas, California y Arizona.

Un reporte del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, fechado a principios de este mes, citaba (a falta de información oficial de las autoridades mexicanas) al Center for American Progress para estimar en 213 mil la cantidad de armas que ingresaban a México cada año. La información de Renato Sales nos dice que, al menos, esa cifra debe multiplicarse por tres.

Pero el documento sí es claro en señalar que “existe una relación entre la violencia desatada en diferentes regiones de nuestro país con el número de pistolas, rifles y ametralladoras de uso exclusivo del Ejército y Fuerzas Armadas”.

El reporte 158 de Mirada Legislativa: Controles de armas en México también sentencia que: “Este tipo de armamento en gran medida fortalece a los cárteles del narcotráfico, pero también se comercializan en otros países de Centroamérica y del Caribe, por lo que México también es un puente del contrabando de armas de fuego”.

Con estos datos, ¿nada ha podido hacer México frente a Estados Unidos? Ya que Renato Sales dijo que diariamente ingresan al país 2 mil armas, nos hubiera dicho cómo es que sabe el dato pero no cómo detenerlas. ¿Sabe también por qué puntos ingresan? ¿Qué tiendas las distribuyen? ¿Quiénes las pasan? ¿Nada pudo exigir el gobierno de Peña Nieto a los de Obama y Trump?

Lo que confirmó Renato Sales, comisionado Nacional de Seguridad, es que el ingreso de armas ilegales a México es masivo y es permanente. Para los cárteles, el nuevo gobierno que iniciará el próximo 1 de diciembre les tiene sin cuidado. Ellos siguen preparando sus ejércitos privados para mantener el negocio. Las armas que poseen se cuentan por millones y siguen abasteciéndose a diario. Y no precisamente con escopetas de perdigones ni de calibre 22.

Ante las turbulencias que generará la “cuarta transformación” y ante una eventual polarización entre poderes fácticos y poderes formales, ¿hacia quiénes apuntarán esos millones de armas?