El presidente Joe Biden promulgó, el 23 de diciembre, una ley tendiente a hacer creer en la ‎existencia de un vínculo entre el gobierno sirio y el tráfico de Captagon, una ‎droga psicoanaléctica también conocida bajo la denominación genérica de fenetilina.‎

Oficialmente, la Countering Assad’s Proliferation Trafficking And Garnering Of Narcotics Act, o ‎‎«ley CAPTAGON» (H. R. 6265) apuntaría a detener el tráfico de esa droga entre Líbano y Arabia ‎Saudita. Pero en realidad se trata de un nuevo pretexto de Washington para prolongar las ‎políticas estadounidenses contra la República Árabe Siria. ‎

A pesar de la eficaz colaboración de las autoridades con la ONU en la lucha contra el tráfico de ‎Captagon, hace 2 años que la prensa de Estados Unidos trata de atribuir ese tráfico al presidente ‎sirio Bachar al-Assad [1].‎

El Captagon fue introducido en el Medio Oriente por la OTAN, que lo administraba a sus ‎yihadistas ya que esa droga –que combina una anfetamina con una teofilina– procura una sensación de ‎invulnerabilidad a los combatientes que la consumen [2].‎

Habiendo perdido ya la guerra que desató contra Siria a través de los yihadistas, Washington ‎sigue buscando pretextos para mantener las sanciones económicas contra ese país mediante ‎instrumentos como la Caesar Act, que acusa a las autoridades sirias de practicar la tortura a ‎gran escala. ‎

De esa manera, incluso las ONGs humanitarias se ven actualmente en la imposibilidad de importar ‎absolutamente nada hacia Siria y desde que el aprovisionamiento ruso se ha visto interrumpido ‎por las sanciones contra Rusia, la población siria se ve gravemente afectada por la falta de ‎alimentos y de combustible, en muchos lugares del país hay menos de 2 horas de electricidad ‎al día.‎

En esa situación de bloqueo sería imposible hacer llegar a Siria los componentes necesarios para ‎la fabricación de Captagon, lo cual hace materialmente imposible que el «régimen» haya podido ‎implicarse en la producción de Captagon.‎

La ley CAPTAGON que el presidente Biden acaba de firmar prevé además el inicio de una campaña ‎de prensa de envergadura internacional para –contra toda lógica– hacer ver que el presidente sirio ‎interviene en el tráfico y presentar a la República Árabe Siria como un “narcoestado”. ‎

La administración Biden ha asignado a esa campaña de desinformación un presupuesto de ‎‎858 millones de dólares. ‎

[1Ver, por ejemplo, los artículos «On Syria’s Ruins, a Drug Empire Flourishes», ‎‎The New York Times o «How Iran turned Syria into ‘the den of Captagon», Arab News. Varios think tanks u ONGs ‎también han divulgado informes como The Syrian Economy at War Part 3 Captagon, Hashish, ‎and the Syrian Narco-State, Center for Operational Analysis and Research ‎‎(COAR Global LTD), abril de 2021, The Al-Assad Regime’s Captagon Trade, Carnegie Endowment for International Peace, ‎octubre de 2022, y The Captagon Threat. A Profile of Illicit Trade, Consumption, and Regional ‎Realities, New Lines Institute for Strategy and Policy, abril de 2022.

[2«De cómo Bulgaria abastece en drogas y armas a al-Qaeda y el Emirato Islámico», por Thierry Meyssan, ‎‎Red Voltaire, 4 de enero de 2016.