Este artículo este parte del libro De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestra ‎mirada, la gran farsa de las primaveras árabes.
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A pesar de haber lanzado 40 000 hombres al asalto de Damasco –la capital siria– la ‎Hermandad Musulmana no logra tomar la ciudad. Lejos de acoger a los yihadistas como ‎‎“liberadores”, la población de Damasco resiste y la operación se convierte en un fracaso para ‎la cofradía.

11- La “Primavera árabe” en Siria

Desde el 4 de enero de 2011, fecha de apertura de la reunión del Cairo, la coordinación de ‎la ‎primavera árabe en Siria se efectúa desde la cuenta de Facebook “Syrian Revolution 2011”. Sólo ‎con ‎ver ese nombre es suficiente para entender que el objetivo de la operación era un ‎rápido ‎derrocamiento de la República Árabe Siria, tan rápido como las anteriores “revoluciones ‎de ‎colores”, ya que no se trata de modificar las mentes sino únicamente de cambiar dirigentes ‎y ‎algunas leyes del país. El día mismo de su creación, la cuenta “Syrian Revolution 2011” lanza ‎un ‎llamado a la realización de manifestaciones en las calles de Damasco, exhortación de la que ‎se ‎hace eco Al-Jazeera, mientras que Facebook atribuye a esa cuenta decenas de miles ‎de ‎‎“Followers”… cosas de la magia de la informática. Esta cuenta de Facebook tendrá un ‎papel ‎central en los próximos 5 años. Cada viernes, día de plegaria de los musulmanes, estará ‎dedicado ‎a un objetivo de la Hermandad Musulmana. ‎

El diputado harirista libanés Okab Sakr‎

El 22 febrero llega a Líbano el senador estadounidense John McCain. Se reúne allí con líderes de ‎la ‎coalición política libanesa 14 de Marzo (pro-saudita). Entre esos líderes está el diputado ‎Okab Sakr, a quien McCain confía la misión de hacer llegar las armas a los islamistas, que ‎ya ‎esperan por ese armamento en Siria [1]. Después, el senador estadounidense sale de Beirut, se va de ‎exploración ‎hasta la frontera con Siria y escoge la ciudad libanesa de Ersal como futura base de ‎operaciones. ‎

A pesar de los llamados que la misteriosa cuenta “Syrian Revolution 2011” sigue lanzado a través ‎de ‎Facebook, habrá que esperar hasta finales de marzo para que comiencen a suceder cosas en ‎Siria. ‎La Hermandad Musulmana congrega en Deraa, ciudad del sur de Siria conocida como ‎muy ‎favorable al partido Baas, un grupo de yihadistas veteranos de Afganistán e Irak. Estos ‎individuos ‎logran desviar de su objetivo una manifestación de funcionarios que reclamaban ‎aumentos de ‎sueldo y comienzan a saquear el Palacio de Justicia. Ese mismo día, bajo la dirección ‎de oficiales ‎del Mossad israelí, esos mismos individuos atacan, en las afueras de la ciudad, un ‎centro de los ‎servicios secretos utilizado única y exclusivamente en tareas de vigilancia de la ‎actividad israelí en ‎el Golán ocupado. ‎

Al mencionar el hecho, Al-Jazeera afirma que la población de Deraa protestaba porque la ‎policía ‎había torturado varios niños que habían escrito en las paredes consignas hostiles al ‎presidente ‎Assad. La confusión reina mientras que los provocadores siguen destruyendo el centro ‎de la ‎ciudad. Durante las semanas siguientes, 3 grupos de islamistas se desplazan por Siria ‎atacando ‎blancos secundarios mal protegidos. Aunque sólo pueden atacar 3 puntos diferentes a la vez, estos ‎‎3 grupos crean la impresión de que los desórdenes se generalizan por todo el país. En ‎pocas ‎semanas, se cuentan más de 100 muertos, principalmente policías y militares. ‎

