El ejército de Turquía trasladó a Libia yihadistas provenientes de Siria así como consejeros ‎militares y material de guerra, incluyendo blindados y drones de uso militar. ‎

Militares turcos dirigieron grupos armados del Gobierno de Unión Nacional, con sede en Trípoli, ‎gobierno establecido por la ONU y encabezado por Fayez el-Sarraj.‎

Ese gobierno cuenta principalmente con el respaldo de la Hermandad Musulmana, Qatar y ‎Turquía, país que –en 2011– puso a la disposición de la OTAN la milicia creada en Misurata, ‎ciudad dominada por descendientes de antiguos soldados otomanos, a menudo cherqueses o ‎judíos convertidos al islam, que se instalaron en Libia en el siglo XIX. ‎

Esa milicia y el ejército turco atacaron la ciudad de Gharyan, de mayoría berebere y leal al ‎parlamento de Tobruk, y perpetraron allí graves atrocidades contra las familias de los soldados del ‎mariscal Khalifa Haftar. En 2011, esta misma milicia de Misurata también perpetró ‎crímenes ‎masivos contra la población negra de la ciudad de Tawerga. ‎

Esta es la primera derrota importante sufrida por el mariscal Haftar, quien cuenta con respaldo de ‎Francia y Rusia. ‎