Como geógrafo y especialista en geopolítica, Manlio Dinuccio nos recuerda que el peligro que el calentamiento climático pudiera representar para la especie humana es mucho menos grave que la amenaza de invierno nuclear que ciertos participantes en la COP26 nos preparan afanosamente.
A principios de octubre, Italia acogió la reunión preparatoria de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, la COP26 que ahora está teniendo lugar en Glasgow.
Dos semanas después, Italia acogió también otro evento internacional que, contrariamente a lo sucedido con el primero, el gobierno italiano prefirió realizar en el mayor silencio: la maniobra de guerra nuclear Steadfast Noon, organizada por la OTAN en los cielos del centro y del sur de Italia.
Bajo las órdenes de Estados Unidos, las fuerzas aéreas de 14 países miembros de la OTAN participaron durante 7 días en esa maniobra, desplegando en las bases de Aviano y de Ghedi (Italia), cazabombarderos capaces de portar tanto armas convencionales como armamento atómico.
Aviano, en la región italiana de Friul, sirve de base permanente al 31º Escuadrón Aéreo de Estados Unidos, que dispone de cazabombarderos F-16C/D y de bombas nucleares B61.
Mientras tanto, en Ghedi –también en Italia pero en la región de Lombardía–, la 6ª Escuadra Aérea italiana dispone de cazabombarderos Tornado PA-200 y de bombas nucleares (estadounidenses) B61. La Federación de Científicos Estadounidenses (FAS, siglas en inglés) en 2021 que:
«se han asignado a la fuerza aérea italiana misiones de ataque nuclear con bombas estadounidenses, almacenadas en Italia bajo control de la US Air Force, cuyo uso en acciones de guerra debe contar de la autorización del presidente de Estados Unidos.»
Las bases de Aviano y de Ghedi han sido restructuradas para recibir aviones de guerra F-35 armados con nuevas bombas nucleares (estadounidenses) B61-12. En octubre pasado, se realizó en Nevada (Estados Unidos) el ensayo final de lanzamiento –desde dos F-35A y sin cargas atómicas– de las nuevas bombas nucleares estadounidenses B61-12. Así que esas nuevas bombas atómicas llegarán a Italia y 30 aviones F-35A adquiridos por Italia podrán ser desplegados en la base de Ghedi, donde estarán listos para el ataque, bajo las órdenes de Estados Unidos, con 60 bombas nucleares B61-12 almacenadas en esa misma instalación.
Sólo una semana después de haber participado en el ejercicio de guerra nuclear Steadfast Noon, Italia participa en la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, presidida por el Reino Unido en asociación con Italia. El primer ministro británico Boris Johnson declaró entonces: «Estamos a un minuto de la medianoche y tenemos que reaccionar ahora» contra el calentamiento climático que está destruyendo el planeta.
Boris Johnson utilizaba así la imagen del simbólico «Reloj del Apocalipsis», pero ese reloj en realidad muestra el poco tiempo que nos separa de la medianoche nuclear. El mismo Boris Johnson había anunciado en marzo el desarrollo de los submarinos británicos de ataque nuclear Astute, con un costo de 2 200 millones de dólares cada uno, armados de misiles nucleares crucero estadounidenses Tomahawk IV cuyo alcance es de 1 500 kilómetros, y de sus submarinos Vanguard, armados cada uno con 16 misiles balísticos estadounidenses Trident D5 de 12 000 kilómetros de alcance capaces de transportar más de 120 cabezas nucleares. Los Vanguard serán rápidamente reemplazados por los nuevos submarinos de la clase Dadnough, todavía más poderosos.
Los submarinos británicos de ataque nuclear, que ya navegan a lo largo de las costas rusas, ahora navegan también frente a las costas de China partiendo desde Australia, país al que Estados Unidos y Reino Unido van a proporcionar submarinos nucleares. Como estamos viendo, el Reino Unido, que acoge la conferencia para salvar el planeta del cambio climático, contribuye alegremente a la aceleración de la carrera armamentista que arrastra el mundo hacia la catástrofe nuclear.
En medio de todo este contexto, el video promocional de la Conferencia sobre el Cambio Climático peca por erróneo. En ese video [ver al inicio de este artículo], un dinosaurio, representante de una especie extinguida, sube a la tribuna de la ONU para alertar a los humanos sobre la necesidad de salvar la humanidad del calentamiento climático.
Pero los estudios científicos han confirmado que no fue un calentamiento climático lo que acabó con los dinosaurios sino, al contrario, un enfriamiento generalizado del planeta causado por el impacto de un enorme meteorito que levantó nubes de polvo de tal magnitud que eclipsaron el sol por largo tiempo.
Eso es exactamente lo que sucedería en caso de guerra nuclear. Además de la destrucción de proporciones catastróficas y de los efectos de las radiaciones nucleares que afectarían todo el planeta, un conflicto nuclear provocaría, tanto en las zonas urbanas como en zonas boscosas, incendios tan enormes que espesas cortinas de humo ocultarían el sol, lo cual traería como consecuencia un enfriamiento climático que duraría por años, o sea un larguísimo invierno nuclear.
Entre las consecuencias de ese invierno nuclear estarían la extinción de la mayor parte de las especies vegetales y animales que hoy conocemos y efectos devastadores para la agricultura. El frío y el hambre reducirían las posibilidades de subsistencia de los pocos sobrevivientes, lo cual conllevaría a la extinción de la especie humana por “enfriamiento nuclear”.
Traducido al español por Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio
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