El presidente Assad reacciona a la inversa de lo que esperaban los provocadores: en vez ‎de ‎imponer una especie de “Acta Patriótica”, Assad abroga el estado de emergencia que se mantenía ‎en vigor desde la época de la guerra con Israel –de hecho Siria e Israel siguen en guerra ‎mientras ‎que el Estado hebreo aún ocupa militarmente las alturas del Golán– y disuelve la Corte ‎de ‎Seguridad del Estado. Hace además que el Parlamento adopte una ley que garantiza y organiza ‎el ‎derecho a hacer manifestaciones, denuncia los desórdenes como una operación dirigida desde ‎el ‎extranjero y exhorta al pueblo a respaldar las instituciones de la República Árabe Siria. ‎También ‎reúne a los jefes de estado mayor y prohíbe que los soldados hagan uso de sus armas si ‎existe ‎algún riesgo de daño colateral para los civiles. ‎

El Guía de la Hermandad Musulmana en Siria, Ali Sadreddin al-Bayanuni –refugiado ‎en Lontres– establece una alianza con el ex vicepresidente sirio Abdel Halim Khaddam –‎refugiado en París. Este último había huido de Siria cuando se descubrió que, junto al jefe de ‎los servicios de inteligencia Ghazi Kanaam, estaba cubriendo el saqueo del Líbano por parte del ‎saudita Rafic Hariri.

Aprovechando esta última orden del presidente, la Hermandad Musulmana ataca un convoy ‎militar ‎en Banyas –la ciudad del ex vicepresidente Abdel Halim Khaddam, ahora miembro de la ‎oposición ‎externa. El ataque dura varias horas, bajo la mirada de la población. Por temor a herir a ‎los ‎espectadores, los soldados –en cumplimiento de la orden de su presidente– se abstienen de ‎hacer ‎uso de sus armas. Una decena de militares mueren así en el incidente. El sargento que ‎encabeza el ‎destacamento pierde las dos piernas cuando cubre una granada con su cuerpo para ‎evitar que la ‎explosión mate a sus hombres. La operación había sido organizada, desde París, por ‎el Frente de ‎Salvación de Abdel Halim Khaddam y la Hermandad Musulmana. El 6 de junio, 120 policías sirios mueren ‎en una situación idéntica, en la localidad de Jisr al-Chughur. ‎

Manifestaciones hostiles a la República Árabe Siria tienen lugar en varias ‎ciudades. ‎Contrariamente a lo que afirman los medios occidentales, los manifestantes nunca ‎reclaman ‎democracia. Las consignas más habituales son: “El pueblo quiere la caída del régimen”, ‎‎“Los ‎cristianos a Beirut, los alauitas a la tumba”, “Queremos un presidente temeroso de Dios”, ‎‎“Abajo ‎Irán y el Hezbollah”. Algunas consignas mencionan la “libertad”, pero no en el sentido ‎occidental. ‎La libertad que reclaman los manifestantes es la de practicar la sharia. ‎

En ese momento, mucha gente cree en Siria que la única información confiable es la que ‎ofrecen ‎Al-Jazeera y Al-Arabiya, las televisoras de Qatar y de Arabia Saudita que respaldaron los ‎cambios ‎de régimen en Túnez y Egipto. Y esa gente está convencida de que el presidente Assad va ‎a dimitir ‎y que la Hermandad Musulmana tomará el poder. La gran mayoría de los sirios ‎asisten ‎estupefactos a lo que creen una “revolución” y se preparan para vivir un viraje hacia el ‎islamismo. ‎Resulta muy difícil dar cifras sobre la cantidad de sirios que se manifiestan contra la ‎República o ‎que apoyan a la Hermandad Musulmana. Lo más que puede decirse con seguridad es ‎que hay en el ‎país cientos de pequeñas manifestaciones y que la más importante reunió cerca de ‎‎100 000 ‎personas en Hama. El presidente Assad recibe en Damasco a los organizadores de esta ‎última ‎demostración. Cuando les pide que expongan sus reclamos, le responden: “Que se prohíba ‎el ‎acceso de los alauitas a Hama”. Atónito, el presidente –que es alauita– pone fin a la entrevista. ‎

