Los criterios habitualmente utilizados en política para explicar los rejuegos del poder no sirven en Argelia. Los actuales dirigentes de ese país son ante todo impostores que han ido fabricándose, uno a uno, biografías falsas para obtener el respeto de sus conciudadanos. Poco a poco han ido escalando posiciones hasta llegar a la cúpula del Estado, donde se mantienen por voluntad de las grandes potencias, que fingen creer sus mentiras para manipularlos mejor.
Los medios internacionales de difusión están descubriendo con asombro la realidad del poder argelino, realidad que hasta ahora se esforzaron en ocultar. Ese poder no está en manos de un clan sino de varios cuyo punto de equilibrio es la figura del presidente Abdelaziz Bouteflika.
¿Quién defiende qué
en el poder argelino?
Esos clanes libran entre sí una batalla feroz que les ha impedido no sólo ponerse de acuerdo sobre quién será el sucesor del presidente saliente sino incluso para designar un primer ministro. Por eso han optado por designar 3 personajes para ocuparse de esa función. Se trata de Noureddine Bedoui, quien ocupará oficialmente ese cargo; Ramtane Lamamra, nombrado oficialmente viceprimer ministro, mientras que Lakhdar Brahimi los supervisará a los dos.
Veamos cómo se reparten los papeles:
– Abdelaziz Bouteflika es un estafador de poca monta que fue secretario de Houari Boumediene y con el paso del tiempo supo inventarse un pasado [1]. Hace 20 años que viene usurpando la presidencia de la República gracias a una serie de violaciones de la Constitución y mediante elecciones notoriamente “arregladas”. Durante sus 2 semanas de hospitalización en Suiza, para «controles médicos periódicos», se le diagnosticaron «problemas neurológicos y respiratorios». Habiendo comprobado que el paciente estaba incapacitado para autorizar los cuidados que necesitaba, los médicos preguntaron quién era su tutor legal, para solicitar a esa persona la autorización necesaria. En respuesta, el paciente –moribundo e incapacitado– fue repatriado por personas que evitaron cuidadosamente mostrarlo en público. Después de su regreso a Argelia, se difundieron a través de An Nahar TV breves secuencias de imágenes de Bouteflika, filmadas el 18 de octubre de 2017, presentándolas como filmadas el 11 de marzo de 2019 [2]. También se publicó una carta, atribuida a Bouteflika, donde se anuncia la prolongación de su mandato presidencial por tiempo indeterminado.
– La persona que redactó la carta atribuida a Bouteklifa designó a Noureddine Bedoui como nuevo primer ministro. Hasta ese momento, Bedoui –conocido como personaje cercano a uno de los hermanos de Bouteflika– era ministro del Interior. Fue Bedoui quien concibió la posibilidad de imponer un quinto mandato para el presidente inválido y quien al parecer “consiguió” 6 millones de firmas para realizar ese proyecto. Su papel sería seguir manteniendo la ilusión de que Bouteflika continúa ejerciendo la función presidencial.
– Ramtane Lamamra fue nombrado primer ministro adjunto. Hasta ahora era consejero del presidente inválido, lo cual significa que en realidad ejercía el poder en lugar del presidente. Se dice que Lamamra representa los intereses de Francia, la antigua metrópolis colonial de Argelia.
– Lakhdar Brahimi fue nombrado presidente de la Conferencia Nacional a cargo de la transición democrática, tantas veces anunciada sin que haya llegado a concretarse. Brahimi, de 85 años, entra nuevamente en escena gracias a su hoja de servicios, desempeñó un papel central en la creación del actual sistema y representa los intereses de la nueva potencia colonial: Estados Unidos.
Brahimi ni siquiera es la persona que dice ser. Proveniente de una familia de colaboradores del ocupante francés, Lakhdar Brahimi ha logrado hacer creer en su propio país que proviene, al contrario, de una familia que luchó por la independencia de Argelia.
• En 1965, Lakhdar Brahimi fue la última persona que recibió al líder marroquí Mehdi Ben Barka. Informó a los servicios secretos marroquíes sobre los planes de Ben Barka y facilitó así el secuestro y asesinato del secretario de la Tricontinental.
• En 1982, en el marco de los esfuerzos de Argelia, Marruecos y Arabia Saudita, Lakhdar Brahimi fue el artífice de los Acuerdos de Taif, que pusieron fin a la guerra civil en Líbano a cambio de la instauración de un sistema de gobierno de tipo confesional, que hace del Líbano un país totalmente ingobernable, poniéndolo de hecho bajo el eterno control de las grandes potencias regionales e internacionales.
• A finales de 1991, Brahimi fue uno de los 10 miembros del Alto Consejo de Seguridad argelino que destituyó al presidente Chadli Bendjedid, anuló las elecciones municipales y abrió a Abdelaziz Bouteflika el camino hacia el poder [3].
• En 2000, Brahimi concibió y favoreció la creación de un servicio de inteligencia en el seno de la administración de la ONU [4].
