
El ministro de Exteriores de Turquía, Mevlut Cavusoglu, había anunciado el 22 de julio de 2019 la suspensión del acuerdo sobre los migrantes que se había concluido entre su país y la Unión Europea [1].
Durante el mes de agosto, el dispositivo europeo de vigilancia de las fronteras exteriores de la Unión Europea (Frontex) comprobó un aumento significativo del número de refugiados que llega a Grecia desde Turquía. En el centro de recepción de Moria, con capacidad para 7 500 personas, hay actualmente 15 000 y desde el inicio de septiembre, 13 embarcaciones han dejado 530 migrantes en la isla griega de Lesbos.
El 5 de septiembre, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan dijo, en un discurso pronunciado en Ankara, que la Unión Europea no ha completado el monto de la ayuda financiera que se había comprometido a aportar a Turquía para enfrentar las necesidades de los refugiados en ese país, declaración que la UE desmentió. Los desembolsos de 1 000 millones de dólares cada 6 meses a Turquía no figuran en el presupuesto de la Unión Europea, lo cual hace imposible saber quién paga y comprobar si paga o no.
Según Turquía, los millones de refugiados afganos, iraquíes y sirios representan un gasto anual de 4 millones de dólares. Por supuesto, esa cifra no tiene en cuenta los ingresos que esas personas reportan a la industria turca, donde trabajan por salarios ínfimos.
En realidad, Turquía utiliza las contribuciones de la Unión Europea para financiar la guerra contra Siria y la reaparición del tema de los refugiados debe interpretarse como una forma de presión de Ankara sobre la UE en momentos en que parece a punto de concretarse un acuerdo regional alrededor de teatro de operaciones sirio.
[1] «Turquía suspende su acuerdo con la Unión Europea sobre los migrantes de terceros países», Red Voltaire, 31 de julio de 2019.