En París, la Hermandad Musulmana y el gobierno de Israel organizan subrepticiamente –el 4 ‎de ‎julio– una reunión pública para enrolar a la clase dirigente francesa. Al llamado del ‎‎“filósofo” ‎Bernard-Henry Levy, del ex ministro francés de Exteriores Bernard Kouchner y del futuro ‎jefe de la ‎diplomacia francesa Laurent Fabius, acuden senadores, diputados y alcaldes de todos ‎los ‎horizontes políticos –derecha, centro, izquierda y ecologistas– para respaldar lo que se les ‎vende ‎como un combate por la democracia. Nadie nota en la sala la presencia de los ‎verdaderos ‎organizadores del encuentro: Alex Goldfarb, consejero del ministro de Defensa de ‎Israel, y ‎Melhem Droubi, responsable mundial de la Hermandad Musulmana a cargo de las ‎relaciones ‎exteriores. Este último ha llegado a Francias expresamente desde Arabia Saudita. ‎

Burhan Ghalioun (de pie, al centro, con camisa azul) abandona Siria a los 24 años y hace carrera en la enseñanza ‎universitaria en París. Al mismo tiempo, con ayuda de la NED estadounidense, crea en 1983 ‎la Organización Árabe de Derechos Humanos, en Túnez. Cuando el argelino Abassi Madani –‎del Frente Islámico de Salvación (FIS)– se exila en Qatar, el sirio Burhan Ghalioun, ‎supuestamente laico, lo ayuda a escribir sus discursos. En junio de 2011, Burhan Ghalioun ‎participa en la Conferencia por la Salvación Nacional de la Hermandad Musulmana y, ‎a propuesta de Estados Unidos, se convierte al mes siguiente en presidente del Consejo ‎Nacional Sirio (CNS). A partir de ese momento, el Departamento de Estado de Estados Unidos ‎le paga un salario por “representar al pueblo sirio”.

En agosto, se constituye en Estambul un Consejo Nacional Sirio (CNS), siguiendo el modelo ‎del ‎Consejo Nacional de Transición Libio. Ese Consejo reúne una serie de personalidades que ‎desde ‎hace años viven fuera de Siria, sólo algunos que acaban de salir del país y miembros de ‎la ‎Hermandad Musulmana. La extraña idea de que ese grupo pueda estar realmente interesado en ‎el ‎establecimiento de una “democracia” parece avalada por la presencia de algunas ‎personalidades ‎de extrema izquierda, como el profesor Burhan Ghalioun, a quien pondrán en la ‎presidencia del ‎Consejo. Pero hace años que el profesor Ghalioun trabaja con la NED estadounidense y con la ‎Hermandad ‎Musulmana. Aunque se dice laico, Ghalioun escribe los discursos de Abassi Madani –el ‎presidente ‎del Frente Islámico de Salvación (FIS) de Argelia– desde que este último se exiló en ‎Qatar. En el ‎mismo caso se encuentran George Sabra y Michel Kilo, quienes trabajan con la ‎Hermandad ‎Musulmana desde hace más de 30 años y siguieron a los trostkistas ‎estadounidenses ‎incorporándose a la NED, en 1982. Bajo la dirección del libio Mahmud Jibril, ‎George Sabra trabajó ‎en las versiones para el extranjero del programa de televisión para niños ‎Sesame Street –‎producido por el grupo francés Lagardere Média y el canal qatarí Al-Jazeera– junto ‎con Cheryl ‎Benard, esposa de Zalmay Khalilzad, embajador de Estados Unidos en la ONU, y ‎posteriormente en ‎Irak. Otro personaje cuya presencia sirve de “garantía” es Haytham Manna, el ‎mismo que se ‎ocupaba de las inversiones de los miembros sudaneses de la Hermandad ‎Musulmana.‎

