Los almirantes estadounidenses Betton y Lewis inauguran el Joint Force Command Norfolk. ‎Están de fiesta y son los europeos quienes pagan. ‎

En Norfolk, Estado de Virginia, en Estados Unidos, ha nacido un nuevo mando de la OTAN. ‎Se trata del Joint Force Command Norfolk, definido como el «Mando Atlántico», un clon del ‎‎Joint Force Command Naples, que tiene su cuartel general en Lago Patria, en Nápoles, Italia. ‎

La creación del Joint Force Command Norfolk en Estados Unidos contó con la aprobación del ‎Consejo del Atlántico Norte al nivel de ministros de Defensa, otorgada en junio de 2018 (Italia ‎estuvo representada por la ministro Elisabetta Trenta, del primer gobierno de Giuseppe Conte). ‎

Al igual que el Mando de la OTAN establecido en Nápoles, que está bajo las órdenes del almirante ‎que dirige las fuerzas navales de Estados Unidos en Europa –incluyendo la Sexta Flota–, ‎el Mando Atlántico de la OTAN está bajo las órdenes del almirante al mando de Segunda Flota ‎estadounidense. El «área de responsabilidad» de la Segunda Flota cubre la mitad occidental del ‎océano Atlántico y del Ártico, mientras que la Sexta Flota cubre la otra mitad. Así que el nuevo ‎mando «de la OTAN» en Norfolk –como el de Nápoles– en realidad pertenece a la cadena ‎de mando del Pentágono. ‎

‎¿Con qué objetivo se crea este nuevo mando? Para dirigir la «Cuarta Batalla del Atlántico» –‎después de las dos Guerras Mundiales y de la guerra fría– contra «submarinos rusos que ‎amenazan las vías de comunicación marítima entre Estados Unidos y Europa en el ‎Atlántico Norte». ‎

Según esa estrategia, enunciada en particular por el almirante estadounidense Foggo cuando ‎dirigía el mando de la OTAN en Nápoles, submarinos rusos estarían listos para hundir los barcos ‎que navegan entre las dos orillas del Atlántico para aislar Europa antes del «ataque ruso», como ‎en el guión del algún film hollywoodense donde los U-Boot alemanes hunden los barcos ‎mercantes que salen de Estados Unidos hacia Europa. ‎

Pero esa tesis no pasa de ser un guión de política-ficción. Durante la Segunda Guerra Mundial, ‎la Batalla del Atlántico duró 5 años, pero la «Cuarta Batalla del Atlántico» duraría 5 minutos. ‎Si por algún motivo absurdo submarinos rusos llegaran a hundir barcos de Estados Unidos o de ‎sus aliados europeos en aguas del Atlántico, eso sería el inicio de la guerra total, en la que ambos ‎bandos utilizarían misiles y bombarderos nucleares. ‎

‎¿Cuál sería entonces el papel del Mando Atlántico? «El Atlántico Norte es vital para la seguridad ‎de Europa», según declara Stoltenberg, el secretario general de la OTAN. Y luego agrega que: ‎‎«Nuestro nuevo Mando Atlántico garantizará que las vías cruciales para los refuerzos y el ‎abastecimiento de Norteamérica a Europa se mantengan seguras.»‎

En otras palabras. Expuesta a lo que Estados Unidos y la OTAN definen como «la agresión ‎rusa», Europa sólo podría resistir si recibe constantemente tropas, armamento y ‎abastecimientos desde Estados Unidos. Así que las fuerzas navales de los aliados europeos tienen ‎que alinearse junto a las de Estados Unidos para, bajo las órdenes del nuevo Mando Atlántico, ‎perseguir los fantasmagóricos «submarinos rusos que amenazan las vías de comunicación ‎marítima entre Estados Unidos y Europa en el Atlántico Norte». ‎

Es una especie de “juego de barquitos”, pero muy costoso ya que implica la asignación de ‎más fondos para los gastos militares totales de los países miembros de la OTAN, cuyo monto ya ‎sobrepasa ampliamente los 1 000 millardos [1] de dólares al año en ‎fondos públicos sustraídos a las necesidades reales de la ciudadanía. Y también muy peligroso ‎ya que alimenta en la opinión pública la creencia en la supuesta existencia de un enemigo, concretamente Rusia, ‎que amenaza Europa y que se dispone a aislarla cortando sus vías de comunicación marítima con ‎Estados Unidos. ‎

Con el montaje de tal escenario se justifica el creciente despliegue en Europa de armamento y ‎de tropas estadounidenses, despliegue que por demás incluye fuerzas y armamento nucleares, ‎lo cual trae como consecuencia que Rusia también incremente sus propias fuerzas y armamento ‎nucleares. ‎

Visto el hecho que el primer gobierno de Conte aprobó hace 2 años la creación del nuevo Mando ‎Atlántico, nos gustaría saber qué piensa de eso el segundo gobierno de Conte. ‎

También nos gustaría saber si en el Parlamento se consultó a alguien antes de que Italia aprobara ‎la creación de ese nuevo mando de la OTAN, decidida por el Pentágono, o al menos si alguien en ‎el Parlamento tuvo conocimiento del hecho que, además del mando de Nápoles –bajo las órdenes ‎de un almirante estadounidense–, la marina de guerra italiana ahora depende también del nuevo ‎mando creado en Norfolk, igualmente bajo las órdenes de un almirante estadounidense. ‎

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange ‎Patrizio. ‎

[11 millardo = 1 000 millones