Buenos días a todos. Es un gran placer estar con todos ustedes. Y Dra. Kusumayati, muchas gracias por la generosa presentación. Pero más que eso, gracias por décadas de servicio para mejorar la salud pública, para educar a la próxima generación de médicos y enfermeras, incluso como la primera mujer decana de la Facultad de Salud Pública de la Universidad. Desde su investigación sobre salud reproductiva hasta su liderazgo en el grupo de trabajo de Indonesia sobre COVID, su dedicación a su comunidad es verdaderamente inspiradora y le doy las gracias. (Aplausos).
Y buenos días a todos. Selamat pagi. Es maravilloso estar de regreso en Yakarta. Vine aquí en un par de ocasiones cuando estuve por última vez en el gobierno como vicesecretario de Estado, y esperaba con interés esta oportunidad de regresar a la democracia más grande del sudeste asiático.
Y a los estudiantes que están en esta sala, les deseo que les resulte agradable su regreso al campus. Entiendo que muchos de ustedes han estado estudiando de forma remota durante algún tiempo y están ansiosos por volver al aula, por lo que me alegro de que hayamos tenido una pequeña excusa para convocarlos hoy. Sé, doctora, que usted y el grupo de trabajo están deseando que los estudiantes regresen, y lo mucho que todos esperan ese momento.
Estoy aquí, estamos aquí, porque lo que suceda en el Indopacífico, más que en cualquier otra región, conformará la trayectoria del mundo en el siglo XXI.
El Indopacífico es la región de más rápido crecimiento del planeta. Representa el 60 por ciento de la economía mundial, dos tercios de todo el crecimiento económico de los últimos cinco años. Alberga a más de la mitad de la población mundial, y a 7 de las 15 economías principales.
Y es enormemente diverso, con más de 3.000 idiomas y numerosas religiones que se extienden por dos océanos y tres continentes.
Por ejemplo, en un único país como Indonesia se encuentra un rico mosaico difícil de sintetizar, excepto por su variedad. Y el lema de esta nación se mantiene: Bhinneka Tunggal Ika, “unidad en la diversidad”, lo cual resulta bastante familiar para un estadounidense. En Estados Unidos decimos E Pluribus Unum, “De muchos, uno”. La idea es la misma.
Estados Unidos ha sido, es y será siempre un país Indopacífico. Este es un hecho geográfico, desde nuestros estados de la costa del Pacífico hasta Guam, nuestros territorios del Pacífico. Y es una realidad histórica, demostrada por nuestros dos siglos de comercio y otros vínculos con la región.
Hoy, la mitad de los principales socios comerciales de Estados Unidos se encuentran en el Indopacífico. Es el destino de casi un tercio de nuestras exportaciones, la fuente de 900.000 millones de dólares en inversión extranjera directa en Estados Unidos, y eso crea millones de empleos en los 50 estados. Y hay más miembros de nuestras fuerzas armadas destacados en la región que en cualquier otro lugar fuera de los Estados Unidos continentales, lo que garantiza la paz y la seguridad que han sido vitales para la prosperidad en la región y que nos benefician a todos.
Además, por supuesto, estamos unidos por nuestra gente, cuyas conexiones se remontan a generaciones anteriores. Hay más de 24 millones de estadounidenses de origen asiático viviendo en Estados Unidos, incluido el embajador Sung Kim, cuando no está sirviendo a su país en una parte del mundo u otra, como lo ha estado durante las últimas tres décadas.
Antes de la pandemia, había más de 775.000 estudiantes del Indopacífico en colegios secundarios y universidades estadounidenses. Y sus compañeros de clase estadounidenses aquí en la Universidad de Indonesia se encuentran entre los millones de estadounidenses que han venido a la región para estudiar, trabajar y vivir, entre ellos uno que se convirtió en nuestro presidente.
Hay un proverbio indonesio, uno que, según me han dicho, se les enseña a los niños desde pequeños: “Tenemos dos orejas, pero solo una boca”. Eso significa que antes de hablar o actuar, tenemos que escuchar. Y hemos escuchado mucho a los pueblos del Indopacífico en el primer año de esta administración, a fin de comprender su visión de la región y de su futuro.