Qatar compra a la OLP su turno en la presidencia rotativa de la Liga Árabe. ¿Precio? 400 ‎millones ‎de dólares. En violación de los estatutos, Qatar hace que la Liga suspenda la membrecía ‎de la ‎República Árabe Siria, a pesar de tratarse de un Estado fundador de ese grupo de países. ‎Qatar ‎propone después el envío a Siria de una Misión de Observación presidida por Sudán –país ‎que sigue ‎bajo un gobierno de la Hermandad Musulmana. Sudán designa como jefe de la Misión al ‎general ‎Mohamed Ahmed Mustafá al-Dabi, ex jefe de sus servicios secretos y ex embajador en ‎Qatar. ‎Cada Estado miembro de la Liga Árabe envía observadores para que todas las tendencias ‎estén ‎representadas en la Misión. La República Árabe Siria acepta el envío de esa Misión ‎de ‎Observadores y permite que se despliegue en el territorio nacional. Será esa la primera y única ‎vez ‎que un órgano pluralista llega a estar presente en el terreno, se reúne con todas las partes y ‎visita ‎todo el país. Se trata, en realidad, de la única fuente externa de información realmente digna ‎de ‎confianza en todo el conflicto. ‎

Todas las partes saludan favorablemente la nominación del general al-Dabi, el hombre ‎que ‎negoció la separación entre Sudán y Sudán del Sur y a quien numerosos países árabes ‎proponen ‎como candidato al Premio Nobel de la Paz. Pero la lectura de los informes preliminares ‎muestra ‎que este militar sudanés no tiene intenciones de redactar informes para complacer a ‎nadie sino de ‎dirigir una auténtica observación pluralista de la situación. Bruscamente, los ‎medios ‎internacionales cambian de tono y acusan al general al-Dabi de ser uno de los genocidas ‎de ‎Darfur. Los que antes aprobaban su designación, ahora exigen que dimita. El general sudanés ‎se mantiene en sus trece. ‎

Finalmente se publica un informe preliminar que certifica que no hay revolución en Siria. La ‎Misión ‎confirma que la exageración es considerable en cuanto a la violencia atribuida al gobierno, ‎que el ‎ejército se ha retirado de las ciudades, que no hay represión, que las víctimas son ‎principalmente ‎soldados y policías, que más de 5 000 detenidos cuyo nombres ella misma entregó ‎a las ‎autoridades sirias han sido liberados y que los medios de prensa extranjeros que solicitaron ‎cubrir ‎la situación han podido hacerlo. ‎

Lleno de cólera, Qatar paga a Sudán 2 000 millones de dólares para que se lleve a casa al ‎general ‎al-Dabi y se opone a que la Liga Árabe nombre un sucesor a la cabeza de la Misión. ‎Descabezada, ‎la Misión de Observadores de la Liga Árabe será disuelta a principios de 2012. ‎

El sirio Abu Saleh se convierte en “corresponsal permanente” de France24 y de Al-‎Jazeera en el Emirato Islámico de Baba Amro, implantado en un barrio de la ciudad siria ‎de Homs. Durante 2 meses, este individuo escenifica bombardeos inexistentes ‎supuestamente perpetrados contra ese barrio por las “fuerzas del régimen”, participa en la ‎condena a muerte de 150 habitantes del barrio ocupado por los yihadistas, supuestamente agonizante‎ se dirige ‎a sus espectadores (foto) y después, “milagrosamente” curado, incendia un ‎oleoducto y comete otras fechorías. A la caída del Emirato Islámico de Baba Amro, Abu Saleh ‎huye a París. Posteriormente reaparece en la región siria de Idlib.

Igualmente furiosa de ver como la República Árabe Siria logra salir adelante, la ‎Hermandad ‎Musulmana decide instaurar un Emirato Islámico. Luego de varios intentos, logrará ‎hacerlo en ‎Baba Amro, un barrio de la ciudad siria de Homs, donde previamente había cavado y ‎acondicionado ‎toda una red de túneles para garantizar el abastecimiento de sus combatientes en ‎caso de asedio. ‎Allí concentra la cofradía 3 000 hombres armados, 2 000 de ellos takfiristas sirios. ‎Esos elementos son de hecho ‎los miembros del subgrupo de la Hermandad Musulmana denominado “Excomunión ‎y ‎Inmigración”, creado en tiempos del presidente egipcio Anwar el-Sadat. ‎

