El rey Abdallah de Arabia Saudita recibió al secretario de Estado John Kerry el 4 de noviembre de 2013. Al parecer, el príncipe Bandar –jefe de los servicios secretos sauditas– no estuvo presente en el encuentro, al que sí asistió su predecesor en el cargo –el príncipe Muqrim–, precisamente uno de los adversarios de Bandar.

Al término del encuentro, el príncipe Saud al-Faisal –ministro saudita de Relaciones Exteriores– y el secretario de Estado dieron una conferencia de prensa en la que se esforzaron por restar importancia al desacuerdo entre Riad y Washington. En contradicción con las anteriores declaraciones y amenazas, Kerry y el príncipe Faisal afirmaron que las divergencias tácticas no afectarán las relaciones entre sus respectivos países.

Arabia Saudita esperaba atacar Siria en septiembre de 2013 con ayuda de Estados Unidos. El viceministro saudita de Defensa llegó incluso a instalarse en Jordania y numerosos blindados de las fuerzas armadas sauditas fueron enviados a ese país. Se había previsto que una columna de tanques sauditas, tripulados algunos por elementos reclutados entre los refugiados sirios, entrarían en Siria para «liberar» Damasco… bajo la protección de la US Air Force, claro está.

Pero el proyecto tuvo que ser descartado cuando Washington renunció a bombardear Siria. Arabia Saudita anunció después una serie de represalias contra Estados Unidos y adoptó disposiciones tendientes a reforzar su respaldo en hombres, en dinero y en material de guerra a al-Qaeda en Siria.

Se ignoran los medios de presión que John Kerry habrá utilizado para meter en cintura a los sauditas. [1]

[1«Suicidio saudita», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire, 28 de octubre de 2013.