El presidente de la República Islámica de Irán, Ibrahim Raissi (ver foto), termina su primer año de mandato sin haber podido cumplir sus promesas electorales:
– obtener el levantamiento de las sanciones estadounidenses mediante la firma de un nuevo acuerdo nuclear;
– resolver el problema de la vivienda;
– eliminar la corrupción;
– reducir el desempleo;
– resolver la crisis económica.
De hecho, las sanciones estadounidenses se mantienen y resulta evidente que Estados Unidos no tiene apuro en concluir un nuevo acuerdo con Irán; se han construido pocas viviendas; la corrupción no ha disminuido; el desempleo se mantiene y la inflación pasó del 40% al 38% pero se incrementó en un 300% para el aceite y el pan.
Casi el 60% de los iraníes viven por debajo del umbral de pobreza, han reaparecido las manifestaciones y algunos manifestantes ya no vacilan en corear «¡Muerte al dictador!».
El hoy presidente Ibrahim Raissi está considerado como el más probable sucesor del Guía, el ayatola Alí Khamenei. Pero, dada la actual situación de estancamiento económico del país, parece poco probable que esa función llegue a mantenerse.
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