Estos elementos implantan en Baba Amro un “Tribunal Revolucionario” con el que juzgan ‎y ‎condenan a muerte a más de 150 habitantes del barrio, que son degollados en público. ‎Los ‎habitantes del barrio huyen, con excepción de unas 40 familias. Los takfiristas levantan ‎barreras en ‎todos los puntos de acceso al barrio y las fuerzas especiales francesas se encargan de ‎instalar en ‎ellos el mejor armamento disponible en Occidente. La campaña terrorista del primer ‎año de ‎desórdenes da paso con ello a una guerra de posiciones, en concordancia con el plan ‎expuesto en ‎‎2004 en el libro La Administración de la Barbarie. En lo adelante, los islamistas reciben de la ‎OTAN un armamento más sofisticado que el que posee la República Árabe Siria, cuyo ejército es ‎objeto de un embargo desde el año 2005. ‎

Una mañana, el Ejército Árabe Sirio penetra en Baba Amro, cuyas defensas finalmente ha ‎logrado ‎neutralizar. Los militares franceses, los periodistas y algunos líderes ya han huido y ‎reaparecen en ‎Líbano días después. Los takfiristas se rinden. La guerra que estaba comenzando ‎parece haber ‎terminado, como en Líbano –en 2007–, cuando el ejército libanés derrotó al grupo ‎Fatah al-Islam. ‎Pero los islamistas no están liquidados. ‎

Una nueva operación se prepara desde Jordania, bajo la dirección de la OTAN. Esa ‎operación ‎incluye un gran ataque contra la capital siria, Damasco, en el marco de una gigantesca ‎operación ‎sicológica. Pero es anulada en el último instante. Abandonados por Francia en Baba ‎Amro, los ‎islamistas acaban de recibir una contraorden de Estados Unidos, que está conversando ‎con Rusia ‎sobre la posibilidad de compartir con ella el Medio Oriente. Ambos países firman una ‎promesa de paz en Ginebra, el 30 de junio de 2012. ‎

12- Punto final para la “primavera árabe” en Egipto

En Egipto, la Hermandad Musulmana controla el nuevo Parlamento. Aunque la nueva ‎Constitución ‎ha sido adoptada con un 77% de aprobación después un referéndum, la cofradía ‎estima que ese ‎texto –redactado expresamente para permitir la elección de sus miembros– no ‎pasa de ser la ‎modificación –demasiado ligera a su gusto– de un viejo texto, así que designa una ‎Asamblea ‎Constituyente de 100 personas, 60 de ellas miembros de… la Hermandad Musulmana. ‎

En cuanto Washington obliga al presidente Mubarak a dimitir, el jeque egipcio Yussef ‎al-Qaradawi regresa de Qatar en un avión privado. Administrador del Centro de Estudios ‎Islámicos de Oxford –cuyo presidente es el príncipe Charles– y consejero espiritual del canal ‎satelital qatarí Al-Jazeera, el jeque Qaradawi tiene en esa televisión qatarí su propio programa ‎semanal sobre la charia. Ya en El Cairo, Qaradawi se presenta personalmente en la plaza ‎Tahrir, donde condena la democracia y se pronuncia por la ejecución de los homosexuales.

La cofradía resalta que los jóvenes demócratas podrían cuestionar el poder del ejército. ‎La ‎campaña con vista a la elección presidencial proporciona a los islamistas una oportunidad ‎para ‎llamar a regenerar Egipto a través del Corán. Yussef al-Qaradawi predica que luchar contra ‎los ‎homosexuales y recuperar la Fe es más importante que enfrentarse a Israel por el ‎reconocimiento ‎de los derechos del pueblo palestino [2]. Mientras los sunnitas se abstienen ‎masivamente en la ‎elección presidencial, la Hermandad Musulmana impide el voto en las ciudades ‎y poblados ‎cristianos, de manera que 600 000 electores no logran ejercer su derecho al voto. ‎

La Comisión Electoral egipcia “confirma a Mohamed Morsi como presidente de Egipto ‎para evitar al país un episodio sangriento si [proclamara] la elección del general Ahmed ‎Shafiq”.

