Líbano está al borde del derrumbe definitivo si no logra importar combustible. La compañía ‎Electricité du Liban ya no puede proporcionar más de 2 horas diarias de electricidad. ‎Los propietarios de grupos electrógenos no pueden utilizarlos porque tampoco disponen de ‎combustible. Poco a poco, todas las fábricas están dejando de funcionar y los hospitales ‎también están a punto de cerrar. En varios lugares, la población ha asaltado estaciones de ‎combustible que finalmente estaban vacías. ‎

El Estado libanés es incapaz de reaccionar ante esa situación catastrófica pues ya ni siquiera hay ‎un gobierno establecido y los libaneses se ven abocados a tratar de arreglárselas como pueden ‎individualmente. ‎

En un esfuerzo por enfrentar esta situación, hombres de negocios chiitas –miembros del ‎Hezbollah– han comprado combustible en Irán. El secretario general del Hezbollah, Hassan Nasrallah, anunció que un tanquero cargado de combustible para Líbano ha zarpado de Irán. ‎

Esa iniciativa, que constituye un intento de salvar momentáneamente el país, viola las sanciones ‎internacionales contra Irán y también es probablemente una violación de las leyes libanesas sobre ‎los derechos de importación. ‎

El ex primer ministro libanés Saad Hariri –de la Corriente del Futuro– denunció la iniciativa ‎calificándola de «peligrosa». ‎

Samir Geagea –de las Fuerzas Libanesas– también denunció la iniciativa del Hezbollah afirmando ‎que es un intento de toma del poder. ‎