Las discusiones entre la República Islámica de Irán y el Organismo Internacional de la Energía ‎Atómica (OIEA) están en punto muerto. ‎

Todas las supuestas informaciones que Israel había presentado han sido desmentidas, ‎exceptuando una sola: el descubrimiento de restos de uranio natural tratado en Turquzabad. ‎

Israel alega que en ese lugar se realizaron investigaciones nucleares en 2003. Pero Irán descarta ‎esa explicación señalándola como una mentira más de la entidad sionista.‎

La tercera explicación del hallazgo podría ser que agentes israelíes se las arreglaron para ‎contaminar Turquzabad antes de hacer pública su “revelación”. ‎

Si Israel estuviese en lo cierto, la contaminación del lugar demostraría que los iraníes reactivaron ‎en algún momento el programa nuclear con fines militares iniciado por el shah Mohamed Reza ‎Pahlevi y abandonado por la Revolución iraní en 1988. ‎

Se trata de una cuestión esencialmente anecdótica, pero Francia, Alemania y Reino Unido, todos ‎firmantes del tratado 5+1 (o JCPoA), insisten obstinadamente en ese asunto, bloqueando así todo ‎avance hacia la reactivación del JCPoA… y con ello permiten que el presidente de ‎Estados Unidos, Joe Biden, pueda renunciar en cualquier momento a reactivar el acuerdo con Irán sin que se le reproche el ‎abandono de esa promesa electoral. ‎