Estados Unidos sigue imponiendo «sanciones» económicas y financieras contra Rusia y a la vez ‎empuja sus aliados a hacer lo mismo. ‎

En un encuentro con la prensa, el presidente estadounidense Joe Biden calificó recientemente ‎al presidente ruso Vladimir Putin de «criminal de guerra» mientras que numerosas ‎personalidades y políticos de Estados Unidos hablan de llevar a Putin ante un tribunal penal ‎internacional. ‎

Desde Moscú, el Kremlin comunicó la semana pasada que ya no tratará de convencer a nadie de ‎su buena fe. Considera que tiene el Derecho Internacional de su parte y que los occidentales ‎acabarán por abrir los ojos en algún momento. ‎

Sin embargo, como medida de respuesta, el Kremlin ha interrumpido todas sus negociaciones ‎diplomáticas con los Estados que han adoptado «sanciones» unilaterales contra la Federación ‎Rusa. Por ejemplo, Moscú acaba de suspender las negociaciones territoriales que mantenía con ‎Japón sobre las islas Kuriles. ‎

Al parecer, Washington está dispuesto a asumir una eventual ruptura de las relaciones ‎diplomáticas con Moscú, a pesar del riesgo de conflicto nuclear que ese paso implicaría.

En ‎una entrevista al respecto, Serguei Tsekov, senador por Crimea, declaró que espera que las cosas ‎no lleguen a ese extremo y enumeró las consecuencias que tendría para todos una ruptura de las ‎relaciones entre Estados Unidos y Rusia. ‎

A pesar de las apariencias, numerosos Estados, como los países del Golfo Pérsico y la India, están ‎resistiendo a las presiones de Estados Unidos y pudieran acabar incluso poniéndose del lado ‎de Rusia y China. ‎