Hemos recibido a líderes de la región en nuestro país, entre ellos los primeros dos dirigentes extranjeros, Japón y Corea del Sur, que recibió el presidente Biden después de asumir el cargo, y los ministros de Asuntos Exteriores a quienes tuve el privilegio de recibir en el Departamento de Estado, incluida la ministra de Exteriores Retno. Y hemos venido a su región la vicepresidenta Harris, el secretario de Defensa Austin, la secretaria de Comercio Raimondo y muchos otros miembros del gabinete, sin mencionar a muchos altos funcionarios de mi equipo en el Departamento de Estado.
El presidente ha participado en cumbres con varios líderes celebradas por organismos regionales clave: la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC); las cumbres Estados Unidos-ASEAN y de Asia del Este; y la cumbre de la Cuadrilateral (Quad), integrada por la India, Japón y Australia. Yo he hecho lo mismo con otros ministros de exteriores, incluso celebrando como anfitrión la reunión ministerial de la Asociación Mekong-Estados Unidos. El presidente Biden también se ha reunido con líderes del Indopacífico en el extranjero, incluida una reunión muy productiva con el presidente Jokowi en Glasgow durante la COP26.
Pero no solo escuchamos a los dirigentes. En nuestras embajadas y consulados en toda la región, nuestros diplomáticos están usando los dos oídos para escuchar las opiniones de personas de todos los ámbitos de la vida: estudiantes, activistas, académicos, empresarios.
Y aunque es una región extraordinariamente diversa, con intereses y puntos de vista distintos, observamos una gran coincidencia entre la visión del Indopacífico que estamos escuchando y la nuestra.
Los pueblos y los gobiernos de la región desean más y mejores oportunidades para toda su población. Quieren más oportunidades de conectarse, dentro de sus países, entre sus países, y con todo el mundo. Quieren estar mejor preparados para crisis como la pandemia que estamos atravesando. Quieren paz. Quieren que Estados Unidos esté más presente y participe más. Y, sobre todo, quieren una región más libre y más abierta.
Por tanto, lo que me gustaría hacer hoy es tratar de describir esa visión que compartimos y cómo trabajaremos juntos para hacerla realidad. Hay cinco elementos centrales en los que me gustaría centrarme.
En primer lugar, promoveremos un Indopacífico libre y abierto.
Ahora bien, hablamos mucho sobre un Indopacífico libre y abierto, pero no solemos definir lo que realmente significa esto. La libertad consiste en la capacidad de planear su futuro y tener voz y voto en lo que sucede en su comunidad y su país, sin importar quién sea o a quién conozca. Y la apertura fluye naturalmente de la libertad. Los lugares libres están abiertos a nueva información y puntos de vista. Están abiertos a diferentes culturas, religiones y formas de vida. Están abiertos a la crítica, a la autorreflexión, así como a la renovación.
Cuando decimos que queremos un Indopacífico libre y abierto, nos referimos a que, en el plano individual, las personas sean libres en su vida diaria y vivan en sociedades abiertas. Queremos decir que, en el plano estatal, los países individuales puedan elegir su propio camino y sus propios socios. Y queremos decir que, en el plano regional, en esta parte del mundo, los problemas se aborden abiertamente, las normas se adopten de manera transparente y se apliquen de manera justa, y que los productos, las ideas y las personas circulen libremente por tierra, el ciberespacio y mar abierto.
A todos nos interesa que la región más dinámica del mundo esté libre de coerciones y sea accesible a todos. Esto es bueno para los pueblos de toda la región. Es bueno para los estadounidenses, porque la historia muestra que cuando esta vasta región es libre y abierta, Estados Unidos es más seguro y próspero. Por lo tanto, trabajaremos con nuestros socios en toda la región para intentar hacer realidad esta visión.
Continuaremos apoyando a los grupos contra la corrupción y en favor de la transparencia, a los periodistas de investigación y a grupos de expertos de toda la región como el Instituto Advocata de Sri Lanka. Con nuestro apoyo, ese instituto creó un registro público de empresas estatales como bancos y aerolíneas, que operan con grandes pérdidas, y propuso maneras de reformarlas.
