La presente Declaración conjunta se emite en nombre de Azerbaiyán, Angola, Armenia, Bielorrusia, la República Bolivariana de Venezuela, Burkina Faso, Vietnam, el Estado de Palestina, Zambia, Zimbabue, la República Islámica de Irán, Kazajstán, Camboya, China, Cuba, Kirguizistán, la República Popular Democrática de Laos, Myanmar, Nicaragua, Pakistán, la Federación de Rusia, Serbia, la República Árabe Siria, Tayikistán y Uzbekistán. Nosotros, Estados partes de la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, Producción, Almacenaje y Uso de Armas Químicas y sobre su destrucción (en adelante, la Convención), siendo miembros de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), expresamos profunda preocupación en relación con las amenazas del terrorismo químico en el mundo que con mayor nitidez se dejan ver en el área de Oriente Próximo. Subrayamos que el desarrollo, la adquisición, la posesión, la acumulación, el almacenaje y el uso de armas químicas por organizaciones terroristas han de ser objeto de una detenida atención por parte de la OPAQ por suponer un elevado riesgo para el objeto y la finalidad de la Convención y para la edificación de un mundo absolutamente libre de las armas químicas.

Destacamos que a medida que los Estados poseedores de armas químicas vayan concluyendo su destrucción, se promoverá al primer plano la tarea global de su no reproducción y no proliferación. En este contexto, adquieren suma importancia un cumplimiento pleno y eficaz de las cláusulas de la Convención, tal como lo estipula el artículo VII, así como la universalidad de la Convención.

Hacemos constar con inquietud que las organizaciones terroristas que actúan en Oriente Próximo, no sólo emplean agresivos tóxicos sino que poseen su propia infraestructura tecnológica y de producción para sintetizar agentes de guerra química. Recalcamos asimismo que la movilización del terrorismo internacional confiere una nueva dimensión al problema de acceso y uso de sustancias tóxicas por los grupos terroristas. El terrorismo químico se va convirtiendo en una realidad que exige de todos una actuación decisiva, consecuente e impostergable.

Reiteramos la necesidad de garantizar que en todos los Estados partes, en el marco de su legislación nacional, sea impedida cualquier actividad por parte de las personas físicas y jurídicas, prohibida a tenor de la Convención, en particular, aprobando la correspondiente legislación penal, así como articulando un eficaz sistema de control sobre exportaciones.

Destacamos aparte la labor desarrollada por el Grupo de Trabajo de la OPAQ de composición abierta sobre el terrorismo y de su subgrupo para agentes no estatales. Aplaudimos la aprobada por consenso en octubre de 2017 resolución del Consejo Ejecutivo sobre las amenazas de empleo de armas químicas por agentes no estatales, considerándola nuestro logro común y un paso en la dirección acertada.

Pedimos al Director General que informe con regularidad sobre los datos que lleguen a la Secretaría Técnica de los Estados partes u otras fuentes fidedignas, relativos a la actividad de los grupos terroristas vinculada a la adquisición, producción, traslado y preparativos para el uso de armas químicas y sobre las medidas que adopta en esta relación. Es muy importante asimismo la información sobre las medidas que emprende la Secretaría Técnica con vistas a entablar el diálogo con otras organizaciones internacionales para vertebrar una red de alerta temprana sobre los riesgos existentes en este ámbito e intercambiar las mejores experiencias.

Siendo firmes y consecuentes partidarios de adopción de eficaces medidas colectivas encaminadas a oponer una enérgica resistencia a la proliferación de armas de destrucción masiva, sus componentes y vectores, aplaudimos la iniciativa ruso-china de alumbrar, en la Conferencia sobre Desarme en Ginebra, una convención para contrarrestar los atentados terroristas con empleo de armas químicas y bilógicas, llamada a ser importante instrumento adicional para obviar la amenaza terrorista.