El Hezbollah es la tercera víctima de la guerra financiera que Washington ha iniciado en el «Gran ‎Medio Oriente», para destruir todas las estructuras políticas, y sobre todo los Estados, después ‎del fracaso estadounidense en el plano militar. ‎

Estados Unidos se ha dado a la tarea de prohibir toda transacción financiera con Irán, Siria y con el ‎conjunto de movimientos políticos que le oponen resistencia, incluso en Palestina y Yemen. ‎Se trata del asedio más férreo que se haya organizado en toda la Historia y Estados Unidos está ‎imponiendo sus términos a todos los países del mundo, con excepción de China y Rusia. ‎

En enero de 2019, la resistencia libanesa ya sólo pudo pagar el 60% de lo que debían recibir sus ‎combatientes. En un discurso transmitido por televisión, el 8 de marzo de 2019, el secretario ‎general del Hezbollah, Hassan Nasrallah (ver foto), lanzó un llamado a la generosidad de sus aliados para ‎poder continuar la lucha. Señaló además como uno de los nuevos objetivos del Hezbollah la lucha ‎contra la corrupción, tanto dentro del partido como en Líbano. ‎

En 2006, el Hezbollah hizo fracasar el proyecto de Estados Unidos e Israel durante la «guerra de ‎los 33 días». También tuvo un papel determinante en la lucha contra el terrorismo y ‎particularmente en la guerra contra el Emirato Islámico (Daesh), en Siria. ‎

Sin embargo, paradójicamente, Estados Unidos y el Reino Unido clasifican hoy al Hezbollah como ‎‎«organización terrorista», basándose en las mentiras falsas de Israel, que le atribuye atentados ‎perpetrados en Ankara (1992), Buenos Aires (1992 y 1994), Estambul (2011) y en la ciudad búlgara ‎de Burgas (2012). ‎

La guerra financiera desatada por Estados Unidos ya provocó el derrumbe de la moneda en Irán y ‎una caída considerable del nivel de vida a nivel nacional. Pero el Estado iraní dispone de medios ‎para burlar parcialmente el bloqueo. ‎

La guerra económica de Estados Unidos en el Medio Oriente también ha provocado una ‎hambruna en Yemen, donde ya se cuentan más de 2 millones de niños desnutridos y al menos ‎‎50 000 muertes de infantes. Y ahora está afectando a Siria, donde prohíbe toda forma de ‎reconstrucción y ya hunde a una parte de la población en la miseria. ‎