También estamos encontrando socios en el Gobierno, como Victor Sotto. Es el alcalde de la ciudad de Pasig, en Filipinas. Victor estableció una línea telefónica que funciona las 24 horas, los 7 días de la semana, para que su población denuncie los casos de corrupción. Ha hecho que la adjudicación de contratos públicos sea más transparente, y ha dado voz a las organizaciones comunitarias para que opinen sobre la forma en que la ciudad gasta sus recursos. Es parte del primer grupo de defensores mundiales contra la corrupción que el Departamento de Estado anunció a principios de este año.
Y seguiremos aprendiendo las prácticas óptimas de otras democracias. Esa es la idea que subyace tras la Cumbre por la Democracia que el presidente Biden convocó la semana pasada, donde habló el presidente Jokowi, quien, de hecho, fue el primer orador, así como del Foro de la Democracia de Bali que Indonesia celebró por decimocuarta vez y al que tuve la oportunidad de dirigirme.
También confrontaremos a los líderes que no respetan los derechos de sus pueblos, como estamos viendo ahora en Birmania. Continuaremos trabajando con nuestros aliados y socios con objeto de presionar al régimen para que cese su violencia indiscriminada, libere a todos aquellos injustamente detenidos, permita el acceso sin trabas y restaure el avance de Birmania hacia una democracia inclusiva.
ASEAN ha elaborado un consenso de cinco puntos y ha llamado al régimen a entablar un diálogo constructivo con todas las partes para buscar una solución pacífica que respete la voluntad del pueblo birmano, un objetivo al que no renunciaremos.
Otra de las maneras en que promoveremos la libertad y la apertura es defendiendo una Internet abierta, interoperable, segura y fiable contra aquellos que trabajan activamente para que sea más cerrada, más fragmentada y menos segura. Trabajaremos con nuestros socios para defender estos principios y ayudar a construir los sistemas seguros y fiables que sientan las bases para ello. En la cumbre de líderes entre Moon y Biden celebrada a principios de este año, la República de Corea y Estados Unidos anunciaron inversiones por valor de más de 3.500 millones de dólares en tecnologías emergentes, incluida la investigación y el desarrollo en materia de redes seguras 5G y 6G.
Finalmente, trabajaremos con nuestros aliados y socios para defender el orden basado en normas que hemos construido juntos durante décadas con objeto de que la región permanezca abierta y accesible.
Y permítanme aclarar una cosa: el objetivo de defender el orden basado en normas no es reprimir a ningún país. Por el contrario, es proteger el derecho de todos los países a elegir su propio camino, libres de coerción y de intimidación. No se trata de una competencia entre una región centrada en Estados Unidos o una región centrada en China. El Indopacífico es una región por derecho propio. Por el contrario, se trata de defender los derechos y acuerdos que han dado lugar al período más pacífico y próspero que esta región y el mundo han experimentado.
Por eso existe tanta preocupación, desde el noreste hasta el sureste de Asia, y desde el río Mekong hasta las islas del Pacífico, por las acciones agresivas de Beijing, que reclama el mar abierto como propio, distorsiona los mercados abiertos a través de subsidios a sus empresas estatales, niega las exportaciones o revoca pactos con países con cuyas políticas no está de acuerdo, y se dedica a la actividad pesquera ilegal, no declarada y no reglamentada. Los países de la región quieren que este comportamiento cambie.
Nosotros también, y por eso estamos decididos a garantizar la libertad de navegación en el mar de la China Meridional, donde las acciones agresivas de Beijing amenazan intercambios comerciales por valor de más de 3 billones de dólares al año.
Vale la pena recordar que, vinculados a esa cifra colosal, 3 billones de dólares, están los medios de vida reales y el bienestar de millones de personas en todo el mundo. Cuando el comercio no puede atravesar el mar abierto, los agricultores no pueden enviar sus productos; las fábricas no pueden enviar sus microchips; los hospitales no pueden obtener medicamentos que salvan vidas.
Hace cinco años, un tribunal internacional emitió una decisión unánime y legalmente vinculante en la que rechazaba firmemente las reclamaciones marítimas ilegales y expansivas respecto al mar de la China Meridional por ser incompatibles con el derecho internacional. Nosotros y otros países, incluidos los reclamantes del mar de la China Meridional, seguiremos rechazando ese comportamiento. También es la razón por la que tenemos un interés permanente en la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán, en consonancia con nuestros compromisos de larga data.
En segundo lugar, forjaremos conexiones más sólidas dentro y fuera de la región. Profundizaremos las alianzas establecidas en los tratados con Japón, la República de Corea, Australia, Filipinas y Tailandia. Esos lazos han proporcionado durante mucho tiempo la base para la paz, la seguridad y la prosperidad en la región. También fomentaremos una mayor cooperación entre estos aliados. Esa es una de las cosas que hemos logrado al profundizar la cooperación trilateral entre Estados Unidos, Japón y Corea del Sur y establecer un nuevo acuerdo histórico de cooperación en materia de seguridad con Australia y el Reino Unido. Encontraremos formas de estrechar los lazos entre nuestros aliados y nuestros socios, como lo hemos hecho al revitalizar la Cuadrilateral. Asimismo, fortaleceremos nuestra alianza con una ASEAN fuerte e independiente.
La centralidad de ASEAN implica que seguiremos trabajando con esa organización y por medio de ella para profundizar aún más nuestra participación en la región, dada la consonancia que existe entre nuestra visión y la perspectiva de ASEAN sobre el Indopacífico.
En octubre, el presidente Biden anunció la inversión de más de 100 millones de dólares para reforzar nuestra cooperación con ASEAN en algunos de sus aspectos clave, entre estos la salud pública y el empoderamiento de la mujer. Además, el presidente invitará a los líderes de ASEAN a una cumbre que se celebrará en Estados Unidos en los próximos meses para dialogar sobre la manera de profundizar nuestra alianza estratégica.
Estamos fortaleciendo las alianzas estratégicas con otros países de la región: Singapur, Vietnam, Malasia y, por supuesto, Indonesia. Esa es la razón por la que hice este viaje.
También estamos profundizando los lazos entre nuestros pueblos. YSEALI, el programa insignia para empoderar a la creciente generación de líderes del sudeste asiático, cuenta con más de 150.000 miembros y sigue creciendo.
Finalmente, trabajaremos para conectar nuestras relaciones en el Indopacífico con un sistema sin par de alianzas y asociaciones más allá de la región, en particular en Europa. La Unión Europea lanzó recientemente una estrategia para el Indopacífico en estrecha consonancia con nuestra propia visión. En la OTAN, estamos actualizando nuestro concepto estratégico a fin de que refleje la creciente importancia del Indopacífico y responda a las nuevas amenazas, como las consecuencias de la crisis climática en términos de seguridad. Asimismo, estamos situando la centralidad de ASEAN en el núcleo de nuestra labor con los socios. Lo hicimos hace apenas unos días, cuando los ministros del G7 se reunieron en el Reino Unido con sus homólogos de ASEAN por primera vez.
Estamos haciendo todo eso por una sencilla razón: nos permite formar coaliciones más amplias y eficaces para hacer frente a cualquier desafío, aprovechar cualquier oportunidad y trabajar en favor de cualquier objetivo. Cuantos más países podamos unir en torno a intereses comunes, más fuertes seremos todos.
En tercer lugar, promoveremos una prosperidad de base amplia. Estados Unidos ya ha proporcionado más de 1 billón de dólares en inversión extranjera directa en el Indopacífico. La región nos ha dicho alto y claro que quiere que hagamos más. Tenemos la intención de atender esa solicitud. Bajo la dirección del presidente Biden, estamos elaborando un marco económico integral del Indopacífico a fin de lograr nuestros objetivos comunes en materia de comercio y economía digitales, tecnología, cadenas de suministro resilientes, descarbonización y energía limpia, infraestructuras, normas laborales y otras áreas en las que compartimos intereses.
Nuestra diplomacia desempeñará un papel clave. Buscaremos oportunidades que las empresas estadounidenses no encuentran por sí solas y las ayudaremos a llevar su experiencia y su capital a nuevos lugares y nuevos sectores. Nuestros puestos diplomáticos, nuestras embajadas en todo el Indopacífico ya están encargándose de esto, y aumentaremos su capacidad para que puedan hacer más. Más de 2.300 líderes empresariales y gubernamentales de la región se unieron a mí para participar en el Foro Empresarial del Indopacífico de este año, que organizamos conjuntamente con la India y en el que anunciamos una inversión de casi 7.000 millones de dólares en nuevos proyectos del sector privado.
Trabajaremos con nuestros socios para dar forma a las normas de la creciente economía digital en cuestiones clave como la privacidad y seguridad de los datos, pero de una manera que refleje nuestros valores y abra oportunidades para nuestros pueblos. Porque si no les damos forma, otros lo harán, y es muy probable que lo hagan de una manera que no favorezca nuestros intereses o valores comunes.
En la cumbre de la APEC celebrada en noviembre, el presidente Biden estableció una visión clara de cómo podemos construir un camino común en la región. En lo relativo a las tecnologías digitales, habló sobre la necesidad de una Internet abierta, interoperable, fiable y segura, así como de nuestro gran interés en invertir en ciberseguridad y elaborar normas para la economía digital que permitirán a todas nuestras economías posicionarse para competir en el futuro. Y cuando la representante comercial de Estados Unidos Tai y yo codirigimos nuestra delegación a la cumbre ministerial de la APEC de noviembre, nos centramos en la necesidad de que la tecnología sirva a un Indopacífico libre y abierto.
También promoveremos un comercio justo y resiliente. Eso fue lo que ocurrió con la “ventanilla única” de ASEAN, un proyecto apoyado por Estados Unidos para crear un sistema único automatizado para el despacho de aduanas en toda la región. Ayudó a agilizar el comercio haciéndolo más transparente y seguro, y reduciendo los costos para las empresas y los precios para los consumidores. Y el paso del papel a las aduanas digitales ha hecho posible mantener en movimiento el comercio transfronterizo, incluso durante las cuarentenas.
Durante el primer año de la pandemia, los países más activos en la plataforma aumentaron su actividad comercial en un 20 por ciento, cuando la mayor parte del resto del comercio transfronterizo estaba cayendo. Y en la cumbre Estados Unidos-ASEAN celebrada en octubre, el presidente Biden prometió una ayuda adicional de Estados Unidos a la ventanilla única. Trabajaremos con los socios para que nuestras cadenas de suministro sean más seguras y resilientes. Creo que todos hemos visto, durante la pandemia, lo dañinas que pueden ser las interrupciones, como la escasez de máscaras y microchips y los embotellamientos en los puertos.
Hemos estado liderando los esfuerzos para unir a la comunidad internacional con objeto de resolver los atascos y aumentar la resiliencia frente a futuras conmociones. El presidente Biden convocó una cumbre de líderes para abordar la resiliencia de la cadena de suministro. La vicepresidenta Harris lo convirtió en un tema central de sus reuniones durante su visita a la región. La secretaria de Comercio Raimondo ha tratado el problema con Australia, Nueva Zelanda, Singapur y Malasia en su reciente viaje. Y la representante de Comercio de los Estados Unidos Tai puso en marcha el Grupo de Trabajo sobre Comercio y Cadenas de Suministro, de carácter interinstitucional, y planteó el problema en su viaje a Japón, la República de Corea y la India. El año próximo, la secretaria de Comercio Gina Raimondo y yo nos uniremos para convocar a líderes gubernamentales y del sector privado de todo el mundo para tratar estos problemas en un foro mundial sobre cadenas de suministro. Como centro de gran parte de la producción y el comercio mundiales, esta región, el Indopacífico, será fundamental para estos esfuerzos.
Finalmente, ayudaremos a paliar las carencias en materia de infraestructura. Existe, tanto en esta región como en todo el mundo, una gran diferencia entre las necesidades de infraestructura y lo que se proporciona actualmente. Puertos, carreteras, redes eléctricas, banda ancha; todos ellos son básicos para los intercambios mundiales, el comercio, la conectividad, las oportunidades y la prosperidad. También son esenciales para el crecimiento inclusivo del Indopacífico. Pero a los funcionarios gubernamentales, industriales, trabajadores y comunidades del Indopacífico cada vez les preocupa más lo que sucede cuando las infraestructuras no se construyen bien, cuando se adjudican a través de procesos opacos y corruptos o cuando se encargan a empresas extranjeras que importan su mano de obra, extraen recursos, contaminan el medioambiente y endeudan a las comunidades.
