Estimados colegas,

Estoy encantado de saludarles.

En primer lugar, quisiera agradecer a todos los países representados aquí por participar enérgicamente en la reciente edición de consultas sobre Afganistán en el formato de Moscú, una plataforma exclusiva sin alternativa en términos de alcance y eficacia.

Observamos que recientemente se ha intensificado la actividad de varios foros regionales e internacionales sobre Afganistán. Es importante que no se dupliquen, sino que se complementen mutuamente en la realización de su actividad. Estoy convencido de que la discusión de hoy contribuirá de manera significativa a nuestros esfuerzos conjuntos para resolver los numerosos problemas del pueblo afgano. Ayudará a mantener la estabilidad y la seguridad en la región y fuera de ésta.

Hoy en día, Afganistán es un país que de hecho tiene que empezar todo desde cero, reconstruirse sobre ruinas, en el sentido literal y figurado de la palabra. Es un deplorable resultado lógico de las dos décadas en que se le imponía el modelo de desarrollo del Estado a lo de EEUU y la OTAN. El deseo persistente de Occidente de reformar a Afganistán de acuerdo con sus propios patrones tuvo consecuencias tristes: enemistad interna y derramamiento de sangre, polarización de la sociedad, colapso social y económico, catástrofe humanitaria. Contribuyó a la proliferación de grupos terroristas internacionales, la fabricación de drogas y la corrupción a escala sin precedente. Mientras, ¿a quién le importa esto en EEUU o en otras capitales occidentales? Afganistán, ubicado a distancia de miles de kilómetros, siempre ha sido solo una herramienta conveniente para ellos para realizar tareas geopolíticas egoístas.

Ahora una nueva administración está en el poder en Kabul. Es la realidad objetiva. El país se enfrenta a una oportunidad real, aunque difícilmente alcanzable, de regresar a la arena internacional como un Estado responsable y pacífico.

Los objetivos esbozados por las nuevas autoridades afganas de estabilizar la situación política y militar, incluir en el Gobierno interino a representantes de las minorías nacionales y fuerzas políticas y, posteriormente, celebrar las elecciones generales, imponen respeto. Tomamos nota de los esfuerzos para reanudar las actividades de los organismos gubernamentales, crear un Ejército regular y garantizar la seguridad de las misiones diplomáticas extranjeras.

Rusia no está dispuesta a imponer sus consejos o recomendaciones a nadie. Además, la historia misma sugiere recetas efectivas para resolver problemas. Es fundamental que se tengan en cuenta de la forma más plena posible los intereses de todas las principales fuerzas etnopolíticas del país. Por eso respaldamos firme y consecuentemente la creación de un Gobierno afgano realmente inclusivo. Los ciudadanos deben saber que sus derechos y aspiraciones legítimas, no de palabra, sino de hecho, se hacen realidad y estarán protegidos por la letra de la ley, naturalmente, con respeto y consideración de las tradiciones y costumbres locales.

Es obvio que sin una lucha decisiva contra la producción y el contrabando de drogas, contra los grupos terroristas internacionales atrincherados en Afganistán y manipulados desde el exterior, es poco probable que sea posible llevar a cabo una política exterior normal, especialmente con los países vecinos que son el objetivo principal de estas fuerzas destructivas.

Por nuestra parte, planeamos utilizar todos los instrumentos internacionales y regionales que tenemos a nuestra disposición: los recursos de la ONU, la OCS, la OTSC y otros foros multilaterales. Constatamos con satisfacción la afinidad de las posturas de los participantes en las cumbres que se celebraron recientemente en Dusambé. Estamos satisfechos con los resultados de la reunión conjunta especial de los miembros de la OTSC y la OCS.

Ahora en la agenda están las tareas de detener y controlar los flujos migratorios desde Afganistán, porque los terroristas y criminales pueden y ya están tratando de penetrar en los países vecinos bajo la apariencia de refugiados. Se puede alcanzar este objetivo solo en caso de crear condiciones de vida normales en el propio Afganistán. En un futuro, esto se convertirá en una importante condición previa para el regreso paulatino de los afganos a su Patria.

Una vez más, exhortamos a los países vecinos de Afganistán para que impidan la presencia militar de las fuerzas de EEUU y de la OTAN en su territorio que tienen previsto trasladarse allí después de su retirada de Afganistán.

Es evidente que la formación de un sistema nacional de educación, la salud pública, el establecimiento de una infraestructura social y económica eficaz de Afganistán, en general, requerirán enormes costos financieros. En este sentido, me gustaría enfatizar especialmente que los que han llevado al país a su estado actual deben asumir la responsabilidad principal. Parece que ha llegado el momento de comenzar a recaudar recursos para prestar la ayuda financiera, económica y humanitaria a los afganos.

Espero que el principio de celebrar conferencias solo por celebrarlas, familiar para los países occidentales, ya quede en el pasado. Ha llegado el momento de realizar acciones concretas en esta dirección. Estoy convencido de que las Naciones Unidas deberían desempeñar un papel coordinador. Fue la ONU a que los participantes de las consultas sobre Afganistán en el formato de Moscú hicieron un respectivo llamamiento el 20 de octubre de 2021.

Rusia está dispuesta a contribuir a los esfuerzos comunes. En un futuro próximo, planeamos enviar un lote de ayuda humanitaria a nuestros socios afganos, que incluirá alimentos, medicinas y artículos de primera necesidad.

En conclusión, me gustaría desearles a todos un trabajo exitoso.

¡Gracias por su atención!