Sr. Secretario, es estupendo estar aquí con usted. Y he estado esperando mucho tiempo para poder llamarle “Sr. Secretario”.

Buenas tardes a todos. Es un honor estar de nuevo en el Departamento de Estado bajo la mirada del primer jefe de la diplomacia estadounidense Benjamin Franklin.

Y por cierto, quiero que sepan los de la prensa que fui profesor de Política Presidencial [de la cátedra] Benjamin Franklin en Penn [Universidad de Pensilvania]. Y pensé que lo hicieron porque yo era tan viejo como él pero creo que no.

En cualquier caso, bromas aparte, es estupendo estar aquí y estar al lado de nuestro más reciente y más alto diplomático, el secretario Tony Blinken. Sr. Secretario, gracias por recibirnos hoy. Hemos trabajado juntos durante más de 20 años. Sus habilidades diplomáticas son respetadas por igual por nuestros amigos y nuestros competidores en todo el mundo.

Y saben que cuando usted habla, habla en mi nombre. Y este es el mensaje que quiero que el mundo escuche hoy: Estados Unidos ha vuelto. Estados Unidos ha vuelto. La diplomacia vuelve a ser el centro de nuestra política exterior.

Como dije en mi discurso de toma de posesión, repararemos nuestras alianzas y participaremos de nuevo con el mundo, no para hacer frente a los desafíos de ayer, sino a los de hoy y mañana. El liderazgo estadounidense debe hacer frente a este nuevo momento de avance del autoritarismo, incluidas las crecientes ambiciones de China de rivalizar con Estados Unidos y la determinación de Rusia de dañar y perturbar nuestra democracia.

Debemos hacer frente al nuevo momento que acelera los desafíos… acelera los desafíos globales, desde la pandemia hasta la crisis climática, pasando por la proliferación nuclear, con la voluntad de resolver los desafíos con países trabajando juntos y en común. No podemos hacerlo solos.

Esto debe ser: debemos empezar con una diplomacia arraigada en los valores democráticos más preciados de Estados Unidos: defender la libertad, defender las oportunidades, sostener los derechos universales, respetar el Estado de derecho y tratar a cada persona con dignidad.

Ese es el hilo conductor de nuestra política mundial, de nuestro poder mundial. Esa es nuestra fuente inagotable de fuerza. Esa es la ventaja permanente de Estados Unidos.

Aunque muchos de estos valores se han visto sometidos a una intensa presión en los últimos años, e incluso han sido empujados al límite en las últimas semanas, el pueblo estadounidense va a salir de este momento más fortalecido, más decidido y mejor preparado para unir al mundo en la defensa de la democracia porque nosotros mismos hemos luchado por ella.

En los últimos días hemos colaborado estrechamente con nuestros aliados y socios para unir a la comunidad internacional y hacer frente al golpe militar en Birmania.

También he estado en contacto con el líder McConnell para dialogar sobre nuestras preocupaciones comunes respecto a la situación en Birmania, y estamos unidos en nuestra determinación.

No cabe duda: En una democracia la fuerza nunca debe tratar de anular la voluntad del pueblo ni intentar borrar el resultado de unas elecciones creíbles.

Los militares birmanos deben renunciar al poder que han tomado, liberar a los defensores y activistas y a los funcionarios que han detenido, levantar las restricciones a las telecomunicaciones y abstenerse de la violencia.

Como dije a principios de esta semana, trabajaremos con nuestros socios para apoyar el restablecimiento de la democracia y el Estado de derecho e imponer consecuencias a los responsables.

En las últimas dos semanas he hablado con los líderes de muchos de nuestros amigos más cercanos: Canadá, México, el Reino Unido, Alemania, Francia, la OTAN, Japón, Corea del Sur, Australia; para [empezar] a reformar los hábitos de cooperación y reconstruir los músculos de las alianzas democráticas que se han atrofiado en los últimos años de abandono y, yo diría, de abuso.

Las alianzas estadounidenses son nuestro mayor activo, y liderar con diplomacia significa volver a estar lado a lado junto a nuestros aliados y socios clave.

Al liderar con diplomacia, debemos participar con nuestros adversarios y nuestros competidores de forma diplomática en lo que redunde en nuestro interés, así como hacer avanzar la seguridad del pueblo estadounidense.