Los países del Indopacífico quieren mejores infraestructuras. Pero a muchos de ellos les resultan demasiado caras o se sienten presionados a aceptar condiciones injustas establecidas por otros, ya que ello es preferible a no establecer ningún trato. Por lo tanto, trabajaremos con los países de la región para que su población tenga las infraestructuras que se merecen, de alta calidad y altos estándares. De hecho, ya lo estamos haciendo.
Esta misma semana, junto con Australia y Japón, anunciamos una asociación con los Estados Federados de Micronesia, Kiribati y Nauru para construir un nuevo cable submarino que mejorará la conectividad de Internet en estos países del Pacífico. Asimismo, desde 2015, los miembros de la Cuadrilateral han proporcionado financiación con respaldo gubernamental por valor de más de 48.000 millones de dólares, destinada a infraestructuras para la región. Esto representa miles de proyectos en más de 30 países en diversos ámbitos, desde el desarrollo rural hasta las energías renovables. Beneficia a millones de personas.
La Cuadrilateral puso en marcha recientemente un grupo de coordinación de infraestructuras para catalizar aún más inversiones, y está buscando asociarse con el sudeste asiático en materia de infraestructuras y muchas otras prioridades comunes. Estados Unidos no se limitará a eso. La iniciativa mundial para reconstruir mejor “Build Back Better World”, que pusimos en marcha con nuestros socios del G7 en junio, está comprometida a movilizar cientos de miles de millones de dólares en financiación transparente y sostenible durante los próximos años. Y junto con Australia y Japón, lanzamos la red “Blue Dot Network”, a fin de comenzar a certificar proyectos de infraestructura de alta calidad que cumplan los criterios establecidos por el G20, la OCDE y otras entidades, y de atraer más inversores.
En cuarto lugar, ayudaremos a construir un Indopacífico más resiliente. La pandemia de COVID-19 y la crisis climática han puesto de manifiesto la urgencia de esa tarea. La pandemia se ha cobrado la vida de cientos de miles de personas en toda la región, entre ellos más de 143.000 hombres, mujeres y niños aquí en Indonesia. También ha tenido un enorme costo económico, desde el cierre de fábricas hasta la paralización del turismo.
Estados Unidos ha acompañado a los pueblos de esta región en cada paso, incluso mientras luchamos contra la pandemia en nuestro país. De los 300 millones de dosis de vacunas seguras y eficaces que Estados Unidos ya ha distribuido en todo el mundo, más de 100 millones se enviaron al Indopacífico, y más de 25 millones aquí, a Indonesia. Para finales del próximo año habremos donado más de 1.200 millones de dosis al mundo. También hemos proporcionado a la región más de 2.800 millones de dólares en asistencia adicional para salvar vidas, incluidos 77 millones aquí en Indonesia para todo tipo de cosas, desde equipos de protección personal hasta oxígeno médico para los hospitales. Hemos proporcionado esta ayuda de forma gratuita, sin condiciones. Al hacer la mayoría de estas donaciones a través de COVAX, nos hemos asegurado de que se distribuyan de manera equitativa, en función de las necesidades, no de la política.
Al mismo tiempo, estamos trabajando junto con nuestros socios para poner fin a la pandemia. La asociación para las vacunas de la Cuadrilateral está desempeñando un papel fundamental al respecto. Trabajamos juntos para financiar, fabricar, distribuir e inyectar la mayor cantidad de vacunas lo más rápido posible. Los países individuales están incrementando sus esfuerzos. La India se comprometió recientemente a producir 5.000 millones de dosis adicionales para finales de 2022. La República de Corea y Tailandia también están aumentando su producción.