A pesar de todo, ‎el veredicto de las urnas da la victoria al general Ahmed Chafik –ex primer ‎ministro de Mubarak– ‎con una pequeña ventaja de 30 000 votos. La cofradía amenaza entonces a ‎los miembros de la ‎Comisión Electoral con tomar represalias contra sus familias y, al cabo de 13 ‎días, la Comisión ‎atribuye la victoria al miembro de la Hermandad Musulmana Mohamed Morsi [3]. La ‎‎“comunidad ‎internacional” prefiere mirar para otro lado y alabar el carácter democrático de la ‎elección. ‎

Mohamed Morsi es ingeniero en la NASA. Es ciudadano estadounidense ‎y ‎cuenta con una acreditación que le da acceso a secretos militares en el Pentágono. Desde ‎su ‎llegada al poder en Egipto, se dedica a rehabilitar y fortalecer la Hermandad Musulmana y ‎a ‎estrechar sus vínculos con Israel. El día del aniversario del asesinato de Anwar el-Sadat, el ‎nuevo ‎presidente recibe a los asesinos en palacio. También nombra gobernador de Luxor al ‎responsable ‎de la masacre terrorista perpetrada en ese distrito en 1997. En cambio, persigue a los demócratas ‎que habían participado en manifestaciones sin exigir la renuncia de Hosni Mubarak ‎sino sólo ‎denunciando aspectos de su política. Morsi apoya además una gran campaña de ‎pogromos de la ‎Hermandad Musulmana contra los cristianos y cubre los abusos y crímenes de los ‎miembros de la ‎cofradía: linchamientos, saqueo de los arzobispados e incendio de iglesias. Al ‎mismo tiempo ‎privatiza las grandes empresas egipcias y anuncia la posible venta del Canal de Suez ‎a Qatar, que ‎en ese momento sirve de padrino a la cofradía. Desde el palacio presidencial, Morsi habla al ‎menos 4 veces ‎por teléfono con Ayman al-Zawahiri, el jefe mundial de al-Qaeda. ‎

Conferencia de prensa en la sede de la Hermandad Musulmana con el Guía Mundial de ‎la cofradía (al centro) y con el presidente egipcio Mohamed Morsi (a la izquierda).

En definitiva, Mohamed Morsi acaba ganándose la enemistad de todos. Todos los ‎partidos ‎políticos, incluyendo a los propios salafistas –aunque exceptuando, por supuesto, a la ‎Hermandad ‎Musulmana– comienzan a participar en manifestaciones contra Morsi. Esas protestas ‎llegan a ‎reunir 33 millones de personas que salen a las calles y llaman al ejército a devolver el país ‎al pueblo ‎egipcio. Indiferente al clamor del pueblo, el presidente Morsi ordena al ejército egipcio ‎que se ‎prepare para atacar la República Árabe Siria, en ayuda de los seguidores sirios de la ‎Hermandad ‎Musulmana. Esa decisión colmará la copa, sellando su destino como presidente. ‎

El 3 de julio de 2013, cuando en Washington las oficinas federales cierran sus puertas antes ‎del ‎extenso fin de semana del 4 de julio –la fiesta nacional estadounidense–, el ejército egipcio da ‎un ‎golpe de Estado. Mohamed Morsi es arrestado y enviado a la cárcel mientras que las calles ‎se ‎convierten en campos de batalla donde los miembros de la Hermandad Musulmana y sus ‎familias ‎se enfrentan a las fuerzas del orden. ‎

13- La guerra contra Siria

Se dice que “en política, las promesas sólo comprometen a quien se las cree”. Un mes después ‎de ‎la primera conferencia de Ginebra sobre Siria y la firma de la paz y sólo unos días después de ‎la ‎conferencia de los “Amigos de Siria” realizada en París, nuevamente se aprueba la guerra, ‎con ‎asistencia de la OTAN. Nombre de código: “Volcán de Damasco y Terremoto en Siria”. ‎

Cuarenta mil hombres entrenados precipitadamente en Jordania cruzan la frontera y se ‎lanzan ‎sobre Damasco mientras que un atentado elimina a importantes responsables que ‎participaban en ‎una reunión del Consejo Nacional de Seguridad sirio. El ejército y los servicios ‎secretos sirios ‎quedan decapitados. ‎

