A la izquierda, el ex militar y mercenario estadounidense Jordan Goudreau, jefe de SilverCorp USA, junto al ‎desertor venezolano Javier Nieto Quintero. ‎

Hemos recibido con inquietud la información sobre el intento de un grupo de mercenarios de desembarcar en el territorio de Venezuela para perpetrar atentados contra representantes del poder legítimo de ese país y sus dirigentes ‎ [1]‎. Los terroristas, entre los cuales, según los órganos de seguridad, había personas vinculadas con servicios secretos extranjeros (concretamente, los de Estados Unidos), fueron oportunamente neutralizados.

Los organizadores de esta operación ni siquiera pretendían ocultarse, al exponer a los periodistas detalles que el pasado 3 de mayo publicó en su extenso reportaje The New York Times, que nunca había simpatizado con el actual Gobierno de Venezuela.

Las acciones de los mercenarios merecen una condena incondicional y enérgica. Especialmente ahora que todos los países, Venezuela incluida, enfrentan la amenaza global e implacable de la pandemia del coronavirus, cuyo combate requiere los esfuerzos mancomunados de todos. Desatienden este desafío sólo aquellos a quienes no les importa el verdadero destino de los ciudadanos venezolanos ni el futuro de ese país.

Ya no provoca extrañeza que visiones políticas mezquinas y el obstinado empeño en derrocar al legítimo Presidente de Venezuela, o frases como “todas las opciones están sobre la mesa”, no permitan a algunos países evaluar desde una óptica realista la situación en las nuevas condiciones mundiales. Por lo tanto, suena poco convincente la afirmación de Washington de que “el Gobierno de Estados Unidos no tiene nada que ver con lo ocurrido en Venezuela estos días últimos”.

Rusia ha formulado con meridiana claridad su postura respecto a lo inadmisible que es el empleo de la fuerza para resolver las discrepancias políticas. Lo ha hecho en reiteradas ocasiones. Se requiere un diálogo directo que pueden acordar sólo los propios venezolanos como dueños de su destino.

Solidaridad, confianza y diálogo es lo que Venezuela necesita ahora. Respaldamos la decisión del Presidente Nicolás Maduro de concertar un “gran acuerdo humanitario” entre todas las fuerzas políticas de Venezuela, incluyendo aquellas que se agrupan en torno a la figura de Juan Guaidó. Como se ha dicho, esto es necesario “en aras de la salud y la paz”. El líder del país ha exhortado a “adoptar medidas para prestar ayuda al pueblo de Venezuela en la lucha contra la pandemia del coronavirus”. Nos sumamos a este llamamiento. Estamos convencidos de que es entrañable y comprensible para todos los venezolanos de ánimos patrióticos.

También en lo adelante haremos todo lo necesario para que el pueblo de Venezuela pueda resolver sus problemas por vía pacífica, a través de un amplio diálogo a escala nacional, sin imposiciones, ultimatums ni sanciones. Cae de su peso que en tierra venezolana no puede haber cabida para los mercenarios enviados desde fuera.