De hecho, el Norte y el centro del país son las regiones que más padecen el uso irracional del líquido, lo que, en breve, podría generar una crisis terrible. Los datos han sido actualizados a 2018 por la Comisión Nacional del Agua e indican que en el segundo lugar se encuentra Guanajuato, con 12 acuíferos en esta condición.

Le siguen Baja California, Sonora y Zacatecas, con 11 acuíferos sobreexplotados, respectivamente. Y luego están: Durango, con 8; San Luis Potosí y Coahuila, con siete cada una; Querétaro y Baja California Sur, con seis; Aguascalientes, Jalisco y estado de México, con cinco; Michoacán, con dos; y la Ciudad de México, con uno.

El análisis –elaborado por los investigadores Felipe de Alba y Juana Martín Cerón– detalla que el agua que se extrae de los acuíferos tiene diferentes destinos: riego, abasto urbano, consumo en desarrollos industriales y abasto de la población rural.

Agrega que la Conagua ha identificado 653 acuíferos correspondientes a 37 regiones hidrológicas que, a su vez, están agrupadas en 13 regiones hidrológico-administrativas.

Aunque el problema de la sobreexplotación de los mantos acuíferos se concentra en el centro y el Norte de México, eso no significa que el Sur esté a salvo de problemas relacionados con el vital líquido. Y es que resulta que esta región sufre pero por la alta contaminación de sus reservas.

Según el análisis Los ríos revueltos, es en el centro y el Sur donde se localizan las fuentes con peores niveles de contaminación. Pero el problema es más amplio: en el país, más del 70 por ciento de los cuerpos de agua presentan algún grado de contaminación, lo que ocasiona graves problemas de disponibilidad y acceso al agua.

“La disponibilidad anual de agua por habitante en el país ha tenido una dramática reducción en los últimos 55 años, al pasar de 11 mil 500 metros cúbicos en 1955 a 4 mil 263 metros cúbicos en 2011. Peor aún, se prevé que para 2025 esta cantidad se reducirá a menos de 4 mil m3”, refiere el análisis del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, de la Cámara de Diputados.

Respecto de la contaminación, indica que en los ríos de México se encuentran algunos metales pesados altamente tóxicos, como el mercurio, plomo, cromo, cadmio y otros compuestos dañinos, como el tolueno o el benceno.

Sin embargo, detalla, se desconoce con precisión la mayoría de los compuestos tóxicos (según fuente contaminante o cantidades diarias) que están en nuestros ríos.

Otro tema es el de la contaminacio?n de las aguas que procede de fuentes no localizadas, y que antes se conocía como contaminacio?n “difusa”. Al respecto, indica el análisis, ésta es resultado de un amplio grupo de actividades humanas en las que los contaminantes no tienen un punto claro de ingreso en los cursos de agua que los reciben.

Se trata de la contaminación asociada a las actividades en que el agua residual se descarga directamente a las masas de agua receptoras, como las cañerías. De hecho, las fuentes más contaminantes son las aguas residuales municipales, que se generan en casas, oficinas y en los lugares pu?blicos y se descargan a los sistemas municipales de alcantarillado.

Respecto de éstas, el análisis señala que si no son tratadas pueden generar contaminantes biolo?gicos e infecciosos, además de contener sustancias to?xicas como solventes que se encuentran en algunos productos de limpieza, o disruptores hormonales (alteraciones en las funciones hormonales de los seres vivos) que se liberan al lavar la ropa,.

Aunado a lo anterior, indica que cada vez ma?s empresas descargan sus aguas residuales en el alcantarillado municipal, lo que resulta en un grave problema porque esas aguas tienen un alto contenido de metales pesados y sustancias qui?micas, mientras los sistemas de tratamiento de aguas municipales no esta?n hechos para procesar aguas industriales.

Es momento de que, tanto la sociedad asuma su responsabilidad y empiece a cuidar el agua; que las autoridades frenen la sobre explotación de los mantos, y que las empresas por primera vez sean de verdad socialmente responsables y dejen de contaminar las pocas reservas que nos quedan, antes de que sea demasiado tarde.

Fuente
Contralínea (México)