El presidente turco Erdogan recibió al presidente Al-Sarraj en Estambul, el 15 de diciembre ‎de 2019, modificando así la correlación de fuerzas en Libia.

Tres gobiernos rivales se disputan el poder en Libia, situación conforme a los planes del ‎Pentágono, revelados en su momento por el New York Times cuando ese cotidiano ‎estadounidense dio a conocer la estrategia Rumsfeld/Cebrowski de destrucción de las estructuras ‎de los Estados en los países que Washington espera dominar [1]. Estados Unidos respalda por separado a cada uno de esos 3 gobiernos ‎rivales aportándoles ayuda militar para que sigan guerreando entre sí. ‎

Uno de esos 3 gobiernos libios, el denominado «Gobierno de Unión Nacional» (GNA), cuenta con ‎el apoyo de la ONU. Su presidente, Fayez Al-Sarraj, acaba de enviar una carta a Argelia –país con ‎el cual Libia tiene una frontera común–, Estados Unidos e Italia –la antigua metrópoli colonial ‎de Libia–, así como al Reino Unido y Turquía solicitándoles ayuda para poder hacer frente a uno ‎de los otros 2 gobiernos rivales, el de Khalifa Haftar.‎

Al-Sarraj cuenta oficialmente con respaldo de Turquía, que le facilita públicamente drones y ‎blindados [2]. El gobierno turco reveló ‎recientemente que firmó con Al-Sarraj un acuerdo de principio según el cual Turquía explotaría ‎junto al gobierno de Al-Sarraj el petróleo libio en el Mediterráneo, acuerdo que provocó la ira de ‎otros Estados de la región, principalmente de Grecia. ‎

Haftar fue nombrado mariscal por la Cámara de Representantes –único órgano electo– que, ‎después de reunirse por primera vez en Tobruk, hoy tiene su sede en Bengazi. Desde el 4 de abril ‎de 2019, las tropas de Haftar –denominadas “Ejército Nacional Libio”– tratan de eliminar los ‎otros dos gobiernos, principalmente el de Al-Sarraj.‎

El tercer gobierno libio, que nadie reconoce pero que muchos apoyan, es el de la Hermandad ‎Musulmana y tiene su sede en el hotel Rixos, en Trípoli. ‎

El conflicto entre los 3 gobiernos libios está organizado de manera que ninguno tenga ‎posibilidades de derrotar a los otros, con lo cual se mantiene el caos en el país. ‎

[1Imagining a Remapped Middle East”, Robin Wright, The New York Times Sunday Review, 28 de ‎septiembre de 2013.