Denis Boneau
Periodista francés, miembro de la sección francesa de la Red Voltaire.
Estudio sobre las redes estadounidenses de influencia
Cuando la CIA financiaba a los intelectuales europeospor
Denis Boneau

Para contrarrestar la influencia soviética en Europa, los Estados Unidos crearon a fines de la II Guerra Mundial una red de élites pronorteamericanas. De ese modo, la CIA financió el Congreso por la Libertad de la Cultura, en el cual participaron numerosos intelectuales europeos entre los que se destacaron Raymond Aron y Michel Crozier. Encargadas durante la Guerra Fría de elaborar una ideología anticomunista aceptable en Europa, tanto por la derecha conservadora como por la izquierda socialista y reformista, esas redes fueron reactivadas por el gobierno de Bush. Hoy constituyen la caja de resonancia europea de los conservadores estadounidenses.

Las ciencias de la comunicación, cuyo desarrollo ha dirigido la CIA a partir de los años 50, han sido un instrumento esencial de la «guerra psicológica» contra los gobiernos prosoviéticos y los países resistiendo al dominio de los EEUU. En colaboración entre el ejército US y los servicios secretos, los especialistas del comportamiento ayudaron a recoger información sobre «el enemigo», a elaborar la propaganda atlantista (OTAN), a prevenir el surgimiento de movimientos de liberación hostiles a Washington, llegando incluso a servir de consejeros a los expertos en torturas. Esta «alianza entre lo científico y lo político» dio lugar a un dispositivo que aún se utiliza hoy en día para difundir la voz de Estados Unidos por el mundo.

Durante la Guerra Fría, Raymond Aron fue uno de los principales intermediarios intelectuales de la diplomacia cultural estadounidense en Francia. Durante más de treinta años participó activamente en varias operaciones de ingerencia dirigidas por los servicios secretos de Estados Unidos. Así contribuyó al éxito ideológico del Congreso por la Libertad de la Cultura. Amigo de Friedrich von Hayek, consejero de Kissinger, supo dejar, en la estela de su acción intelectual, una verdadera escuela de pensamiento, liberal, anticomunista y atlantista, una de cuyas manifestaciones es la Fundación Saint-Simon.
Guerra Fría para dominar el pensamiento
Los New York Intellectuals y la invención del neoconservadurismopor
Denis Boneau

A partir de 1945, los servicios de propaganda estadounidenses y británicos reclutan a intelectuales con frecuencia provenientes de medios trotskistas para inventar y promover una «ideología que rivalice con el comunismo». Los New York Intellectuals, con Sidney Hook a la cabeza, cumplen eficaz y celosamente diferentes misiones confiadas por la CIA, convirtiéndose rápidamente en agentes de primer orden de la Guerra Fría cultural. Teóricos mayores de este movimiento, como James Burnham e Irving Kristol, elaboraron la retórica neoconservadora en la que se basan hoy los «halcones» de Washington.

El economista austriaco Friedrich von Hayek se ha empeñado en desacreditar a toda costa la regulación económica alegando que es demasiado compleja para pretender organizarla. Su teoría del «Estado mínimo» se ha convertido en la religión del Partido Republicano de los Estados Unidos en oposición tanto al «New Deal» de los demócratas como al marxismo de los soviéticos. Su escuela, financiada por las fundaciones de las grandes transnacionales, se ha estructurado alrededor de la Sociedad del Monte Peregrino, ha obtenido siete veces el premio Nobel de Economía y ha inspirado a los gobiernos de Pinochet, Reagan y Thatcher.

A partir de los años 30, mientras que el ejército imperial japonés saquea el sudeste asiático, el emperador Hirohito lanza la «Operación Lis de Oro» cuyo objetivo es recuperar y esconder su botín de guerra. Al final de la Segunda Guerra Mundial, los servicios del general MacArthur (EEUU) se apoderan del tesoro y crean diversos fondos destinados a financiar la lucha contra el comunismo. «El oro de Yamashita», considerado durante mucho tiempo una simple leyenda, permite entender cómo logró el Partido Demócrata Liberal japonés, a pesar de la tremenda corrupción de sus elites, conservar durante medio siglo el control exclusivo de la «democracia» nipona. Esta es la tercera parte de una serie de tres artículos sobre los criminales de guerra japoneses, sus vínculos con la mafia, su poder político y el apoyo estadounidense para sus fechorias bajo el pretexto de luchar contra el comunismo. La historia de estos defensores de la (...)

Después de la segunda conflagración mundial, los EEUU utilizaron tanto en Europa como en Asia, a criminales de guerra prisioneros para reconstruir y controlar los países que ellos ocupaban pero sobre todo para utilizar las experiencias críminales de estos en la lucha anticomunista. En Japón, el general MacArthur permitió que Yoshio Kodama gozara de la inmensa fortuna que adquirió saqueando China. Este nacionalista yakusa emplazó a sus hombres en todos los sectores claves del país, transformando las nuevas instituciones democráticas en simples fachadas. Con mano de hierro, veló por el respeto de la línea atlantista (OTAN) hasta el momento de su caída, durante el escándalo de la Lockheed, a finales de los años 70.
Fascismo y filantropía: para comprender porqué la cancillería japonesa protege a Fujimori
Sasakawa, un criminal de guerra respetadopor
Denis Boneau

Líder de un partido fascista japonés, Ryoichi Sasakawa desarrolló un ejército privado para explotar Manchuria y Mongolia. Convicto de los peores crímenes durante la Segunda Guerra Mundial, no fue juzgado por los Aliados, sino reciclado por los Estados Unidos para luchar contra el comunismo. Con el apoyo de organizaciones criminales, los yakusas, tomó el control del Partido Liberal en el poder y se hizo de una de las mayores fortunas del mundo. Transformado en benefactor de la humanidad, financió una organización filantrópica que sirvió igualmente para aplicar sus concepciones políticas en los países del Tercer Mundo.
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