Los yihadistas que atacan la capital siria son mercenarios reclutados entre las capas pobres ‎del ‎mundo musulmán. Muchos ni siquiera hablan árabe y no han recibido más que una semana ‎de ‎entrenamiento. Algunos creen estar luchando contra los israelíes. Sufren gran número de bajas ‎y ‎se repliegan. ‎

En la larga guerra que viene después, el Ejército Árabe Sirio –que trata de ‎defender ‎prioritariamente a su población y tiene para ello que replegarse hacia las grandes ‎ciudades– se ‎enfrenta a yihadistas que tratan de hacer imposible la vida en vastas extensiones de ‎territorio. ‎Esos elementos parecen renovar sus filas infinitamente. Cada mes llegan nuevos ‎yihadistas que ‎toman el lugar de los que mueren en combate o desertan. Todos los delincuentes ‎del mundo ‎musulmán llegan a Siria para probar suerte por unos cuantos cientos de dólares al mes. ‎Oficinas de ‎reclutamiento se abren públicamente en países como Túnez y Afganistán, aunque se ‎hacen más ‎discretas en otros, como Pakistán y Marruecos. Pero el número de bajas que los ‎yihadistas sufren ‎en los combates es tremendamente elevado. En julio de 2013, según INTERPOL, ‎se registran en 9 países operaciones de evasión extremadamente sofisticadas para sacar a líderes ‎islamistas de las ‎cárceles y enviarlos a Siria. Por ejemplo:
 el 23 de julio, entre 500 y 1 000 presos se escapan de las cárceles de Taj y Abu Graib, en Irak;‎
 el 27 de julio, 1 117 presos se escapan de la cárcel de Kuafia –en Bengazi, Libia– como ‎resultado ‎de un motín iniciado dentro de la cárcel, en coordinación con un ataque desde el ‎exterior;‎
 durante la noche del 29 al 30 de julio, 243 talibanes se escapan de la cárcel de Dera Ismail ‎Khan, ‎en zonas tribales pakistaníes.‎

El Ejército Árabe Sirio incinera la mayoría de los cadáveres de los yihadistas, pero los que ‎logra ‎identificar son conservados y devueltos a sus familias. Como Argelia, con la Fundación ‎Abdelkader, ‎varios países crean discretamente canales para repatriar esos cuerpos. Hoy en día, el ‎Ejército ‎Árabe Sirio aún conserva más de 30 000 cadáveres identificados que nunca han sido ‎reclamados. ‎

Los países occidentales que inicialmente habían enviado miembros de sus fuerzas ‎especiales, ‎reclutándolos entre sus soldados con doble nacionalidad –generalmente musulmanes ‎de origen ‎magrebí–, organizan sus propios canales para el reclutamiento de yihadistas. En Francia, ‎se crea ‎una red de reclutamiento en las prisiones, con participación de mezquitas salafistas. Esos ‎miles de ‎individuos se unen a las decenas de miles que llegan a Siria desde el “Medio Oriente ‎ampliado”. ‎Aunque se ignora la cifra exacta de personas que participan en esta guerra, se estima ‎que el ‎número total de yihadistas locales y extranjeros que luchan tanto en Irak como en Siria, ‎desde ‎‎2011, sobrepasa los 350 000. Esa cifra es superior a los efectivos de cualquier ejército ‎regular de la ‎Unión Europea y dos veces superior a los del Ejército Árabe Sirio. ‎

A través de la televisión saudita al-Safa, el jeque sirio Adnan al-Arour exhorta a ‎emprender en Siria masacres contra los alauitas. Este individuo se convertirá en el referente ‎religioso del llamado “Ejército Sirio Libre”.

