Ha terminado la fase de pruebas del avión ruso de combate Su-57. Su nuevo motor garantiza un ‎régimen de supercrucero, o sea vuelo supersónico sin forzar la maquinaria. Se han sometido a ‎ensayos nuevas armas especialmente adaptadas a los compartimientos internos del Su-57. ‎La cadena de producción ya es capaz de fabricar cada año 30 ejemplares del Su-57 y, si existen ‎suficientes pedidos, puede producir el doble de esa cantidad al año. Por último, un Su-57 cuesta ‎la mitad del precio de un F-35. ‎

A pesar de todo lo anterior, Rusia pondrá en servicio sólo 12 ejemplares del Su-57 de aquí al 2020. ‎Según Rusia, esa decisión se debe a su concepción defensiva, que atribuye a los aviones furtivos ‎la misión de crear un “corredor” para penetrar la defensa antiaérea del oponente. ‎

La misión del Su-57 consiste en golpear la red de radares terrestres, los radares que dirigen los ‎misiles antiaéreos y la aviación enemiga en el eje principal de avance de las fuerzas terrestres. ‎

Después de cumplida esa misión, los aviones de cuarta generación –que no son furtivos pero que ‎llevan 5 veces más armamento que el Su-57– gozan de total libertad de acción contra los ‎objetivos terrestres. ‎

En mi opinión, Rusia está guardando el Su-57 y el sistema de misiles antiaéreos S-400 como ‎moneda de cambio para promover sus intereses en materia de política exterior. ‎

Los países del Golfo Arábigo-Pérsico tendrán que esperar al menos 10 años antes de llegar a ‎recibir el avión de guerra estadounidense F-35. Pero podrían obtener el Su-57 y el sistema de ‎misiles antiaéreos S-400 si contribuyen financieramente a la reconstrucción de Siria y ‎se alinean tras los intereses de Rusia en el Medio Oriente, y en cuanto a los precios de ‎los recursos energéticos. ‎

Es poco probable que los intereses de Rusia en Siria y en su frontera sur lleguen a verse ‎amenazados. Sin embargo, si llegase a aparecer algún tipo de amenaza, el Su-57 será utilizado ‎a partir de Siria y, probablemente, también desde Irán. ‎

Egipto podría adquirir el Su-57 y el sistema de misiles antiaéreos S-400 si la marina de guerra ‎rusa deseara volver a las antiguas bases de Alejandría y Port Said. La flota rusa del Mar Negro ya ‎está presente en el este del Mediterráneo. ‎

Si Estados Unidos sale del Tratado INF y despliega misiles nucleares de mediano alcance ‎en Europa, Venezuela podría recibir de Rusia el Su-57 y el sistema de misiles antiaéreos S-400 ‎a cambio del uso de bases militares en ese país. Entre Venezuela y Washington ‎hay 3 000 kilómetros, distancia que un misil de alcance intermedio puede recorrer en 11 o 12 minutos. ‎