Al recibir al primer ministro de Italia, Mario Draghi, en la Casa Blanca, el presidente ‎estadounidense Joe Biden declaró:

«Lo que más aprecio en usted es el esfuerzo, desde el primer momento, por poner ‎la OTAN y la Unión Europea en sintonía sobre la ayuda a Ucrania.»‎

No hay dudas de que el primer ministro italiano Mario Draghi se ha ganado ese elogio del jefe de ‎la Casa Blanca. ‎

Mientras que el Congreso de Estados Unidos aprueba la asignación de otros 40 000 millones de ‎dólares para armar a Kiev en la guerra contra Rusia, Draghi se dedica a la tarea de abrir ‎en Europa un canal similar de financiamiento de la guerra a través de un «Fondo Fiduciario de ‎Solidaridad de la Unión Europea para Ucrania» y de un «paquete de resiliencia» cuyo valor ‎inicial ascendería a 2 000 millones entregados a Kiev por el Banco Europeo para la ‎Reconstrucción y el Desarrollo (BERD). ‎

Simultáneamente, el primer ministro italiano Mario Draghi y los demás líderes del G7 –que ‎se compone de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido– han ‎asignado 24 000 millones de dólares al apoyo a Ucrania en la guerra contra Rusia.

Draghi ‎desempeña también un importante papel en los financiamientos ya anunciados para Kiev por el ‎Banco Mundial y por el Fondo Monetario Internacional –inicialmente alrededor de 5 000 millones ‎de dólares. ‎

Gracias a todo ese financiamiento, Estados Unidos y sus aliados han entregado a Kiev –antes de ‎que comenzara la guerra y durante su transcurso– 85 000 misiles, más de 50 millones de ‎municiones de todos los calibres, incluso para obuses de largo alcance, así como drones y otros ‎sistemas de armamento avanzado. ‎

Por demás, las fuerzas de Kiev, principalmente el regimiento Azov y otras formaciones neonazis ‎no sólo están recibiendo armamento de la OTAN. Ese bloque bélico también se encarga de ‎dirigirlas. ‎

El colosal gasto de guerra contra Rusia, destinado a seguir creciendo y a hacerse permanente, ‎está siendo pagado por los ciudadanos europeos a través de cortes en los gastos sociales de ‎sus países. A eso tenemos agregar también el creciente gasto que se deriva de la directiva de la ‎Unión Europea que obliga a sus países miembros a recibir y a garantizar que se queden en Europa ‎occidental todos los ucranianos que están llegando a la UE –sin necesidad de visa. ‎

Traducido al español por Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio