Justo antes de la apertura del G7 en la ciudad francesa de Biarritz, los grandes medios de prensa ‎internacionales iniciaron, con la complicidad del presidente francés Emmanuel Macron y del ‎presidente del Consejo Europeo Donald Tusk, una gran campaña de desinformación tendiente a ‎permitir a los europeos hacerse con el control de la región amazónica, sus minerales, sus tesoros ‎útiles para las transnacionales farmacéuticas y sus maderas preciosas. ‎

El objetivo de esta campaña es tergiversar la cuestión de la Amazonia e imponer una falsa ‎solución. ‎

En primer lugar, esta campaña internacional repite constantemente que la Amazonia es «el ‎pulmón del planeta», formulación tendenciosa que trata de hacernos creer que la jungla ‎amazónica absorbe la mayor parte del CO₂ que se produce en todo el planeta, lo cual es absurdo. ‎

Por otra parte, según esta campaña los actuales incendios están devorando la jungla amazónica ‎tan rápidamente que pueden acabar con ella y los medios de difusión nos remachan cifras ‎absurdas sobre las superficies devastadas. ‎

Sin embargo, la jungla amazónica es una inmensa selva tropical ‎‎–y por consiguiente húmeda– que no se incendia fácilmente.‎ Las zonas afectadas por los incendios no son la selva en sí sino ‎zonas previamente devastadas por la deforestación. Después de la tala de una porción de selva, la zona ‎deforestada queda cubierta de restos de troncos talados y ramas secas que sí se queman ‎fácilmente. ‎

El presidente francés Emmanuel Macron anunció que pondría el tema en la agenda del G7 para ‎‎“salvar la Amazonia”. Pero el G7 no es una instancia habilitada para tomar decisiones sobre ese ‎asunto sino sólo un grupo informal de encuentro donde los dirigentes occidentales y Japón pueden ‎verse para intercambiar ideas. ‎

Desde 1978, la única instancia habilitada a tomar decisiones sobre la región amazónica es la OTCA ‎‎(Organización del Tratado de Cooperación Amazónica) cuyos miembros son los 8 países ‎sudamericanos cuyos territorios abarcan esa región (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, ‎Perú, Surinam y Venezuela). Aunque la selva amazónica cubre el 90% de la Guayana Francesa, ‎Francia nunca quiso ser miembro de la OTCA. ‎

El presidente brasileño Jair Bolsonaro denunció el carácter abiertamente colonialista que tendría ‎la discusión del problema de la selva amazónica en un G7, donde no está representado ‎ningún país de la OTCA. ‎

Por su parte, Venezuela, como país miembro de la OTCA, llamó a la realización de un encuentro ‎urgente entre los ministros de Exteriores de los 8 Estados sudamericanos firmantes de ese ‎tratado. Pero los países miembros de la OTCA que rechazan el gobierno del presidente constitucional ‎venezolano Nicolás Maduro se opusieron a la realización de ese encuentro por razones ‎puramente ideológicas. ‎

El presidente de Bolivia, Evo Morales, retomó ahora el llamado a una reunión urgente de la OTCA, ‎en espera de que los dirigentes que antes rechazaron el llamado de Venezuela acepten por fin ‎reunirse para tratar la cuestión de los actuales incendios. ‎

Pero el problema fundamental no son los incendios de las zonas deforestadas, ni la deforestación ‎en si, ni la manera anárquica en que se desarrolla esa deforestación sino más bien todas las ‎mentiras propaladas intencionalmente, de manera coordinada, por varios dirigentes europeos, ‎con el presidente de Francia en primera línea. ‎

Esas mentiras indican que los dirigentes occidentales no están realmente interesados en ‎garantizar la protección de la región amazónica sino más bien en desviar la atención internacional ‎de los verdaderos intereses económicos y políticos que se mueven alrededor de ese vasto ‎territorio sudamericano. ‎