Por eso, ayer Estados Unidos y Rusia acordaron prorrogar el Nuevo Tratado START durante cinco años para preservar el único tratado que queda entre nuestros países para salvaguardar la estabilidad nuclear.

Al mismo tiempo, dejé claro al presidente Putin, de una manera muy diferente a la de mi predecesor, que los días en los que Estados Unidos se arredraba ante las acciones agresivas de Rusia: interferencia en nuestras elecciones, ciberataques, envenenamiento de sus ciudadanos; han terminado. No dudaremos en elevar el coste a Rusia y defender nuestros intereses vitales y a nuestro pueblo. Y seremos más eficaces a la hora de tratar con Rusia cuando trabajemos en coalición y coordinación con otros socios de ideas afines.

El encarcelamiento por motivos políticos de Alexei Navalny y los esfuerzos rusos por suprimir la libertad de expresión y de reunión pacífica son motivo de profunda preocupación para nosotros y para la comunidad internacional.

El Sr. Navalny, como todos los ciudadanos rusos, tiene sus derechos según la Constitución rusa. Se le ha puesto en el punto de mira, en el punto de mira, por denunciar la corrupción. Debe ser liberado inmediatamente y sin condiciones.

También nos enfrentaremos directamente a los retos que plantea para nuestra prosperidad, seguridad y valores democráticos nuestro más serio competidor, China.

Nos enfrentaremos a los abusos económicos de China, contrarrestaremos su agresiva acción coercitiva, para dificultar el ataque de China a los derechos humanos, la propiedad intelectual y la gobernanza mundial.

Sin embargo, estamos dispuestos a colaborar con Pekín cuando ello redunde en beneficio de Estados Unidos. Competiremos desde una posición de fuerza construyendo mejor en nuestro país, trabajando con nuestros aliados y socios, renovando nuestro papel en las instituciones internacionales y recuperando nuestra credibilidad y autoridad moral, que se ha perdido en gran parte.

Por eso nos hemos movido rápidamente para empezar a restaurar la participación estadounidense a nivel internacional y recuperar nuestra posición de liderazgo, para catalizar la acción mundial respecto a los desafíos comunes.

El primer día en el cargo firmé la documentación para volver a adherirnos al Acuerdo Climático de París. Estamos adoptando medidas, predicando con el ejemplo, para integrar los objetivos climáticos en toda nuestra diplomacia y aumentar la ambición de nuestros objetivos climáticos. De este modo, podemos desafiar a otros países, a otros grandes emisores, para que aumenten sus propios compromisos. Seré anfitrión de una cumbre de líderes, una cumbre de líderes sobre el clima para abordar la crisis climática el Día de la Tierra de este año.

Estados Unidos debe liderar ante esta amenaza existencial. Y al igual que en el caso de la pandemia, se requiere la cooperación mundial.

También hemos vuelto a participar en la Organización Mundial de la Salud. De este modo, podemos crear una mejor preparación mundial para contrarrestar COVID-19, así como para detectar y prevenir futuras pandemias, porque habrá más.

Hemos elevado el estatus de las cuestiones cibernéticas dentro de nuestro gobierno, incluyendo el nombramiento del primer viceasesor adjunto de seguridad nacional para Asuntos de tecnología cibernética y emergente. Estamos lanzando una iniciativa urgente para mejorar nuestra capacidad, preparación y resiliencia en el ciberespacio.

Hoy anuncio nuevas medidas para corregir el rumbo de nuestra política exterior y unir mejor nuestros valores democráticos con nuestro liderazgo diplomático.

Para empezar, el secretario de Defensa Austin dirigirá una revisión global de posicionamiento de nuestras fuerzas para que nuestra presencia militar esté adecuadamente alineada con nuestra política exterior y nuestras prioridades de seguridad nacional. Todo esto se coordinará con todos los elementos de nuestra seguridad nacional, y el secretario Austin y el secretario Blinken trabajarán en estrecha colaboración.

Y mientras se lleva a cabo esta revisión, detendremos cualquier retirada de tropas prevista en Alemania. También estamos intensificando nuestra diplomacia para poner fin a la guerra en Yemen, una guerra que ha creado una catástrofe humanitaria y estratégica. He pedido a mi equipo de Oriente Medio que garantice nuestro apoyo a la iniciativa liderada por las Naciones Unidas para imponer un alto el fuego, abrir canales humanitarios y restablecer las conversaciones de paz, que llevan mucho tiempo inactivas.