Estamos tratando de incorporar al sector privado en nuestros esfuerzos. En una reunión ministerial que convoqué el mes pasado, pusimos en marcha una iniciativa llamada Global COVID Corps. Es una coalición de empresas líderes que brindará experiencia, herramientas y capacidad para respaldar los esfuerzos en materia de logística y vacunas en los países en desarrollo, incluido el último trecho, y eso es fundamental para poder poner inyecciones. En todo el mundo la producción de vacunas ha aumentado, pero lo que estamos viendo con cada vez más frecuencia es que luego no se inyectan debido a las dificultades que existen en el último trecho, la logística que hay que resolver, de modo que nos estamos centrando precisamente en eso.
Al mismo tiempo, mientras luchamos contra el virus, estamos reconstruyendo mejor los sistemas de salud en el Indopacífico y en todo el mundo, a fin de prevenir y detectar la próxima pandemia y responder a ella. La cuestión es que realmente sabemos cómo hacerlo. Estados Unidos trabaja con sus socios desde hace décadas para fortalecer los sistemas de salud en la región. Solo en ASEAN hemos invertido más de 3.500 millones de dólares en salud pública en los últimos 20 años. Y tenemos mucho que mostrar, tanto en cuanto a las importantes mejoras para la salud pública como respecto a las relaciones profundas que hemos construido sobre el terreno.
Como parte de nuestro apoyo a ASEAN, el presidente Biden anunció recientemente que proporcionaremos 40 millones de dólares a la Iniciativa de EE. UU. y ASEAN “Futuro de la Salud”, lo que acelerará la investigación conjunta, fortalecerá los sistemas de salud y capacitará a una generación de profesionales de la salud en aumento.
También estamos apoyando la creación de un sistema de ASEAN para la coordinación de emergencias de salud pública que ayudará a los países de la región a coordinar su respuesta a futuras emergencias sanitarias. La primera oficina regional del sudeste asiático de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, que abrimos en Hanói este verano, ya está apoyando estos esfuerzos sobre el terreno.
La crisis climática, por supuesto, es otro desafío mundial que tenemos que acometer juntos. Poblaciones en todo el Indopacífico ya están notando sus catastróficos efectos: el 70 por ciento de los desastres naturales del mundo ocurren en esta región, y más de 90 millones de personas de la región se vieron afectadas por desastres relacionados con el clima en 2019. Al año siguiente, en nuestra propia costa del Pacífico, California sufrió cinco de los seis mayores incendios forestales de su historia.
Ahora, muchos de los mayores emisores de la región han reconocido la necesidad de actuar con urgencia, como vimos en las ambiciosas promesas que asumieron en la COP26. En Glasgow, 15 países del Indopacífico, incluido Indonesia, firmaron el Compromiso Mundial sobre el Metano, con el objetivo de reducir las emisiones en un 30 por ciento durante la próxima década. Si todos los grandes emisores se unieran a nosotros, ello contribuiría más a reducir el calentamiento que sacar todos los barcos de los mares y todos los aviones de los cielos.
Pero sería un error pensar en el clima solo a través del prisma de las amenazas. La razón es la siguiente: todos los países del planeta tienen que reducir las emisiones y prepararse para las inevitables consecuencias del cambio climático. Y esa transformación necesaria hacia la adopción de nuevas tecnologías y la creación de nuevas industrias también ofrece una oportunidad única para crear nuevos empleos bien remunerados.
Creemos que esa oportunidad pasa por el Indopacífico y ya estamos trabajando con nuestros socios para aprovecharla. Solo en los últimos cinco años, Estados Unidos ha movilizado inversiones en la región por valor de más de 7.000 millones de dólares en energías renovables. A la vez que aumentamos nuestros esfuerzos, estamos creando una constelación única de asociaciones: organizaciones multilaterales y grupos de defensa, empresas y organizaciones filantrópicas, investigadores y expertos técnicos.
Consideremos, por ejemplo, la iniciativa Clean EDGE que estamos poniendo en marcha este mes, y que reunirá la experiencia y la capacidad de innovación del Gobierno de los EE. UU. y el sector privado para promover el uso de energías limpias en toda la región. Consideremos los más de 20 millones de dólares que el presidente Biden prometió recientemente a la Iniciativa EE. UU. y ASEAN para el Futuro del Clima, o los 500 millones de dólares en financiación anunciados la semana pasada por la Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de Estados Unidos para ayudar a construir una planta de fabricación de energía solar en Tamil Nadu (India).