El jeque Adnan al-Arour garantiza la unidad ideológica de los yihadistas como “jefe espiritual ‎del ‎Ejército Sirio Libre”. Este pintoresco personaje se dirige semanalmente a un amplio público ‎a ‎través de su propio programa de televisión, caldea los ánimos con constantes llamados a ‎derrocar ‎al tirano y defiende una visión patriarcal y autoritaria de la sociedad. Adnan al-Arour va ‎derivando ‎poco a poco hacia llamados de naturaleza sectaria, en los que exhorta a masacrar a ‎los ‎cristianos y los alauitas. Este individuo fue suboficial en el Ejército Árabe Sirio hasta que ‎fue ‎arrestado por haber violado a varios jóvenes reclutas. Huyó entonces a Arabia Saudita, donde ‎se ‎convirtió en jeque al servicio de Alá. ‎

El Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos se reúne en la Casa Blanca, el 13 de junio ‎de 2013. En la foto aparecen Gayle Smith, directora para el Desarrollo de la Democracia (la persona de pelo blanco sentada a la derecha) y el miembro de la Hermandad Musulmana ‎Rashad Hussain ‎(la cuarta persona desde la izquierda)‎. Aunque participó en esta reunión, el consejero de ‎seguridad nacional, Tom Donilon, no está en la foto. Pero sí aparece (a la izquierda y con ‎turbante) el jeque Abdallah ben Bayyah, representante de la Hermandad Musulmana y ‎segundo de Yussef al-Qaradawi.‎

Los yihadistas reciben generalmente un armamento básico, disponen de cantidades ilimitadas ‎de ‎municiones y están organizados en katibas –pequeñas unidades de varios cientos de hombres–‎‎ ‎cuyos jefes reciben un equipamiento ultrasofisticado, como maletines de comunicación que ‎les permiten recibir directamente imágenes satelitales sobre los movimientos del Ejército Árabe ‎Sirio. ‎Se trata por ello de una lucha desigual en la que el Ejército Árabe Sirio, aunque mucho ‎mejor ‎entrenado, sólo dispone de armamento anterior al año 2005 –debido al embargo ‎internacional ‎que le ha sido impuesto– y no tiene ningún tipo de acceso a datos de inteligencia ‎satelital. ‎

Contrariamente al Ejército Árabe Sirio, cuyas fuerzas y unidades coordinan sus acciones y se ‎hallan ‎todas bajo la autoridad del presidente Bachar al-Assad, las katibas yihadistas se ‎disputan ‎constantemente entre sí, incluso en pleno campo de batalla, donde existe gran rivalidad ‎entre ‎diferentes cabecillas que se creen todos “señores de la guerra”. Pero todos reciben ‎refuerzos, así ‎como el armamento y las municiones que utilizan, y datos de inteligencia, de un ‎estado mayor ‎único –el LandCom de la OTAN, situado en la ciudad turca de Esmirna (Izmir)–, al cual todos deben ‎obediencia. Sin embargo, Estados Unidos encuentra enormes dificultades a la ‎hora de lograr que ‎ese sistema funcione ya que numerosos actores internacionales pretenden ‎realizar operaciones a ‎espaldas de sus demás aliados. Así lo hace Francia –a espaldas del Reino ‎Unido–, al igual que ‎Qatar, que actúa en detrimento de Arabia Saudita. ‎

En cuanto el Ejército Árabe Sirio se repliega de un territorio, los yihadistas que logran ocuparlo ‎‎“se ‎entierran” construyendo allí túneles y búnkeres. Cuando los sauditas enviaron al millonario ‎Osama ‎ben Laden a Afganistán lo hicieron porque era un especialista en obras públicas, que ya ‎había ‎supervisado la construcción de túneles en montañas –más exactamente la ampliación del ‎cauce de ‎ríos subterráneos. Esta vez, expertos de la OTAN especializados en ingeniería civil son ‎enviados a Siria para supervisar la construcción para los yihadistas de obras defensivas de proporciones gigantescas.‎

‎(Continuará) ‎

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[1«Diputado libanés dirige el tráfico de armas hacia Siria», Red Voltaire, 5 de diciembre de 2012.

[2Global Mufti: The Phenomenon of Yusuf Al-Qaradawi, Bettina Graf y Jakob Skovgaard-Petersen, Hurst, 1999; Hamas and Ideology. Sheikh Yūsuf al-Qaraḍāwī on the Jews, Zionism and Israel, Shaul Bartal y Nesya Rubinstein-Shemer, Routledge, 2018.