Esta mañana, el secretario Blinken ha nombrado a Tim Lenderking, funcionario de carrera en política exterior, nuestro embajador especial para el conflicto de Yemen, y le agradezco que lo haya hecho. Tim tiene una larga experiencia en la región y trabajará con el enviado de la ONU y todas las partes en el conflicto para impulsar una resolución diplomática.

Y la diplomacia de Tim se verá reforzada por… USAID que trabaja para garantizar que la asistencia humanitaria llegue al pueblo yemení que está sufriendo una devastación insoportable, insoportable. Esta guerra tiene que terminar.

Y para subrayar nuestro compromiso, estamos poniendo fin a todo el apoyo estadounidense a las operaciones ofensivas en la guerra de Yemen, incluidas las ventas de armas pertinentes.

Al mismo tiempo, Arabia Saudí se enfrenta a ataques con misiles, ataques con vehículos aéreos no tripulados y otras amenazas de las fuerzas suministradas por Irán en múltiples países. Vamos a seguir apoyando y ayudando a Arabia Saudí a defender su soberanía y su integridad territorial y a su pueblo.

También nos enfrentamos a una crisis de más de 80 millones de personas desplazadas que sufren en todo el mundo. El liderazgo moral de Estados Unidos en materia de refugiados fue un punto de consenso bipartidista durante muchas décadas cuando llegué aquí por primera vez. Hicimos brillar la luz de la lámpara de la libertad sobre los pueblos oprimidos. Ofrecimos refugios seguros a quienes huían de la violencia o la persecución, y nuestro ejemplo impulsó a otros países a abrir también sus puertas de par en par.

Por ello, hoy apruebo una orden ejecutiva para comenzar el arduo trabajo de restaurar nuestro programa de admisión de refugiados para ayudar a satisfacer la necesidad mundial sin precedentes. Va a llevar tiempo reconstruir lo que ha sido tan dañado, pero eso es precisamente lo que vamos a hacer.

Esta orden ejecutiva nos posicionará para poder aumentar las admisiones de refugiados de nuevo hasta 125.000 personas para el primer año fiscal completo de la administración Biden-Harris. Y he dado instrucciones al Departamento de Estado para que consulte con el Congreso sobre la realización de un pago inicial para ese compromiso lo antes posible.

Y para reparar aún más nuestro liderazgo moral, también estoy emitiendo un memorando presidencial a las agencias para vigorizar nuestro liderazgo en las cuestiones LGBTQI y hacerlo a nivel internacional. Saben, nos aseguraremos de que la diplomacia y la ayuda exterior funcionen para promover los derechos de estas personas, incluyendo la lucha contra la tipificación como delito y la protección de refugiados y solicitantes de asilo LGBTQ.

Por último, para reafirmar con éxito nuestra diplomacia y mantener a los estadounidenses seguros, prósperos y libres, debemos restablecer la salud y la moral de nuestras instituciones de política exterior.

Quiero que las personas que trabajan en este edificio y en nuestras embajadas y consulados en todo el mundo sepan esto: valoro su experiencia y les respeto, y les respaldaré. Esta administración va a empoderarlos para que hagan su trabajo, no a señalarlos o politizarlos. Queremos un debate riguroso que aporte todas las perspectivas y dé cabida a la diferencia de opiniones. Así es como obtendremos los mejores resultados políticos posibles.

Así que, con su ayuda, Estados Unidos volverá a liderar, no sólo con el ejemplo de nuestro poder, sino con el poder de nuestro ejemplo.

Por eso mi administración ya ha dado el importante paso de vivir nuestros valores internos en nuestro país, nuestros valores democráticos en nuestro país.

A las pocas horas de tomar posesión del cargo, firmé una orden ejecutiva que anulaba la discriminatoria, basada en el odio, prohibición de los musulmanes, y se revocó la prohibición de que los transexuales presten servicio en nuestro ejército.

Como parte de nuestro compromiso con la verdad, la transparencia y la rendición de cuentas, describimos el primer día, empezamos el primer día con sesiones informativas diarias a la prensa en la Casa Blanca. Hemos restablecido, restaurado, las sesiones informativas regulares aquí en el Departamento de Estado y en el Pentágono. Creemos que una prensa libre no es un adversario, más bien que es esencial. Una prensa libre es esencial para la salud de una democracia.