La planta, que está siendo construida por la empresa estadounidense First Solar, tendrá una capacidad anual de 3,3 gigavatios, suficiente para alimentar a más de dos millones de hogares. La construcción y el funcionamiento de esta instalación crearán miles de puestos de trabajo en la India, la mayoría para mujeres, y cientos de puestos de trabajo más en Estados Unidos. Y esa es solo una de las formas en que Estados Unidos ayudará a la India a alcanzar su ambiciosa meta de 500 gigavatios de capacidad de energía renovable para 2030, lo cual, a su vez, ayudará al mundo a evitar una catástrofe climática.
Ahora bien, reconocemos que, incluso si la transición a una economía verde produce un gran aumento de puestos de trabajo, lo cual confiamos en que ocurrirá, no todos esos puestos serán ocupados por trabajadores que perdieron su puesto de trabajo en industrias y sectores antiguos durante esta transición. Por tanto, tenemos la obligación de cuidar de todos, y tenemos la firme determinación de hacerlo.
En quinto y último lugar, reforzaremos la seguridad del Indopacífico. Las amenazas están evolucionando. Nuestro enfoque de la seguridad tiene que evolucionar a la par. Procuraremos establecer una cooperación más estrecha en materia de seguridad civil para abordar los diversos retos, desde el extremismo violento hasta la pesca ilegal y la trata de personas. Adoptaremos una estrategia que vincule más estrechamente todos nuestros instrumentos nacionales de poder (diplomáticos, militares, de inteligencia) con los de nuestros aliados y socios. Nuestro secretario de Defensa, Lloyd Austin, lo denomina “disuasión integrada”.
Se trata de reforzar nuestros puntos fuertes para poder mantener la paz, como lo hemos hecho en la región durante décadas. No queremos conflictos en el Indopacífico. Por eso buscamos un enfoque diplomático serio y sostenido con la República Popular Democrática de Corea, con el objetivo final de desnuclearizar la península de Corea. Trabajaremos con nuestros aliados y socios para hacer frente a la amenaza que plantean los programas nucleares y de misiles de la República Popular Democrática de Corea a través de un enfoque práctico y calibrado, al tiempo que fortalecemos nuestra disuasión ampliada.
Y por eso el presidente Biden le dijo al presidente Xi el mes pasado que compartimos la profunda responsabilidad de garantizar que la competencia entre nuestros países no se convierta en un conflicto. Asumimos esa responsabilidad con la mayor seriedad, porque no hacerlo sería catastrófico para todos nosotros.
El 14 de febrero de 1962, el fiscal general de los Estados Unidos, Robert F. Kennedy, vino a hablar en esta universidad. Habló de las luchas continuas que compartían nuestros pueblos, las cuales, dijo, habían de realizarse por los jóvenes, como los estudiantes que hoy están aquí. Y citó algo que dijo su hermano, John F. Kennedy, entonces presidente de los Estados Unidos, sobre nuestra visión del mundo. El presidente Kennedy dijo: “Nuestro objetivo básico sigue siendo el mismo: un mundo pacífico, una comunidad de Estados libres e independientes, libres de elegir su propio futuro y su propio sistema, siempre que ello no amenace la libertad de los demás”.
A pesar de todos los cambios que han tenido lugar en los casi 70 años transcurridos desde que el presidente Kennedy pronunciara esas palabras, resulta notable hasta qué punto se ajusta esa visión a la que compartimos. Y la razón por la que estoy tan agradecido de poder hablar sobre esto aquí en esta universidad, con la presencia de alumnos y exalumnos de tantos de nuestros programas de liderazgo juvenil, es porque ustedes son los que plasmarán esa visión. Mientras tanto, sepan que hay, en todo el Indopacífico, incluido Estados Unidos, personas cuyas esperanzas y destinos están vinculados a los de ustedes y que serán sus socios más firmes para lograr que el Indopacífico, esta región que compartimos, sea más abierta y más libre.
Muchas gracias por escucharme. (Aplausos).
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