El público, que copó en su totalidad la capacidad de este escenario, aplaudió largamente la actuación de este grupo de músicos ecuatorianos que en los años setentas conquistó a los sectores populares por su extraordinaria calidad artística y por su mensaje comprometido con el cambio social. “Noviembre l5”, en su reaparición, cantó mejor que hace treinta años.

El grupo “Noviembre l5” se presentó ante un público eminentemente popular con sus antiguos integrantes: Salomón Poveda, Guillermo Ramírez, Manuel Contreras, Agustín Ramón San Martín, Jaime Guillén y Augusto Dueñas.

Este grupo de “canción protesta”, como entonces se lo llamaba, tiene su origen en el aparecimiento en Quito, a comienzos de la década de los setentas, del “Movimiento Cultural Noviembre l5” que, capitaneados por el poeta Rafael Larrea, se propusieron cambiar la forma y el contenido de lo que se llamaba cultura nacional y, a la vez, luchar contra la mediocridad que se daba en el país, en los campos del arte y la literatura, y cuyas manifestaciones no eran otra cosa que un sometimiento de los artistas nacionales a la influencia extranjera. Entre los integrantes de este Movimiento Cultural podemos citar a Juan Ruales, Rafael Larrea, Aurora Almeida, Rocío y Enrique Madriñán y Javier Ponce. Este grupo inicial desarrolló su actividad artística en base al montaje de obras de teatro popular, especialmente con textos de Bertol Brecht, como Madre Coraje, y a la interpretación de lo que entonces se llamaba “canción protesta”. El Grupo Cultural “Noviembre l5”, en su desarrollo, se convierte en el “Movimiento Cultural Noviembre l5”, al que se integran, además del grupo de Canción Popular que llevaba este nombre, pintores, escritores, músicos, teatreros, danzarines, etc., que dan paso a la creación del Centro de Arte Nacional, hoy convertido en la Unión de Artistas Populares del Ecuador.

Como parte de este Movimiento Cultural, aparece en l977 el disco “CANTO PARA DIAS MEJORES”, interpretado por el “Grupo Noviembre l5”, entonces conformado por Guillermo Ramírez, Salomón Poveda, Agustín Ramón San Martín, Hernando Antonio Almeida y Augusto Dueñas. El disco fue fabricado por IFESA y tiene una hermosa portada, dibujada por Marco Pérez, miembro del grupo de pintores del Taller “La Huella”. En la presentación se afirma: “Formando parte importante del movimiento cultural Noviembre l5, este grupo de canción popular se plantea, en primer lugar, la defensa firme de los valores culturales nacionales, en oposición a la penetración que, en el campo ideológico, llevan a cabo las potencias extranjeras que, por todos los medios, pretenden arrinconar, ahogar, destruir las manifestaciones del espíritu de nuestro pueblo y de nuestra Patria que son, ante todo, expresiones de una realidad dura, terriblemente oprimida, pero al mismo tiempo, llenas de rebeldía y de un afán de transformación independiente”.

En éste, el primer disco de “Noviembre l5”, se interpretan cinco canciones creadas por Juan Ruales: “Canción de mi Pueblo”, “Canción a Tupac Amaru”, “Canción de las penas”, “Canción a Rosita Paredes” y “Compadrito”; “A la Huelga”, una canción de los trabajadores españoles; de Salomón Poveda se interpretan cuatro canciones: “Trabajadores”, “Canción a Milton Reyes”, el albazo “Ullari” y el sanjuanito “Simiatug”, nombre de un pueblito “con grandes vientos y grandes esperanzas”, de la Provincia de Bolívar, en donde nació el autor; el disco se completa con la canción “A los guerrilleros de Araguaya”, música de Milton Estévez; la ”Zamba de la Vida”, letra y música de Rafael Larrea y “El burrito de Capulí”, una bomba del Chota compuesta por Agustín Ramón.

Para su presentación en el Teatro “México”, después de treinta años de silencio, el grupo “Noviembre l5” estuvo conformado por Guillermo Ramírez, Manuel Contreras, Salomón Poveda, Agustín Ramón, Jaime Guillén y Augusto Dueñas. El grupo contó con la participación especial del maestro de la flauta dulce Julián Pontón y del maestro Terry Pazmiño, quien, con su guitarra, ofreció al público asistente una importante muestra de su creación musical.

Noche inolvidable, hombres maduros, con canas y calvos, cantando a voz en cuello, como si tuvieran veinte años, sus voces resonaban frescas y potentes conquistando al público, y no solo fueron sus voces, sino su actitud de alegría, de fuerza, de convencimiento sobre la necesidad de cambiar este sistema de opresión y miseria.