Hemos restaurado nuestro compromiso con la ciencia y con la creación de políticas basadas en hechos y pruebas. Sospecho que Ben Franklin lo aprobaría.

Hemos tomado medidas para reconocer y abordar el racismo sistémico y la lacra de la supremacía blanca en nuestro propio país. La equidad racial no será sólo un asunto de un departamento de nuestra administración, sino que tiene que ser un asunto del gobierno en su totalidad y de todas nuestras políticas e instituciones federales.

Todo esto es importante para la política exterior, porque cuando celebremos la Cumbre de la Democracia a principios de mi administración para reunir a los países del mundo para defender la democracia a nivel mundial, para hacer retroceder el autoritarismo que ha avanzado, seremos un socio mucho más creíble gracias a estos esfuerzos para apuntalar nuestros propios cimientos.

Ya no hay una línea clara entre la política exterior y la interior. Cada acción que emprendamos y nuestra conducta en el extranjero, debemos tomarla pensando en las familias trabajadoras estadounidenses. Promover una política exterior para la clase media exige centrarse urgentemente en nuestra renovación económica interna.

Y por eso presenté inmediatamente el plan de rescate estadounidense para sacarnos de esta crisis económica. Por eso firmé la semana pasada una orden ejecutiva que refuerza nuestras políticas de compra de productos estadounidenses. Por eso también trabajaré con el Congreso para realizar inversiones de gran alcance en investigación y desarrollo de tecnologías transformables, transformables.

Estas inversiones van a crear puestos de trabajo, mantener la ventaja competitiva de Estados Unidos a nivel mundial y garantizar que todos los estadounidenses compartan los dividendos.

Si invertimos en nosotros mismos y en nuestra gente, si luchamos para demostrar que las empresas estadounidenses están en condiciones de competir y ganar en un escenario global, si las reglas del comercio internacional no están en nuestra contra, si nuestros trabajadores y la propiedad intelectual están protegidos, entonces no hay país en la Tierra, ni China ni ningún otro país en la Tierra, que pueda igualarnos.

Invertir en nuestra diplomacia no es algo que hagamos sólo porque sea lo correcto para el mundo. Lo hacemos para vivir en paz, seguridad y prosperidad. Lo hacemos porque va en nuestro propio interés. Cuando fortalecemos nuestras alianzas, amplificamos nuestro poder, así como nuestra capacidad para perturbar las amenazas antes de que lleguen a nuestras costas.

Cuando invertimos en el desarrollo económico de los países, creamos nuevos mercados para nuestros productos y reducimos la probabilidad de inestabilidad, violencia y migraciones masivas.

Cuando fortalecemos los sistemas de salud en lugares remotos del mundo, reducimos el riesgo de futuras pandemias que podrían amenazar a nuestra población y a nuestra economía.

Cuando defendemos la igualdad de derechos de las personas de todo el mundo, de las mujeres y las niñas, de los individuos LGBTQ, de las comunidades indígenas y de las personas con discapacidades, de las personas de toda etnia y religión, también nos aseguramos de que esos derechos estén protegidos para nuestros propios hijos aquí en Estados Unidos.

Estados Unidos no puede permitirse el lujo de seguir estando ausente de la escena mundial. Hoy vengo al Departamento de Estado, un organismo tan antiguo y con tanta historia como la propia nación, porque la diplomacia siempre ha sido esencial para que los estadounidenses, Estados Unidos, escriba su propio destino.

Porque la diplomacia de Ben Franklin ayudó a asegurar el éxito de nuestra revolución, la visión del Plan Marshall ayudó a evitar que el mundo se hundiera en los restos de la guerra y la pasión de Eleanor Roosevelt declaró la audaz idea de los derechos universales que pertenecen a todos.

El liderazgo de los diplomáticos de todo tipo que realizan el trabajo diario de la participación, creó la idea misma de un mundo libre e interconectado. Somos un país que hace grandes cosas. La diplomacia estadounidense las hace realidad. Y nuestra administración está preparada para tomar las riendas y liderar una vez más.

Gracias a todos, que Dios les bendiga y proteja a nuestras tropas, a nuestros diplomáticos y a nuestros expertos en desarrollo, y a todos los estadounidenses que prestan servicio en situaciones de peligro.

Me voy por aquí. Gracias a todos.