El Departamento de Estado ha ordenado la evacuación de las familias y de una parte del personal ‎de la embajada de Estados Unidos en Kiev, , afirmando que se trata de una «medida de ‎precaución frente a una posible invasión rusa en Ucrania». También ha elevado al nivel 4 de ‎riesgo –el más alto– la advertencia a los ciudadanos estadounidenses para que no vayan a ‎Ucrania. Inmediatamente después, el ministerio de Exteriores del Reino Unido anunció, alegando ‎la misma motivación que Estados Unidos, la retirada del personal de la embajada británica ‎en Kiev. ‎

Con esos actos de guerra psicológica se trata de instaurar un clima de alarma haciendo creer que ‎Rusia está a punto de invadir Ucrania y las 3 repúblicas bálticas y se prepara el terreno para una ‎subsiguiente, y todavía más peligrosa, escalada de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia. ‎

La Casa Blanca ha anunciado que el presidente Biden está evaluando la posibilidad de «desplegar ‎varios miles de soldados estadounidenses, buques de guerra y aviones en los países de la OTAN y ‎de Europa oriental». Se prevé que inicialmente llegarían 5 500 soldados estadounidenses, ‎los cuales, uniéndose a los 4 000 que ya están en Polonia y seguidos después por varios miles ‎más de militares enviados desde Estados Unidos, extenderían el despliegue militar ‎estadounidense hasta el Báltico, como solicita Letonia. ‎

Convoyes ferroviarios especiales ya están transportando tanques de asalto estadounidenses desde ‎Polonia hacia Ucrania, cuyas fuerzas armadas están siendo entrenadas desde hace años por varios ‎cientos de consejeros militares e instructores estadounidenses, que de hecho las dirigen, con el ‎respaldo de sus colegas de la OTAN. ‎

Washington, que el año pasado ya entregó a Kiev cargamentos de armas por un monto oficial de ‎‎650 millones de dólares, ha autorizado ahora a Estonia, Letonia y Lituania para que entreguen ‎a Ucrania armamento estadounidense que ya poseían, principalmente misiles antitanques ‎‎Javelin, mientras que Reino Unido y la República Checa le envían otros tipos de armamento. ‎

La OTAN comunica al mismo tiempo que los países europeos miembros de la alianza están ‎poniendo sus fuerzas armadas en estado de reactividad operativa y que están además enviando ‎más barcos de guerra y aviones de combate a diferentes puntos de despliegue en el este de Europa. ‎

Italia, con sus cazabombarderos Eurofighter, ha asumido el mando de la misión de «policía ‎aérea» de la OTAN en Rumania. Francia está dispuesta a enviar tropas a Rumania, bajo las ‎órdenes de la OTAN. España está enviando navíos de guerra a las fuerzas navales de la OTAN y ‎cazabombarderos a Bulgaria. Países Bajos se prepara para enviar aviones de combate F-35, ‎también a Bulgaria, y Dinamarca envía aviones de combate F-16 a Lituania. ‎

Y ayer comenzó en el Mediterráneo el gran ejercicio naval de la OTAN Neptune Strike’22 bajo ‎el mando del vicealmirante estadounidense Eugene Black, comandante de la Sexta Flota, que ‎tiene su cuartel general en Nápoles y su base en Gaeta, Italia. En ese ejercicio de la OTAN, ‎previsto para 12 días, participa el portaviones nuclear USS Harry Truman con su grupo de ‎batalla, que incluye 5 buques lanzamisiles listos para iniciar un ataque nuclear. ¿Objetivo? ‎‎«Tranquilizar a los aliados europeos, sobre todo en el frente oriental amenazado por Rusia.»‎

Inmediatamente después del gran ejercicio naval NATO Neptune Strike’22, se realizará –‎en febrero– el ejercicio Mission Clemenceau 22 con el despliegue, en una «Operación de ‎‎3 portaviones», del portaviones nuclear francés Charles de Gaulle con su grupo de batalla, ‎incluyendo un submarino nuclear de ataque que entrará en el Mar Adriático; del USS Harry ‎Truman con su grupo de batalla y del portaviones italiano Cavour, recientemente dotado de ‎aviones de combate F-35. Es evidente que este ejercicio también está dirigido contra Rusia. ‎

Mientras que la OTAN “ordena” a Rusia que inicie la “desescalada”, advirtiéndole que «toda ‎agresión ulterior tendrá un costo elevado para Moscú», los ministros de Exteriores de los países ‎de la Unión Europea –reunidos en Bruselas y en videoconferencia con el secretario de Estado ‎estadounidense Antony Blinken– han decretado nuevas medidas contra Rusia. ‎

La Unión Europea de los 27 –que cuenta entre sus miembros 21 países de la OTAN encabezada ‎por Estados Unidos– se hace eco de la advertencia de la OTAN a Rusia declarando, ‎prácticamente palabra por palabra, que «toda agresión militar ulterior contra Ucrania tendría ‎muy grandes consecuencias para Rusia». La Unión Europea se hace así partícipe de la estrategia ‎de la tensión, que sirve a Estados Unidos para inventar en Europa divisiones que le permiten ‎mantenerla bajo la influencia de Washington. ‎

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio.‎