• En 2001, a pedido de Washington, Brahimi concluyó los Acuerdos de Bonn poniendo fin a la intervención de Estados Unidos y Gran Bretaña en Afganistán y llevando a la instalación de Hamid Karzai y los narcotraficantes en el poder afgano [5].
• En 2012, después de la dimisión de Kofi Annan como mediador en Siria, Lakhdar Brahimi fue nombrado conjuntamente por la ONU y la Liga Árabe no mediador sino «representante especial». Lejos de aplicar el plan de paz Lavrov-Annan, que había sido aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU, Brahimi trabajó para aplicar el plan secreto de su jefe, el estadounidense Jeffrey Feltman, número 1 en la jerarquía de la ONU, plan que implicaba una capitulación total de la República Árabe Siria [6].
El papel de los islamistas
Hay varias narraciones diferentes sobre el decenio negro de Argelia (1991-2002), que dejó entre 60 000 y 150 000 muertos en ese país. La único seguro, si se estudia ese largo periodo, es que las obras sociales wahabitas sustituyeron al Estado argelino en las regiones rurales, que el terrorismo islamista fue un intento británico de poner fin a la influencia de Francia y que el ejército argelino salvó el país mientras que algunos militares se pasaban al bando de los «degolladores».
Cuando todo terminó, en 2004, el presidente Bouteflika estableció una alianza personal con los «degolladores» (los islamistas) [7] en contra de los «erradicadores» (los militares). Bouteflika se presentó como un viejo soldado capaz de llegar a la paz con sus enemigos. En realidad, lo que hizo fue establecer una alianza personal con los islamistas para quitar prerrogativas al ejército y a los servicios de inteligencia que lo habían puesto en el poder.
– En 2013, Abdelaziz Bouteflika reestructuró el Departamento de Inteligencia y Seguridad, quitándole gran parte de sus atribuciones y de los medios con que contaba y pasando a retiro al general Mohamed Mediene.
– En 2014, autorizó el Ejército Islámico de Salvación (AIS, siglas en francés), rama armada del Frente Islámico de Salvación (FIS) –responsable de miles de muertes–, a crear un campo de entrenamiento, cuya existencia era incluso pública.
– En 2016, hizo que el jefe del AIS, Madani Mezrag, fuera recibido por Ahmed Ouyahia –a quien nombró después primer ministro– para que este último comunicara al jefe islamista que se le concedía una amnistía e inmunidad.
– En marzo de 2019, el clan Bouteflika trajo al jefe islamista Madani Mezrag de regreso al escenario nacional para utilizar la amenaza de una nueva guerra civil frente a las manifestaciones populares.
La nominación de Lakhdar Brahimi encaja perfectamente en ese contexto. Cuando estaba a cargo del tema sirio como enviado de la ONU y de la Liga Árabe, Brahimi trató de imponer una «solución política» que incluía arrestar al presidente Bachar al-Assad y poner en su lugar a Burhan Ghalioun, un expatriado sirio que había sido profesor en la conocida universidad de la Sorbona, en Francia. Ghalioun, colaborador de la National Endowment for Democracy (la NED, que es una pantalla de la CIA) y presentado oficialmente como un laico partidario de una Siria no confesional, había sido el escritor de discursos de Abbassi Madani, el jefe del FIS, durante su exilio en Qatar.
La Argelia independiente se contruyó inicialmente en el secretismo inherente a la lucha de liberación nacional. Pero esa característica se mantuvo y ciertos personajes la han utilizado para construirse una leyenda atribuyéndose actuaciones gloriosas que nunca tuvieron. Repetido durante décadas, ese engaño ha impedido al pueblo entender los acontecimientos y ha permitido a esos personajes hacerse indispensables alimentando simultáneamente el peligro (los «degolladores») y la protección (los «erradicadores»). Hoy en día, prisioneros de su propio engaño, se ven obligados a aceptar el chantaje de Francia y de Estados Unidos.
[1] Bouteflika, une imposture algérienne, Mohamed Benchicou, Le Matin, 2003.
[2] «La posposición de la elección en Argelia y la bomba Brahimi», por Khalida Bouredji, Red Voltaire , 15 de marzo de 2019.
[3] Islam and democracy: the failure of dialogue in Algeria, Frédéric Volpi, Pluto Press, 2003 (p. 55 y siguientes).
[4] «Informe del Grupo sobre las Operaciones de Paz
de las Naciones Unidas», Naciones Unidas A/55/305, o S/2000/809.
[5] «El opio, la CIA y la administración Karzai», por Peter Dale Scott, Red Voltaire, 27 de diciembre de 2010 . «El socio afgano de Monti», por Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia), Red Voltaire, 12 de noviembre de 2012.
[6] «Alemania y la ONU contra Siria», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire, 28 de enero de 2016.
[7] Para nosotros, hay una clara diferencia entra la religión musulmana y la manipulación política de esa religión que es el islamismo formulado por la Hermandad Musulmana. Nota de la Redacción.
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